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Solo se precisa trabajar para disfrutar del arte

En hermosa coincidencia, celebramos hoy el Día de la Cultura Cubana y el cumpleaños 18 de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, un movimiento comprometido con la profesión de enseñar la creatividad al pueblo. Así lo demuestra el joven Oscar Lázaro Hernández con un proyecto que ha transformado la comunidad de Mayajigua

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

MAYAJIGUA, Yaguajay, Sancti Spíritus.— Son las cuatro de la mañana, y Oscar Lázaro Hernández sabe que a 18 kilómetros le espera la inocencia multiplicada en varios rostros. Desde hace pocos meses, en la escuela rural Boris Luis Santa Coloma, de la comunidad El Río, se habla bastante sobre teatro.

«Llevaban algún tiempo sin instructor de arte, pues mi servicio social en 2010 lo hice ahí, pero estuve algunos años fuera del sector y el más cercano a esa zona soy yo, que vivía entonces a nueve kilómetros. Luego me mudé a Mayajigua y ahora son 18», cuenta con la misma agilidad con que atraviesa en bicicleta los serpentinados trillos que lo conducen al plantel de poca matrícula.

«Llego a casa cada día sobre las ocho o nueve de la noche. Junto con los talleres, cumplo mis responsabilidades como estudiante de la Licenciatura en Gestión sociocultural para el desarrollo comunitario, y lidero junto a mi esposa Yaima Escobar, también instructora, el proyecto Simul Teatro».

Y aunque pesa el escaso tiempo para el descanso, y para compartir con la familia y amistades, su rostro se ilumina cuando rememora el encuentro con los alumnos del centro rural, agrupados algunos en un multigrado y otros pocos en aulas independientes en un local de techo de zinc y amplio portal con columnas de color verde, semejante a la naturaleza que le rodea.

En su plaza nacen representaciones teatrales inspiradas en textos martianos y de otros autores. Los matutinos ya son diferentes, gracias a la constante paciencia de Oscar Lázaro para esculpir el talento de los que han descubierto el arte en sus clases.

«Nuestros talleres, los encuentros en el laboratorio de computación, la biblioteca y la educación física siempre son muy bien recibidos por los estudiantes. Para ellos resulta una fiesta cada taller. Cuando montamos actividades, no han terminado de almorzar y ya están de regreso. Se convierten en los más fieles artistas. Tanto es así que una de las alumnas, Yusnelvis Sala Martínez, atraviesa los 18 kilómetros hasta Mayajigua para formar parte del proyecto que allí lidero, en la casa de cultura Deysa Pérez».

Simul Teatro hace suyo los escenarios de la comunidad yaguayajense de Mayajigua desde hace poco más de seis meses. Tras diagnosticar las necesidades culturales de sus pobladores, Oscarito —como lo conocen en toda esta región norteña de Sancti Spíritus— y Yaima aúnan a amantes de las artes y, poco a poco, han seducido a más público.

«A las actividades teatrales asistían muy pocas personas. Decidimos transformar esa realidad. Lo primero fue entrevistar a personas de diferentes grupos etarios. Algunos sí iban a propuestas culturales relacionadas con las tradiciones campesinas, y otros prefieren pasar el tiempo en el círculo social o en cantinas.

«Con la información recopilada creamos un pequeño grupo con adolescentes, a fin de crecer como propuesta cultural junto a ellos, respetando las particularidades de ese segmento de nuestra sociedad».

La idea inicial aumentó a la misma velocidad de las ganas, empeño y respaldo de quienes fueron descubriendo el trabajo de Simul Teatro, que ya hoy es un proyecto con muchos aplausos y seguidores.

«Llevamos las presentaciones a espacios donde usualmente hay mayor concentración de público. Montamos obras de teatro de calle con temáticas de interés social, para que se sientan parte de la creación. Sin imposiciones, hemos logrado transformar un poco el gusto estético y el modo de asumir hábitos de vida, porque creemos con total seguridad que el arte siempre salva».

Así lo experimenta Oscar desde el día que cruzó el umbral de la especialidad de teatro en la escuela para instructores de arte, de donde egresó en su sexta graduación. «Confieso que matriculé porque lo veía como una vía de diversión y entretenimiento. Pero, poco a poco, mientras lo descubría mejor, me fue atrapando. Tanto es así que si me quitan el teatro no podría hacer otra cosa».

Es por eso que en el tiempo que probó trabajar en el sector del turismo volvía una y otra vez a la casa de cultura Deysa Pérez, de Mayajigua. «Solo se precisa trabajar para disfrutar el alcance del arte. Por ejemplo, con Simul... pensamos que solo sería útil para nuestra comunidad, y ya hemos logrado hacer extensiva esa creación hacia otras localidades y hemos visitado poblados de difícil acceso.

«Para ello ha sido vital el apoyo externo, pues no es secreto la situación que tenemos con el transporte y el combustible en todo el país; además de la alta responsabilidad de movernos con menores de edad. Pero vale la pena cuando luego se sienten los aplausos, se cambian los rostros y la gente se acerca para agradecer».

—¿Estará entonces Oscar por mucho más tiempo con el teatro sobre sus hombros?

—Quiero seguir como instructor porque Simul... me abrió una puerta increíble, un mundo que desconocía, un mundo muy difícil. Sobre todo, deseo continuar trabajando y transformando mi comunidad mediante el teatro y el arte, en sentido general.

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