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Catherine Zuaznábar regresa al ritmo de Sacre

La bailarina cubana presentará el unipersonal creado por Sandra Ramy durante el 27mo. Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso

Autor:

Sergio Félix González Murguía

CATHERINE Zuaznábar está de regreso en Cuba. La bailarina cubana desembarca nuevamente en la Mayor de las Antillas con la pieza Sacre, de la coreógrafa Sandra Ramy, un unipersonal que estrenaron ambas en julio pasado en Fábrica de Arte Cubano, y que esta vez el público podrá disfrutar como parte de las presentaciones del 27mo. Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso.

La pieza se presentará los días 29 y 30 de octubre a las 5:00 p.m. en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, así como el 2 y 3 de noviembre en el Teatro Sauto, de Matanzas, oportunidades que mantienen expectantes a los amantes del arte danzario y a los organizadores de la cita, pues supone la reaparición en los escenarios nacionales de quien fuera primera solista del Ballet Nacional de Cuba en la década de los años 90, bajo la dirección de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso.

Catherine Zuaznábar no disimula su emoción, pues este regreso es reflejo de un anhelo que pervive en ella desde hace mucho tiempo. «Bailar en Cuba es una fiesta para mí. Sé que hay mucha expectativa, pues hace 25 años decidí dejar el Ballet Nacional de Cuba para descubrir todo lo que mi cuerpo podía hacer, más allá de la danza clásica», aseguró en un reciente intercambio con la prensa la intérprete, que durante años integró las filas del Béjart Ballet Lausanne, bajo la égida del insigne coreógrafo francés Maurice Béjart.

Zuaznábar, quien ha incursionado en los estilos clásico, neoclásico y contemporáneo, comentó que en su etapa más reciente como intérprete de piezas como Renacer —unipersonal que presentara durante el Dance Open America, que promueve desde 2020 la bailarina cubana Deborah Márquez— y Sacre, le han permitido explorar nuevas zonas creativas con su cuerpo. 

«En mi opinión, una bailarina debe experimentarlo todo: lo clásico, lo neoclásico y lo contemporáneo. A partir de ahí el lenguaje es mucho más amplio. Con Sacre, Sandra Ramy vino a mí de una manera que no esperaba, y entonces asumí el reto. Es otra manera de llevar al cuerpo a lo que tú quieres hacer y transmitir; un aprendizaje valioso que saco de este tiempo de trabajo con ella», asegura la bailarina, quien asume una pieza que originalmente fue concebida para ser interpretada por un hombre.

Al decir de Remy, se trata de una única versión coreográfica que en un primer momento estrenó con el bailarín Abel Rojas, también en Fábrica de Arte Cubano, en 2019. «Esta obra es una inspiración, una especie de interpretación del original de Vaslav Nijinsky, Le sacre du printemps (1913). Él trabajaba con cuerpo de baile y en este caso yo decidí trabajar con un solo bailarín, y siempre quise hacer una versión femenina.

«La posibilidad de hacer la versión de la perspectiva de la elegida llegó de manera repentina y casual, con un primer contacto con Catherine Zuaznábar, y en seguida nos pusimos a trabajar. Es una maravilla contar con la misma pauta, la misma concepción con que fue hecha esta pieza para un intérprete hombre, y así poder traducirla e interpretarla desde la perspectiva de una bailarina», comentó la coreógrafa, quien utiliza para su creación una versión para piano de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, interpretada a cuatro manos por Marcos Madrigal y Alessandro Stella.

Sobre el escenario danza una bailarina, pero un juego de espejos nos propone algo diferente y atractivo. «La interpretación del original de Nijinsky va por el cuestionamiento de la relación entre el individuo y el colectivo: dónde empieza uno y se diluye el otro. He querido asomarme un poco a esas concepciones, esos cuestionamientos entre lo individual y lo colectivo. La versión que estrené con Abel Rojo es la misma que ahora presento con Catherine Zuaznábar», aseguró Sandra Remy, satisfecha de estar trabajando con una bailarina a la que, confesó, siempre ha admirado.

Catherine Zuaznábar ha vivido experiencias similares a las de Sacre cuando interpretó Bolero, pieza creada por Maurice Béjart originalmente para solistas hombres y que pocas mujeres han asumido. Además, el público cubano la recuerda en su interpretación de Odette-Odile en El lago de los cisnes, mientras integró las filas del Ballet Nacional de Cuba.

«Me gusta poder seguir bailando y tocar varios estilos con diferentes coreógrafos. Quiero hacer algo por la cultura cubana: esa es mi próxima meta. Cuando me fui de Cuba en agosto pasado sentí que necesitaba volver», destacó la artista, egresada de la Escuela Nacional de Ballet en 1992, quien en la actualidad compagina su quehacer como intérprete con sus labores en el magisterio de la danza y de stretching postural, un método para corregir determinadas asimetrías musculares y ayudar a los bailarines a tener una visión más extensa de su cuerpo.

De momento, el público y los organizadores de la cita reconocen en Sacre, y en el regreso de Zuaznábar a la escena cubana, uno de los grandes atractivos de esta edición 27 del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, unido a un programa que aúna parte de lo mejor de la danza mundial de estos tiempos.

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