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El progreso se mide en altura

Si se mira la historia del salto alto en Cuba y en el mundo, Zayas es un completo afortunado al contar con la asesoría del Soto, el mejor en su prueba en todas las épocas y una auténtica leyenda deportiva, y con la disciplina y el rigor de entrenamiento de Centelles

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Los éxitos más recientes de Luis Enrique Zayas han tenido muchísimo que ver con las enseñanzas y consejos de su preparador Juan Francisco Centelles y Javier Sotomayor. Si se mira la historia del salto alto en Cuba y en el mundo, Zayas es un completo afortunado al contar con la asesoría del Soto, el mejor en su prueba en todas las épocas y una auténtica leyenda deportiva, y con la disciplina y el rigor de entrenamiento de Centelles, un hombre con muchos años como adiestrador y casi una década en la selección nacional. 

El tándem de Juan Francisco y Javier, junto a la sabiduría que aportan, han contribuido a que la carrera deportiva del saltador de altura santiaguero cada día respire con más vigor, y atrás vayan quedando aquellas jornadas que invitaban al joven de 22 años a una retirada prematura de la especialidad con la que creció y llegó a ser el mejor del orbe en una categoría. Cual varilla de su prueba, Luis Enrique tropezó varias veces con la vida, pero esos tragos amargos parecen destinados al entierro.

Los Juegos Panamericanos de Lima 2019 fueron el balón de oxígeno para alguien que emergió campeón mundial juvenil hace cuatro años en la urbe polaca de Bydgoszcz y luego atestiguó un preocupante descenso. En la cita continental, a la cual estuvo a punto de no acudir, el hijo de la vallista Tania Fernández Hodelín se hubiera llevado, de existir, el lauro de Deportista Revelación de Cuba, toda vez que cruzó el umbral dorado en una excitante competición, con un salto de 2,30 metros, marca personal y superior a la anterior por tres centímetros, que databa de 2016 en Bydgoszcz.

Casi dos meses después de ese cetro, mantuvo a sus seguidores con las uñas en la boca a medida que avanzaba su concurso en su primer certamen del orbe absoluto, en Doha, Catar. A pesar de quedar fuera del podio, en el quinto lugar, volvió a saltar sobre los 2,30 metros, y lo más importante es que dejó la sensación de que al menos un bronce podía colgarse, no por sueños triunfalistas, sino por el propio desarrollo de la competencia.

Esas credenciales y el progreso mostrado en tan poco tiempo, le hicieron merecedor de un puesto en la reducida comitiva cubana que participa en la gira invernal europea. Su primer evento bajo techo lo terminó con 2,27 metros —quinto lugar en la ciudad checa de Hustopece— y tres días más tarde logró el resultado de su vida.

En Banska Bystrica, Eslovaquia, ocurrió el 11 de febrero uno de los momentos que todo atleta espera: el de romper su récord personal. Fue así que el indómito quebró su mejor marca, de nuevo por tres centímetros, para ganar por primera vez en un evento a pista cubierta y dejar en plata al bahamés Jamal Wilson y en bronce al británico Tom Gale.

Ese brinco de 2,33 metros, además de darle la euforia merecida a Zayas, tiene otras repercusiones que trascienden la alegría del atleta. Encabeza la clasificación mundial en la incipiente temporada —igualado con registros de Wilson, Gale y el estadounidense Darryl Sullivan— y ubica a Luis Enrique como segundo hombre de Cuba en todos los tiempos, en lides techadas, por detrás de Sotomayor. Atrás quedó el subcampeón mundial santiaguero Víctor Moya, con sus 2,31 metros en 2007.

A pesar de no acercarse a su cota personal, en su último evento, el 14 de febrero, volvió a escalar al centro del podio, tras vencer con 2,24 metros en la reunión atlética de Val de Reuil, Francia.

Su línea competitiva a partir de Lima ha creado en bastantes aficionados la costumbre de estar pendientes a sus actuaciones con expectativas de progreso, y esperamos que esa actitud se mantenga hasta los Juegos Olímpicos de Tokio, su evento grande del año.

 

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