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El folclor y su fuerza vital en la cotidianidad cubana

Cuatro piezas de estreno presentará el Conjunto Folklórico Nacional los días 24 y 25 de junio en Habana Espacios Creativos, como parte de los festejos por su aniversario 60

Autor:

Daniela Dashiel Rodríguez

Un diálogo entre cuerpos formados en los códigos de la danza folclórica, y movimientos capaces de deshilar una trama en la escena contemporánea, junto a una mezcla entre jazz y tambores batá, son algunas de las propuestas del próximo estreno del Conjunto Folklórico Nacional, previsto para los días 24 y 25 de junio en la sede de Habana Espacios Creativos.

Repensar la danza en la actualidad cubana, rendir tributo a la fundación de la compañía en su aniversario 60, llevar el concepto de folclor a la cotidianidad, y lograr que un público desconocedor de la religión yoruba sienta interés por los bailes afrocubanos, parecen ser una convergencia lograda en Oba Meyi, Vals para Ochún, Julián y Bara, las cuatro coreografías que estrenará la agrupación creada en 1962 por Rogelio Martínez Furé y Rodolfo Reyes.

Con un concepto unitario definido, el grupo percibe la danza como un lenguaje, como una forma de dialogar con la sociedad. «Pretendemos que el público se sienta reflejado en nuestro arte. Buscamos que entienda un mensaje detrás de las gestualidades, composición coreográfica y vestuarios propios de una presentación», comenta Yandro Calderón, primer bailarín de la compañía y coreógrafo de piezas como Mambo #8 y Yansa, dedicada a la deidad Oyá.

A su cargo estuvo también el montaje de Oba Meyi, una coreografía con la singularidad de exhibir en el panteón yoruba a dos reyes: uno de ellos interpretado por el mismo Yandro, y el otro por Harold Ferrán Molina. «Siempre se observa como rey a Shangó; esta vez quise salirme del patrón y crear un tipo de “rey doble”», agrega el joven coreógrafo.

La puesta, dividida en tres actos, muestra el nacimiento de una deidad y su relación con el pueblo, algo que para su creador puede reflejarse en cualquier escenario de la vida cotidiana, pues «un rey o deidad, puede ser un padre o un maestro». Consciente de que el proceso de maduración de una obra, comienza una vez se estrena y no antes, Yandro afirma que, aunque aún no está lograda, sus expectativas son altas, pues confía en que el mensaje llegará a los espectadores.

Entre el piano, la quena andina y los tambores batá…

Acordes de jazz musicalizados por el pianista Alejandro Falcón, fusionados con el sonido clásico del guaguancó, el yambú y la columbia, dan vida a Vals para Ochún, de Leiván García, y a Oba Meyi, presentación donde se incluye también la quena del músico argentino radicado en La Habana, Rodrigo Sosa.

Lejos de ser composiciones escritas para ser bailadas, ambas coreografías llevan el nombre de dos temas musicales de la autoría de Falcón, y pertenecen a su disco Mi monte espiritual (Colibrí, 2017).

«En la primera intenté crear un vals al estilo del jazz world —género creado a partir del jazz de los años 50—, también con la influencia del vals europeo, donde representara la fertilidad y el nacimiento. En el caso de Oba Meyi, es un tema dedicado al orisha Shangó, basado en el ritmo del seis por ocho y de la música afro, combinada con elementos del jazz», comenta el pianista, autor de Caribeña, otro de sus éxitos llevados a la danza.

Alejandro Falcón añade que «los temas han tenido transformaciones. Por ejemplo, Vals para Ochún cuenta ahora con una versión para piano solo, recién grabada con la orquesta Ensamble Solista de La Habana, que dirige el maestro Iván Valiente; otra versión para orquesta de cuerdas y piano y está previsto llevarla también a una sinfonía danzaria».

«Cada época a su estética»

¿Por qué una mujer no podía bailar columbia en los inicios del género? y ¿por qué aún existen prejuicios con su incorporación a este?, fueron las interrogantes que sirvieron como punto de partida a Leiván García para el montaje de Julián, pieza interpretada por la danzante alemana Julia von Oy y que pareciera, desde su nombre, romper tabúes.

«Julián es la versión masculina de mi nombre, un personaje con un conflicto interior que se burla del poder machista y se libera poco a poco de él durante el transcurso de la composición. La muestra rompe también la concepción de que una persona extranjera no puede sentir y bailar la rumba. Se dice que la columbia es una danza de sentimiento, y yo, sin ser cubana, cuando la bailo siento el ritmo correr por todo mi cuerpo», agrega la bailarina europea, quien hace diez años tiene un contacto directo con el folclor nacional.

En cuanto a Bara, la otra creación de Leiván García, más que una pieza danzaria, cabría decir que se trata de una investigación coreográfica completa, musicalizada por el grupo Síntesis, con asesoría teatral a cargo del actor Jorge Enrique Caballero, diseño de vestuario de Any Boza y realización audiovisual dirigida por Alberto Martín del Río. 

Manteniendo la idea de «cada época a su estética», del formador y premio nacional de Danza 2002, Rogelio Martínez Furé, Leiván García recrea en cuarenta minutos cuatro características sociales en cuatro personajes del contexto actual: la ley, la mendicidad, la inocencia y la sabiduría que, a su vez, son cuatro arquetipos de las divinidades Eshú y Elegguá. «Bara en la lengua yoruba es quien siempre acompaña a Eshú; significa fuerza vital; por eso partí de la noción de vitalidad para representar una manera de ayudar a que el folclor se mantenga vivo», explica el joven creador.

Un acompañamiento audiovisual; bailarines que dramatizan textos de Rogelio Martínez Furé; músicos que declaman fragmentos del libro Diálogos Imaginarios, del mismo autor, junto a instrumentistas y un vestuario que alcanzan notable protagonismo, conforman la peculiaridad de Bara y de un espectáculo compuesto por cuatro obras que enriquecen el trabajo de la teatralización de la danza folclórica y su resignificación en la contemporaneidad.

Fotos: Raúl Cañibano

 

Obra Vals para Ochún. Fotos: Raúl Cañibano

 Para Julia von Oy, Julián constituye su primera presentación como solista y miembro del Conjunto Folklórico Nacional.

Oba Meye de Yandro Calderón, busca además reflejar el nacimiento de energías desconocidas y el proceso evolutivo del hombre, según las palabras de su director.

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