Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El tambor sigue siendo el mismo

La edición 19na. de la Fiesta del Tambor Guillermo Barreto in memoriam se desarrollará del 1ro. al 6 de marzo en La Habana y estará dedicada a Cuba

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Por estos días Giraldo Piloto tiene rutinas más agitadas que de costumbre. A los preparativos de la edición 19 de la Fiesta del Tambor Guillermo Barreto in memoriam se suman las incertidumbres propias de este período pandémico, sin hacer mella en la disposición del comité organizador del evento, dispuesto a que las jornadas del 1ro. al 6 de marzo sean una auténtica celebración de nuestros ritmos nacionales.

A sus 22 años, la Fiesta del Tambor regresa con un homenaje a la creación y al arte netamente cubanos, donde nuestra música será la protagonista ineludible y llegará a nuevos espacios de la capital, tras el impasse que ha supuesto la pandemia para su celebración durante dos años consecutivos, hecho que provocó la cancelación de su última edición a las puertas de la actual crisis sanitaria.

En medio de toda la vorágine de trabajo, JR sorprendió a Giraldo Piloto, fundador del festival, a su salida del programa Mediodía en TV, en los pasillos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), para conversar sobre algunos pormenores de lo que acontecerá en la gran fiesta del tambor cubano.

—Frente a todas las dificultades que ha tenido que afrontar la Fiesta del Tambor, tras dos años alejada de los escenarios y el público, ¿cómo se ha reinventado para la nueva edición?

—Hace dos años tuvimos la idea de dedicar la Fiesta del Tambor a África. Como ya se la habíamos dedicado a España, conectar con las raíces africanas significaba completar el círculo de nuestra identidad, pero cuando estaba todo listo para el festival la pandemia frustró nuestros planes.

«Ahora que tenemos la posibilidad de retomar el evento nos pareció apropiado dedicarlo a Cuba y al enorme talento que tenemos en el Archipiélago, que ha hecho posible que en estos tiempos existiera alegría en las casas, gracias al arte y a la música.

«La propuesta que traemos este año ha tenido que adaptarse a las condiciones actuales, con menos sedes disponibles de las habituales y explorando nuevos espacios, como el Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana o Arco de Belén. En festivales anteriores los teatros que utilizábamos para el evento ofrecían presentaciones durante todas las jornadas. Esta vez conformamos una programación más sencilla, en comparación con ediciones anteriores, pero cargada de la sabrosura que caracteriza la Fiesta del Tambor.

«Nuestras competencias tradicionales también serán diferentes. El plan inicial era el mismo de todos los años: realizar competencias abiertas a todas las edades en las cinco especialidades de la percusión
—batería, tumbadora, paila, bongó y tambores batá—, así como en los bailes de casino y rumba.

«Hemos elegido no poner en peligro la salud de los jóvenes que habitualmente participan, porque las escuelas de arte de todo el país han sido desde hace mucho tiempo la principal cantera de nuestras competencias y de nuestras clases magistrales. Entonces en esta edición realizaremos solo una de batería para músicos profesionales o ganadores de certámenes anteriores de la Fiesta del Tambor.

«No recuerdo que una competición de este tipo haya tenido lugar en Cuba, al menos desde hace mucho tiempo, y creo que es algo que se podría tomar como referencia, quizá para retomarlo en un futuro. Las competencias son una de las áreas más afectadas del festival, pero se convertirán en algo interesante, gracias al apoyo de nuestros patrocinadores.

«Estoy muy contento por la ayuda organizativa que hemos recibido de Artex y de la Dirección Provincial de
Cultura en La Habana, así como del Gobierno y otras instituciones como la Oficina del Historiador, el Hotel Nacional de Cuba y el Salón Rosado de la Tropical, que han hecho posible que la Fiesta del Tambor sea una realidad.

«El apoyo que recibimos de músicos y artistas es extraordinario. Cuando los convocamos se conectaron enseguida con el evento, porque lo reconocen como propio; incluso ha servido de plataforma para dar a conocer el trabajo de muchos de ellos. El público podrá encontrarse con agrupaciones legendarias como Los Muñequitos de Matanzas, Timbalaye, Rumbatá, los Van Van, Brenda Navarrete, Haila María Mompié y David Blanco, entre muchos otros».

—¿Cómo será el intercambio del festival con las comunidades?

—Esa era una deuda que teníamos dentro del festival y que ahora es posible saldarla con esa parte del público que no siempre puede llegar hasta las salas de los teatros. Iremos a cuatro comunidades en esta oportunidad
—La Lisa, San Miguel del Padrón, Guanabacoa y Centro Habana—, con agrupaciones rumberas como
Timbalaye, Obbini Batá, Clave de Rumba y Rumbatá.

«Me alegra llevar a cabo estas experiencias y que la gente sepa que el tambor sigue siendo el mismo, ese que nació del barrio y que regresa al barrio con ese deseo de que el festival toque los corazones de la juventud, tan necesitada de no perder la conexión con sus raíces y de conocer más sobre la rumba, ese género musical que es patrimonio inmaterial de la humanidad. Eso hay que enseñarlo y así tendremos el futuro de las tradiciones garantizado.

«Aprovechamos esta edición para rendir tributo a Los Muñequitos de Matanzas por su aniversario 70; al Conjunto Folklórico Nacional por su aniversario 60, y a Salvador González, artista de la plástica y fundador del Callejón de Hamel, recientemente fallecido a causa de la COVID-19.

«Otro momento especial que compartiremos con el público será un homenaje a la gran rumbera Merceditas Valdés (1922-1996) por el centenario de su natalicio, con un cajón a los ancestros de la agrupación folclórica músico-danzaria de cantos espirituales Nsila Cheche en el Arco de Belén. En este conocido lugar de La Habana Vieja también se presentarán otros grupos durante la semana, como Iyerosun y Rumbatimba, así como tendrán lugar las clases magistrales de rumba.

«Distinguir el papel de la rumba en nuestra cultura es una máxima a la que no queremos renunciar, porque es un género que nos define como nación y hay que mostrarles a las nuevas generaciones de dónde viene y quiénes son sus exponentes, los que siguen creando y los que ya no están entre nosotros».

—¿Cómo llega la Fiesta del Tambor a sus 22 años?

—Creo que llega con una madurez en muchos aspectos que nos ha permitido a quienes la organizamos tener una mente mucho más abierta a la hora de adaptar una programación o sortear las dificultades que se presentan. En esta edición nos acompaña Efraín Sabás en la dirección artística, quien ha venido a poner la guinda a un equipo de producción maravilloso. Ellos, los artistas invitados y el público son el alma de esta celebración musical.

«La Fiesta del Tambor es un vehículo para promover nuestra cultura y conectar al público con lo que está pasando en parte del panorama musical nacional e internacional, y creo que lo hemos logrado a lo largo de estos años. El tambor es el hilo conductor que lo mismo nos lleva a una clase magistral, una competencia, un concierto de jazz o a un espectáculo donde la gente pueda mover la cintura. Los esperamos en esta fiesta de todos».

Que perduren las raíces de la rumba en los más jóvenes ha sido siempre uno de los objetivos del festival.

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