El personaje de Adriano le ofreció a Tony la oportunidad de explorar y canalizar toda su riqueza interna. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 23/08/2025 | 06:19 pm
Tony Lugones, reconocido por su talento como cantante y su carisma sobre el escenario, dio un salto inesperado en su carrera al debutar como actor en la telenovela Regreso al corazón. Conocido por su versatilidad y pasión por la música, enfrentó a un nuevo reto al interpretar a Adriano, un joven que atraviesa emociones intensas y complejas:
«Lo más desafiante para mí con Adriano fue algo que nunca había experimentado: en varias situaciones del personaje —que no quiero adelantar— atravesé emociones muy intensas. Yo nunca me había visto actuando en cámara, no sabía cómo lloro, cómo me río o cómo me veo molesto…», confesó Lugones, quien se enfrentó por primera vez a la exigencia emocional que exige la cámara.
Al mismo tiempo, la actuación le ofreció la oportunidad de explorar y canalizar toda su riqueza interna: «Lo más gratificante fue experimentar toda esa cantidad de sensaciones que forman parte de uno mismo, de tu carácter, tu formación, tus valores, y ponerlas en función de la construcción de un personaje. Muchas veces uno no sabe si será capaz, puede perder el control, vivir un rompimiento o una catarsis. Y para mí eso fue muy gratificante, porque uno nunca cree que sea capaz de lograrlo».
—La orientación sexual de Adriano no es un conflicto en su entorno, sino su anhelo de ser padre...
—Lo lindo del personaje es que se sale bastante de lo que usualmente se ha mostrado como tema diverso en la televisión. Adriano parte desde la aceptación y los valores, porque se lo ha ganado. Una orientación sexual no define quién eres ni tu rol en la sociedad.
«Todavía mucha gente piensa que estamos anclados a un comportamiento o a una actitud, cuando en realidad esos son otros temas. Lo que hagas en tu privacidad, con cualquier tipo de persona —del sexo opuesto, de tu mismo sexo, o con todas las múltiples opciones que existen en la vida— es tu mundo, tu espacio. Para Adriano, eso no es un problema.
«Su trama principal se centra en la paternidad. Es un personaje criado en el seno de una familia con principios sólidos y hermosos. Su sueño es formar la suya propia, aplicando los valores con los que creció. Esto se refleja en su relación con Camilo».
—Tu relación en pantalla con Leticia (Linda Soriano) está llena de matices. ¿Cómo construyeron esa complicidad desde la actuación?
—Linda Soriano… ¿cómo la puedo definir? Soriano es justicia, es libertad, es la máxima expresión del arte, es la catedral de la actuación. Cuando nos conocimos en unos ensayos fue amor a primera vista. Ella llegó y empezamos a tirar textos. De inmediato nos levantamos de las sillas, nos abrazamos, y fue una euforia, como si nos conociéramos de toda la vida.
«Preparar las escenas fue muy enriquecedor; nos divertimos mucho trabajando en las escenas de Adriano y Leticia. Teníamos discusiones sobre el personaje, sobre la construcción de Leticia y todo lo que ella defiende desde su punto de vista. Linda protege a Leticia con mucho celo; el personaje que más duro lleva es Adriano, porque es él quien la enfrenta y la pone en su lugar. Esa hermosa amistad se la tengo que agradecer a Regreso al corazón».
—Has dicho que Adriano es muy distinto a ti. ¿Qué elementos personales le aportaste para hacerlo auténtico sin dejar de ser un personaje?
—Adriano no tiene que ver conmigo en muchos aspectos. Quizás sí compartimos la manera de decir las cosas de frente, de ser honestos, de valorar la vida, los momentos, la familia, de defender a los inocentes o de mediar en algunas situaciones.
«Pero Tony Lugones no tiene nada que ver con Adriano. Tony es más eufórico, más excéntrico; quizás con los años eso ha bajado un poco gracias a las experiencias de la vida, pero hay acciones que Adriano hace que yo nunca haría. Comportamientos que jamás tendría. Tuve que construirlo desde mí, obviamente.
