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Un tributo que desentraña lo eterno

Uno de los aspectos más significativos que destaca la investigación es la inclusión de siete temas inéditos que hasta ahora no formaban parte de la discografía oficial de Silvio Rodríguez

Autor:

Rafa López Mesa

El ecosistema digital de la música se ha visto sacudido por la aparición de Las nubes, una canción inédita de Silvio Rodríguez que, en la voz del chileno Manuel García, se erige como el primer adelanto de un proyecto fonográfico de hondo calado: Álbum blanco para Silvio Rodríguez. Producido en La Habana por Enrique Carballea, este disco no es simplemente una compilación más; es un acto de reivindicación artística, un diálogo generacional y un testimonio de la vigencia de una obra que trasciende el tiempo.

Según detalla la investigación de Joaquín Borges Triana este álbum se concibe como una relectura de antiguos temas del trovador de San Antonio de los Baños. Pero no se trata de versiones convencionales. Aquí, las canciones son revestidas con orquestaciones llamativas que trazan un mapa sonoro tan vasto como la propia imaginación de Silvio: un viaje que va del jazz a la world music, o del folk estadounidense a la sicodelia del rock. Este enfoque no busca adornar, sino reinterpretar, demostrando la plasticidad y la riqueza armónica y poética de composiciones que, en muchos casos, superan el medio siglo de vida.

Uno de los aspectos más significativos que destaca la investigación es la inclusión de siete temas inéditos que hasta ahora no formaban parte de la discografía oficial de Silvio Rodríguez. Este hallazgo es, en sí mismo, un evento cultural de primera magnitud. Son piezas que han permanecido en el arcón, esperando su momento, y que ahora ven la luz no por la voz de su autor, sino a través del filtro sensible de otros artistas. Esto convierte al Álbum blanco… en un acto de
desdoblamiento: las canciones dejan de ser propiedad exclusiva de su creador para convertirse en «un reclamo personal de cada participante». Ya no son solo de Silvio; son también de quienes las interpretan, y, por extensión, del público que las recibe. Se trata, como bien se apunta, de una suerte de tributo a uno de los fundadores de la Nueva Trova, pero un tributo que evita la reproducción estática para sumergirse en la recreación viva y personal.

Junto a Manuel García, «destacada voz emergente» dentro de la tradición iberoamericana de la Nueva Canción o Canción de Autor, el disco cuenta con la participación de un par de «próceres de la música latinoamericana», una «joven y prometedora cantautora española» y una «pléyade de compatriotas cubanos de gran talento». Esta curiosa mezcla simboliza el alcance universal de la obra de Silvio. No es un homenaje localista, sino panhispánico, que une a distintas generaciones y
geografías bajo el denominador común de una poesía musical que ha sabido capturar «el espíritu del tiempo en que fue ideada», pero con la cualidad añadida de «resistir el inexorable transcurrir de los años».

La canción adelanto, Las nubes, orquestada por el catalán Alfred Artigas, sirve como perfecta carta de presentación. No solo confirma la potencia de la melodía y la letra original de Silvio, sino que demuestra cómo una nueva instrumentación y una voz distinta pueden realzar su esencia sin traicionarla. La obra de Silvio Rodríguez, se corrobora aquí, posee una arquitectura tan sólida que permite ser habitada desde múltiples perspectivas sonoras sin derrumbarse.

Borges Triana añade que el fonograma completo, «concebido a partir de la premisa de que el arte hermoso no hace concesiones», estará disponible para los «silviófilos» de todo el mundo en solo unas semanas. Es una premisa crucial: este no es un proyecto comercial en el sentido más banal, sino una afirmación de principios estéticos. Es un disco que cree en la belleza del arte como un fin en sí mismo, sin concesiones a modas efímeras. Y, como gesto significativo hacia los orígenes y el corazón de esta música, se trabaja para que el Álbum blanco para Silvio Rodríguez aparezca también en una edición cubana.

El lanzamiento de Las nubes se enmarca en el contexto de la gira Pánico de Manuel García, coincidiendo con sus conciertos en el Teatro Municipal de Las Condes. Este cruce de caminos —el trovador chileno presentando su propio trabajo mientras se convierte en el primer heraldo de un álbum tributo al fundador de la Nueva Trova— subraya la vitalidad y la interconexión del género. Es más, se anuncia que García será invitado en el primer show de los cuatro que Silvio Rodríguez ofrecerá en el Movistar Arena de Santiago de Chile, tejiendo así un puente directo y tangible entre el homenaje y el homenajeado, entre el legado y su proyección futura.

En definitiva, Álbum blanco para Silvio Rodríguez se presenta no como una mirada nostálgica al pasado, sino como una afirmación de la contemporaneidad y la resiliencia de una obra monumental. Es la prueba de que las canciones de Silvio, esas que fueron sueños hace más de 50 años, siguen vivas, respirando en nuevas voces, adaptándose a nuevos lenguajes sonoros y, lo más importante, continuando su viaje para convertirse en un reclamo personal, íntimo y colectivo a la vez, para las nuevas generaciones. Es el blanco no como vacío, sino como lienzo de infinitas posibilidades.

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