Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Entorno, cultura y amor…

A Lila, gran amiga, y eterna protectora de los animales…

Autor:

JAPE

Estamos celebrando la Jornada por la Cultura Nacional y, en los próximos días, el 24 de octubre, se cumplen 80 años de la emisión de la orden para autorizar la creación del Zoológico de La Habana, ubicado en la Avenida 26 del Vedado capitalino. Un año después, en 1939, se inaugura el más popular y antiguo Zoo de nuestro país.

Y algunos de ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver el mono con la llovizna? (yo sé que no es así el refrán, pero hay que ser respetuoso). Les diré que sí hay relación entre la cultura y los animales. No se trata del gallo que canta, o el perro que baila, que dicho sea de paso lo hacen mejor que muchas personas que ganan concursos televisivos. La relación tiene que ver más con la interacción entre hombres, mujeres, animales y «animalas» (para dar uso correcto del género en la literatura).

Mahatma Gandhi señaló: «Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales». Hay mucho de cierto en estas palabras porque es muy difícil que alguien que maltrate a un animal sea buena persona.

No sugiero darle una libreta de abastecimiento a cada animal, ni cederle el asiento en la guagua… Es un deber que tenemos todos los ciudadanos con nuestro entorno, la obligación de proteger el medio ambiente, en el que además de los animales, están incluidos las plantas, los ríos, los mares, la suegra, el reguetón, el picadillo extendido…

Quizá no sepa usted, querido lector, que hay países que sancionan a quienes maltratan o abandonan a su mascota (excepto a los receptores de béisbol). No hablo de llamarle la atención en privado, sino con jugosas multas que puede llegar a miles de euros.

Aquí en Cuba sería más complicado porque no tenemos euros, y caeríamos en el diferendo de que si CUP o CUC. Pero sí podríamos ser un poco más consecuentes y amistosos con los animales que nos rodean, con esas mascotas que elegimos para alegrar nuestras vidas. No es mi caso personal con los tres perros de mi casa, a los que consideran más que a mí, pero los quiero igual.

Desde tiempos lejanos los animales han acompañado al hombre en sus disímiles tareas en la historia. De hecho, han viajado al espacio con nosotros. No olvidar, que según la vieja fábula, en la Luna hay un conejo.

Innumerables son las personas que han sido salvadas en los nevados Alpes gracias al auxilio de los perros San Bernardo. Esos gigantescos canes que llevan un barril de aguardiente atado a su cuello. He pensado que esta sería una buena práctica para paliar nuestro crudo verano: amigables perros pastores con barriles de refresco Coracán. El aguardiente traería problemas.

Múltiples son las anécdotas, muchas incluidas en libros y películas (sin contar Cujo, el perro asesino), que narran el sorprendente desempeño de los animales en las diferentes facetas de la vida del hombre: desde la investigación científica hasta la actitud heroica de arriesgar su vida por salvar la de un humano. Entre las más notables está la de la famosa cerdita Lulu, que casi fallece buscando ayuda para rescatar a su dueño Joann Altsman, que había sufrido un paro cardiaco. En nuestro caso, el acto heroico sería el del humano que intente adoptar un cerdo como mascota, teniendo en cuenta el precio de la libra de esta especie en el mercado.

Un poco en broma, y un poco en serio, es bueno pensar en que dar amor a todo lo que nos rodea, nos haría mejores personas, y mucho más felices.

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