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Unas escenas que desaparece del territorio nacional ecuatoriano Quito, julio 17.— Los aviones de Estados Unidos en la base militar de Manta realizaron este viernes su último vuelo mientras, en Washington, expertos consideraban que la devolución de ese enclave a Ecuador podría crear «problemas de seguridad», por lo que es prioritaria su reubicación y la reorganización de sus funciones, dijeron.
Quito recibirá de vuelta la base el próximo 18 de septiembre, al concluir el convenio que autorizó la presencia yanqui allí en 1999 y que el presidente Rafael Correa no renovó, escuchando el clamo del pueblo. Más aún: la nueva Carta Magna ecuatoriana estipula que el suelo nacional no puede admitir bases extranjeras.
La base militar estadounidense ubicada en Manta está clasificada como uno de los Puestos de Operaciones Avanzadas (FOL), cuya función principal es la vigilancia y el control, presuntamente, en la declarada lucha contra el narcotráfico. Pero hay evidencias de que sus radares han servido al Pentágono para otros objetivos en la región.
Citado por EFE, Peter DeShazo, del Centro de Estudios Estratégicos, justificó el «efecto negativo» del cese de las operaciones remarcando que afectará «la habilidad de vigilar y prevenir a los vuelos del narcotráfico y de los narcotraficantes», por lo que dijo era prioridad la búsqueda de otra localidad «que tenga las mismas características de Manta».
Para sustituirla, Colombia y Estados Unidos negocian un acuerdo que permitiría a Washington el uso de las bases colombianas de Malambo (norte), Palanquero y Apiay, en el centro del país, aunque los nuevos asentamientos también podrían extenderse a Larandia, en el departamento sureño de Caquetá, y Tolemaida, agregó el cable.
