Milagros Cabral fue un azote para las cubanas. Foto: Ricardo lópez Hevia CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.—Burlándose de los pronósticos, la selección de República Dominicana superó en toda la línea a la cubana y ganó la medalla de oro del voleibol femenino en estos XX Juegos Centroamericanos y del Caribe por la vía rápida, tres sets por cero (33-31, 25-16 y 25-20).
Fue un partido vibrante como últimamente son todos en los que se enfrentan ambas escuadras, pero las cubanas no tuvieron el ritmo necesario para desestabilizar a sus rivales y nunca encontraron el camino para salir de los malos momentos, a pesar del apoyo del público cartagenero que hizo frente a la torcida dominicana en el abarrotado gimnasio de la Universidad de esta ciudad.
Así, las quisqueyanas volvieron a hacernos la gracia de los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, cuando nos dejaron el grito de victoria congelado en la garganta.
Al terminar el choque, entre la vergüenza y la impotencia, el banco de las criollas era un mar de lágrimas. Pasamos por su lado con la intención de obtener unas palabras, pero, lo confieso, no tuvimos el coraje de preguntarles nada.
En cambio, logramos «secuestrar» un segundo a Milagros Cabral, para muchos la mejor jugadora del equipo dominicano, quien festejaba a viva voz con sus compañeras un triunfo que les sabía a gloria.
Le dije que era de la prensa cubana y enseguida aceptó darnos su opinión del partido y el torneo.
«Nosotros siempre entramos a jugarle duro a todos los contrarios, pero más si son las cubanas, que para mí tienen el mejor equipo del mundo. Trabajamos bastante para ganar esta medalla, fíjate que solo perdimos un set en todo el torneo. Estoy muy contenta, creo que las cubanas no creían en serio que les podíamos ganar».
—También ganaron en Santo Domingo 2003, ¿acaso los estilos encajan y ustedes le juegan mejor a Cuba que a otros grandes equipos?
—No, nada de eso. Contra las cubanas jugamos muy motivadas, pero nosotras peleamos igual contra todos los de la élite.