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Sistema: conveniente pacto entre literatura y teatro

Entre los títulos que pueden adquirirse en el estand de Casa de las Américas en  esta Feria Internacional del Libro Cuba 2018 figura Sistema. Una trama inconveniente, de Abel González Melo (1980), que resultó Mención de honor en el Premio Casa de las Américas 2014 y posteriormente Premio de la Crítica

Autor:

Frank Padrón

Entre los títulos que pueden adquirirse en el estand de Casa de las Américas en  esta Feria Internacional del Libro Cuba 2018 figura Sistema. Una trama inconveniente, de Abel González Melo (1980), que resultó Mención de honor en el Premio Casa de las Américas 2014 y posteriormente Premio de la Crítica.

El evento literario que celebramos por estos días resulta muy oportuno por cuanto quienes asistieron a la reciente puesta de esa obra por el grupo Argos Teatro pueden confrontar el hecho escénico con el texto escrito, y realizar entonces una lectura más reposada y profunda del mismo.

El mismo autor comenta la génesis de la obra, apenas reducida a una noticia que leyó en internet sobre la detención de un famoso pintor cubano —residente en La Habana—, quien de paso por Miami fue detenido y encarcelado bajo la sospecha de pedofilia.

Sobre ese hecho se edificó Sistema…, pero lejos del morbo sensacionalista o la reconstrucción «policiaca» que aquel pudo generar, el dramaturgo construye una complicada e inextricable red de posibilidades que aportan uno de los principales códigos de la obra: la ambigüedad. El artista de la plástica y su esposa, otro matrimonio recién instalado en Miami cuyo pequeño hijo deviene centro del conflicto, la galerista española que «mueve» la obra del pintor en Estados Unidos, una sicóloga y un policía son los personajes que interactúan en el relato, cuyos vínculos maduran una trama de dobleces, hipocresías, ocultas intenciones, mentiras o verdades a medias, que aportan al drama buena parte de su riqueza y polisemia.

La puesta de Leandro Tamayo para el grupo Argos Teatro ha logrado captar y transmitir con certeza y conocimiento de causa el complejo mundo erigido por González Melo en su pieza: familias que trasladan su vulgaridad y frivolidad a un mundo que es perfecto «caldo de cultivo» para que triunfen esas y otras características (la necesidad de aparentar, el «tener» como objetivo central de vidas tan ruidosas en su proyección como vacías…) y la manipulación como práctica común en personajes que se utilizan pérfida e inescrupulosamente pasando por sobre afectos o sentimientos más elevados.

Tanto en los medios como «puertas adentro» estos hombres y mujeres se retan, combaten y se destrozan más allá de la piscina de la casa donde transcurre buena parte de la acción, y que se antoja una metonimia ideal para significar (y escenificar) el mundo representado a nivel literario: Miami (no por gusto la obra se iba a titular así en la variante fonética más empleada en Cuba: Mayami), ciudad que con toda su complejidad y singularidad emblematiza otros tantos territorios dentro de la llamada aldea global.

Con escenas que acusan dinamismo y fluidez en sus cambios, lo cual permite que los sustanciosos personajes interactúen en toda la visceralidad de sus relaciones; dentro de una narrativa que aglutina y alterna los tiempos de manera acronológica y por ello eficaz (más que contar de manera lineal la historia se persigue una reflexión sobre las acciones y los hechos, concatenados y generadores de otros tantos), Tamayo y sus colaboradores han armado una puesta inteligente y rigurosa, en la que sobresalen también la sutileza de la música original y la banda sonora (Denis Peralta), el vestuario de Vladimir Cuenca —de encomiable expresividad al reflejar esenciales características de estos hombres y mujeres— y las siempre atinadas luces de Manolo Garriga, más encaminadas a diseñar espacios afectivos y síquicos que físicos.

Otro mérito son las actuaciones: José Luis Hidalgo, Rachel Pastor, Yailín Copola, Alberto González, Maridelmis Marín y Mariana Valdés logran dar entereza sicológica a sus roles, poblándolos de los adecuados matices que los libran del esquematismo o los trazos gruesos.

Sistema. Una trama inconveniente, es, en fin, una digna trasposición de un excelente libro que ahora figura entre las ofertas de la Feria, y que responde plenamente a lo suscrito por Gustavo Ott, uno de los miembros del jurado que le otorgó el reconocimiento: «Me gusta creer que esta obra resume lo mejor que se escribe en nuestro continente».

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