Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Vamos a ponerle «música»

Tomy fue el caricaturista, el genial artista que sirvió de eslabón entre la primera y la segunda generación del dedeté

Autor:

Jorge Alberto Piñero (JAPE)

 

Hace unos días llamé a Adán para ponernos de acuerdo acerca de qué trataría el dedeté dominical y me dijo: 

—El sábado 5 se cumple 15 años de la muerte de Tomy. 

—¡Quince años ya! Fue lo que atiné a decir.

—Lo supe por una nota que me envió Bayolo —comentó Adán y no pregunté más. Hoy había que hablar de Tomy.

El oportuno y sentido texto del amigo Bayolo, me hizo recordar numerosas anécdotas e historias vividas con Tomy durante muchos años trabajando juntos y compartiendo en Cuba y en el extranjero en miles de eventos y actividades. 

Tomy fue el caricaturista, el genial artista que sirvió de eslabón entre la primera y la segunda generación del dedeté, cuando en 1991 se restructuró la prensa a causa del período especial. Quedamos solos él y yo en lo que sería dedeté dominical, único día en que salía el periódico de la juventud cubana.  

Desde un pequeño reducto de apenas un metro cuadrado negábamos la posibilidad de que desapareciera para siempre una de las más importantes publicaciones de humor gráfico cubano e internacional. Con el tiempo y gracias a él, se fueron sumando otros caricaturistas como Lauzán, Garrincha, Ares, y junto a muchos colaboradores, dedeté resurgió como ave Fénix y llegó incluso a tener un Salón Internacional.

Tomy, como bien dice el amigo Bayolo, era más que un excelente artista, era un buen hombre. Guajiro sin par que de todo sabía un poco. 

En una ocasión que subimos al Pico Turquino junto a los colegas de Juventud Rebelde, al bajar nos alojamos en un hotel en Granma y justo en ese lugar descubrimos una espaciosa taberna con una mesa de billar. Se jugaba fuerte y uno de los anfitriones nos preguntó: 

—¿Quieren jugar, periodistas?

A Tomy le brillaban los ojos por el entusiasmo y rápidamente dijo que sí.  

Uno de los contrincantes afirmó: 

—Pero vamos a «ponerle música» a esto. La pareja que pierda paga la ronda de cervezas.

Tomy con más entusiasmo y una contagiosa sonrisa, común en él, expresó:

—¡Pues vamos a meterle!

Yo le alerté que apenas sabía agarrar el taco.

—¿Pero, le sabes dar a la bola? —me preguntó.

—Bueno… sí… 

—Entonces, no te preocupes… —dijo Tomy con tal seguridad que me alarmé mucho más.

Todos en el lugar, empezando por mí, nos quedamos boquiabiertos4 al ver con qué profesionalidad aquel simpático artista de melena canosa, recogida en un pequeño rabo de mula, se adueñaba de la mesa de billar y hacía maravillas. No recuerdo cuántas cervezas gratis me tomé aquella tarde gracias al gran Tomy.

Recordando a un amigo

Tomás Rafael Rodríguez Zayas es uno de los caricaturistas brillantes que hemos tenido. Tomy fue el primer artista de JR que conocí, a poco de mi estreno en el diario (1970), porque era amigo de Juana María Vega (la periodista de bolsillo para Joaquín Ortega) y ella trabajaba en la redacción, como yo.

Me gustaba mucho su estilo de dibujo por aquella época, que después varió.  Yo colaboraba esporádicamente con el DDT y Tomy ilustró algunas de mis notas, como esta que adjunto. 

Se trata de una anécdota real, ocurrida en una competencia deportiva en Camagüey.  Entregué mi crónica al DDT y a Tomy se le ocurrió hacerle varios dibujos, para semejar una historieta. En mi juventud con frecuencia escribía poemas, que leía en público con desenfado y Tomy me dijo una vez que, si preparaba un libro, él lo ilustraba. Me sentí muy honrado, pero no era para tanto.

A este hombre de buen corazón le falló precisamente esa pieza biológica. Toda persona que lo trató, en cualquier nivel de amistad, debe quererlo muchísimo y recordarlo con cariño, al igual que el que marca con la goma de un bolígrafo estas letras. (Jesús González Bayolo)

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