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Danza en instantes sublimes

JR conversa con tres miembros del jurado del Primer Concurso Internacional de Fotografía de Danza Alicia Alonso 2021, cuyo plazo de admisión de las obras vence el 25 de agosto

 

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Chicago, otoño de 1939. En el estudio de Maurice Seymour, se había dado cita el Ballet Caravan, que dirigía el empresario Lincoln Kristein, para participar en una sesión fotográfica que serviría de promoción a una serie de presentaciones que tendría el conjunto. Entre cuerpo de baile, maîtres y primeros bailarines, sobresalió una joven que cautivó con sus arabesques que en ese mismo instante quedaron inmortalizadas. Era Alicia Alonso, cuando aún pocos se hubieran atrevido a imaginar que con el tiempo se convertiría en un referente de la danza mundial, fundaría una escuela con estilo propio y llevaría adelante una compañía, baluarte de una nación.

La crítica estadounidense Anne Barzel, que fue testigo de aquella sesión fotográfica, posteriormente narró: «Esta nueva joven (Alicia Alonso) me fascinó y la miré durante toda la sesión de fotos, admirando la flexible facilidad con que hacía cada pose y cómo comprendía las instrucciones, aunque hablaba poco inglés». 

Ese legado de la prima ballerina assoluta es el germen de una iniciativa de un creador como Gabriel Dávalos; un proyecto que pretende expandir el alcance de ese arte sublime poniéndolo a dialogar con otras manifestaciones, y que tomó como nombre Primer Concurso Internacional de Fotografía de Danza Alicia Alonso 2021.

El certamen, cuyo plazo de admisión de las obras vence el 25 de agosto, convoca a fotógrafos profesionales o aficionados, de cualquier parte del mundo (podrán solicitar detalles en info.aliciaphotocontest@gmail.com) a que entreguen sus mejores imágenes relacionadas, exclusivamente, con bailarines, coreógrafos y demás profesionales del ámbito danzario cubano.

Un jurado, que sesionará de manera online y presidido por Dávalos, juzgará las obras. Lo integran artistas del lente reconocidos a nivel internacional como el estadounidense Gene Schiavonne y el ruso Mark Olich, así como los críticos Fátima Nollen, de Argentina, y los cubanos Yuris Nórido y Pedro Simón, este último en calidad de invitado de honor.

La rusa Natalia Osipova, sin dudas, una bailarina de talla internacional. Foto: Gene Schiavone.

Durante esos encuentros no solo se seleccionarán a los ganadores del certamen, sino que también se le tomará el pulso al quehacer de la fotografía especializada en danza, en esta etapa de auge tecnológico y en medio del distanciamiento social.

Una conocedora como Fátima Nollen no se extraña de que desde Cuba se haya propuesto una competencia como esta, donde dialogan la danza y la fotografía. «Nos tienen acostumbrados a su continua producción artística, particularmente danzaria, que ha sorprendido al mundo por décadas, desde que Alicia Alonso tomó las riendas de este arte convirtiéndolo en parte de la identidad cubana», dice.

Para la especialista, la danza es un arte efímero que durante mucho tiempo solo pudo «apresarse» en la memoria, en el boca a boca entre maestro y alumnos, o algún que otro dibujo, pintura o fotografía rudimentaria, como las que retratan a la legendaria bailarina austriaca Fanny Elssler, en el siglo XIX.

Comenta la autora de textos publicados en revistas como la británica Dancing Times, que «la fotografía es esencial para conocer las formaciones coreográficas y generar determinadas reconstrucciones, indagar en el vestuario y, por supuesto, en los rostros de los hacedores, su actitud corporal, rasgos de la personalidad y sensaciones del ambiente, a pesar de que la imagen no registra un movimiento completo (como lo hace un audiovisual).

«Quien ha estudiado o practicado danza o ballet y se dedica a la fotografía, tanto profesional como amateur, tiene un sentido de anticipación y oportunidad insuperables para captar el movimiento en su clímax. El desafío está en conseguir ese óptimo resultado de forma consistente», señala Fátima.

Mientras Gene Schiavone busca con el lente «conservar instantes —sobre la escena— que no son evidentes para el público», Mark Olich ha desarrollado una obra en torno a la danza y el teatro. Ello hace que ambos, como miembros del jurado con obras de amplio reconocimiento que avalarán el veredicto, aporten a la competición dos visiones con matices de aprendizaje distintos.

«Mi concepto de enseñanza está diseñado para que una persona que haya aprendido a apretar el obturador en un escenario teatral pueda “disparar” en otros contextos. No tengo especializaciones separadas para danza clásica o, por ejemplo, tango; en mi opinión, la tarea del fotógrafo es poder comprender, a la vez, de un vistazo y desde el primer plano, la naturaleza del movimiento, los detalles del conjunto y las características individuales del artista», asegura Mark Olich, cuyo quehacer artístico está muy relacionado con el Teatro Mariisnky.

También Gene Schiavone ha dejado registrado para la posteridad los cisnes del famoso coliseo de San Petersburgo, Rusia. Para él la cultura de la observación es fundamental para adquirir capacidades creativas. «Solo puede haber un momento perfecto, ni antes ni después, y eso solo es posible verlo cuando se practica con el lente. Debes mirar una fotografía en tres dimensiones para apreciarla en su totalidad. No se trata únicamente de “verla”, sino de escuchar la música dentro de ella».

Schiavone está convencido de que «si la fotografía se pierde, eventualmente también lo hará el bailarín». Sin embargo, no parece que este tiempo ni los que vienen vayan a limitar el valor de la imagen. Al contrario, la fotografía ha encontrado en las redes sociales y en las plataformas digitales un espacio de plena expansión y de socialización; mucho más en estos tiempos de pandemia.

Quien ha trabajado con conjuntos danzarios de alto prestigio como el American Ballet Teather, el Boston Ballet o el Ballet Bolshoi, así como con primeras figuras de la talla de la rusa Natalia Osipova, la norteamericana Misty Copeland y la argentina Paloma Herrera, siente que la actual crisis sanitaria ha restringido la movilidad, lo cual ha provocado que se dificulte tremendamente elegir locaciones donde tomar las fotografías. «Las cancelaciones de proyectos han estado casi al ciento por ciento y muchos colegas han tenido que dejar a un lado su labor y buscar otros caminos para subsistir», señala.

En su caso, Schiavone ha aprovechado el tiempo para trabajar con sus archivos, elaborar talleres online y mirar muchas películas, reconoce.

Hobbies similares ha tenido Fátima Follén, quien considera que la convocatoria del Primer Concurso Internacional de Fotografía de Danza Alicia Alonso 2021 resulta una muy buena motivación para muchos en el mundo, en medio de esta situación sanitaria. «Si no se puede salir, me parece sensacional usar todos los medios tecnológicos a disposición de forma innovadora, para congregar artistas fotográficos en esta propuesta tan original.

«No puedo esperar a ver lo que auguro, será una catarata de creatividad y riqueza artística, admite. No solo espero ver los arabesques perfectos en una foto (obviamente tiene su valor), sino también quiero sorprenderme con nuevas miradas y enfoques en cada obra presentada. Ojalá que este concurso sea el primero de muchos».

 

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