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Muchos han sido los amigos que nos han escrito para felicitarnos por nuestro aniversario 50, y por la participación del dedeté en el primer taller Prensa, Humor e Identidad, recién concluido en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Entre tantas misivas me llamó la atención la carta de alguien, cuya correspondencia ya extrañaba, por su habitual presencia unos meses atrás. Mi amigo Floro ha retomado nuestra acostumbrada comunicación a través de mensajes y en esta ocasión señala:
«Fraterno JAPE, siento mucho que la imperiosa necesidad de hacer otras tareas (llegaron los huevos a mi barrio) no me permitió estar hasta el final del taller y poderle comunicar mis apreciaciones personalmente. Concuerdo con muchos de los asistentes, en que este encuentro ha sido un gran paso inicial, que debemos seguir fomentando en otros espacios, sobre todo en las universidades e instituciones relacionadas con el difícil arte de las comunicaciones.
«Disfruté todas las ponencias y me parecieron de importancia vital para nuestros días (…) No puedo negar que el tema relacionado con la visión de La Habana dado por dos grandes escritores como Jorge Mañach y Eladio Secade, y mostrado por la escritora Laidi Fernández de Juan (inteligente y simpática dama) fue lo que más caló en mi sensibilidad y mi amor por la capital de todos los cubanos.
«Estas crónicas, estampas, o como se les quiera llamar, me han hecho recordar los tiempos en que nuestra prensa, después del triunfo revolucionario, estaba minada (en el mejor sentido de la palabra) de este tipo de literatura. Prosas llenas de humor y reflexión, llenas de cubanía y buen gusto… llenas…, llenas también estaban las guaguas de aquellos tiempos, llenas de grietas las calles, llenas de personajes autóctonos que coloreaban el entorno de la ciudad. Miles de anécdotas e historias inverosímiles que se convertían en leyendas cuando magistralmente aparecían en el papel periódico o en diversas revistas y volúmenes, tatuadas en blanco y negro, con letra y firma de los más inmensos escribas.
«Nombres hay que pudiera traer a colación hasta que la memoria me permita. Desde el gran Marcos Behemaras (inseparable del caricaturista Virgilio Martínez), pasando por literatos de la talla de Carballido Rey, Castor Vispo, Tejeiro, F. Mond, Alberto Luberta, Evora Tamayo, Iscajim, Betán… y muchos, muchos otros.
«No solo supimos de La Habana, también de Matanzas, de Santa Clara… ¡de Quemado de Güines!, gracias a la narración y el buen humor de Enrique Núñez Rodríguez. Escritores y periodistas; periodistas y escritores, como Manuel González Bello, Luis Sexto y el maestro Héctor Zumbado, hicieron nuestras delicias…
«Amigo JAPE, no daré más cordel al papalote e iré al grano. Sugiero a usted, y en particular a la Unión de Periodistas de Cuba, teniendo en cuenta que ese modo de decir, esa prosa irreverente y rica, crítica y sabrosa, ha desaparecido de las páginas de nuestra prensa (con excepción del escribidor Ciro Bianchi), que se funde, se instaure, el premio Héctor Zumbado para la obra de un año, o el mejor artículo de este corte que se publique en nuestros periódicos, y de esta manera fomentar el regreso de tan fresca y enriquecedora lectura. Le confieso que la idea aún está muy verde, pero cuento con usted para convocar a tan noble empresa».
Estimado amigo Floro, le recuerdo que ninguna empresa es noble si no sabemos de qué pata cojea el administrador. Realmente su idea está muy verde, quizá debía meterla en un saco de yute y ponerla a la sombra para acelerar su maduración. No obstante, siento que no está muy lejos de la verdad, ni que su propuesta sea descabellada, como mi cabeza, que ya no cuenta con tupida y negra cabellera. Haré llegar su sugerencia a los niveles pertinentes. Espere pronta respuesta por esta vía. Mejor por la Vía Láctea, o si lo prefiere por Vía Blanca que llega a más lugares. Un fraterno abrazo, yo.