«Soy más excéntrico. De hecho, hubo situaciones para poder “lugonear” un poco a Adriano, para darle colores y matices, porque el personaje no es gris; no es solo de su casa ni de su trabajo. La vida también tiene colores, y yo quise pintarlo un poquito».
—Si pudieras escribirle una escena adicional a Adriano, una que no está en el guion, ¿qué contarías en ella?
—Hay muchas escenas que yo hubiese grabado para Adriano, que sé que se quedaron guardadas en mi corazón, colgadas como en un árbol. Principalmente, una escena que podría haber sido hermosa: donde Adriano de alguna forma hace las paces con su hermana Leticia. Eso está implícito, no hace falta ser redundante, pero es un melodrama, y hay temas que necesitan redondearse.
«A mí me hubiese encantado tener una escena cercana donde nos sinceramos y nos decimos verdades a la cara. Sobre todo, hubiese sido lindo que Adriano le pidiera disculpas a Leticia: disculpas
por rendirse, por perder la fe en ella, por perder la paciencia. Hubiese sido una escena muy conmovedora».
—¿Cómo viviste el salto al set televisivo y qué aprendizajes te deja Regreso al corazón?
—Fue un salto muy bonito en mi carrera; una aventura, una travesía que decidí tomar, a pesar del riesgo. A veces uno transita por un camino sin saber si será bueno para ti o si es el correcto. Simplemente quise disfrutar del paisaje que ofrecía ese camino, de las personas con las que me fui encontrando y, ¿por qué no?, de los encuentros que a veces te acompañan hasta un punto… o quizá hasta toda la vida.
«Una de las cosas que más agradezco de Regreso al corazón es la gente que conocí. Llegué a ese rodaje en un momento muy difícil de mi vida: con una depresión grande, con mucha soledad y un hambre inmensa de amigos y de amor. Lo que se vivió allí, mucho de eso se refleja en la novela. Ojalá la gente pueda aprender de esto y tomarlo como ejemplo».
—¿Qué te ha sorprendido más de las reacciones del público desde el estreno de la novela?
—La reacción del público ha sido una locura. Yo esperaba rechazo, porque todavía hay mucha homofobia y tabúes, y pensé que por interpretar a un personaje gay recibiría críticas duras. Pero nunca imaginé que la gente iba a querer tanto a Adriano y decirme cosas tan lindas, sobre todo siendo mi debut en una novela con tantos talentos alrededor».
—¿Qué tienen en común el Tony cantante y el Tony actor? ¿Se tocan en algún punto o son dos lenguajes distintos para ti?
—Los puntos en común entre Tony Lugones, el cantante, y Tony Lugones, el actor, son la seriedad con la que enfrento las cosas y la pasión que pongo en todo. Evidentemente, trato de que se note el sacrificio, todo lo que uno apuesta por algo, aunque salga mal, no importa. En mi carrera musical he pasado por muchos lugares, trabajado con distintos productores y explorado diferentes estilos; unos me gustaron más que otros. A esta edad, siento realmente lo que hago musicalmente.
«No significa que sea lo que más me gusta: a mí me encanta el rock, siempre lo he dicho, el pop-rock. Pero creo que todo se puede moldear y fusionar. Ahora estoy trabajando en un disco con estilos diferentes, con conceptos variados y con la fusión de nuestras raíces afrocubanas, y lo estoy disfrutando muchísimo».
—¿Qué te gustaría que quedara en la memoria del público cuando escuchen tu nombre: Tony Lugones?
—Creo que lo más importante en la vida no es el dinero ni la fama, que son efímeros, sino el espíritu, el alma y la energía que dejamos. Me gustaría que Tony Lugones fuera recordado como alguien que luchó, que amó intensamente, que se entregó de corazón, que se equivocó y se levantó, y que siempre respetó a las personas, el tiempo y la vida. Si todos nos enfocáramos en vivir intensamente, en disfrutar de los momentos y de la gente, en salir de nuestra zona de confort y en dejar un buen legado, el mundo sería un lugar mejor.