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Comicios con hondura

Ruptura del bipartidismo tradicional y la irrupción de Libre: secuelas directas del golpe de 2009. Los hondureños renuevan hoy la presidencia, el legislativo y 298 municipalidades

Autor:

Marina Menéndez Quintero

La vida está dando la razón a quienes avizoraron que una fuerza política se estaba gestando en el sujeto social que nació, espontáneamente, del rechazo al artero golpe militar disfrazado de democión legislativa de junio de 2009 en Honduras.

Aun sin los resultados de las elecciones que tienen lugar hoy en ese país, pocos dudan que la noticia del proceso electoral está en Libre, las siglas del partido Libertad y Refundación: una suerte de brazo político de la Resistencia que emerge con fuerza quizá no calculada como candidato de peso para pugnar por la presidencia. Aunque nadie puede asegurar que gane, pocos dudan que quede en uno de los tres primeros lugares.

Una vez más, como lo ha demostrado la Historia, los excesos antidemocráticos de los gorilas consiguieron la radicalización de los sectores más depauperados, pues fueron ellos, a su vez, quienes con más persistencia se enfrentaron a la soldadesca erigida en respaldo, no de la Constitución, sino de la asonada urdida desde el Parlamento contra el ex presidente Manuel Zelaya. Fueron ellos por tanto, también, los sectores más reprimidos… aunque el empleo de la violencia en Honduras trascienda la que ejecutó el ejército para aplastar la protesta popular contra los usurpadores.

Represión, es ese el pan nuestro del día a día en una nación donde es usual la muerte de campesinos que reclaman sus tierras —se afirma que 104 fueron asesinados desde 2009— y de pobladores indígenas. Ellos engrosan las cifras globales de una violencia cuyas causas no están siempre en la marginalidad, y que se ubica entre las más altas del mundo, con un promedio de 20 víctimas fatales por día.

Al propio tiempo, se intenta acallar por la fuerza reclamos sindicales y populares coherentes con una sociedad marcada por la inequidad, donde apenas el 20 por ciento de la población —muchos de ellos miembros de las poderosas familias latifundistas— posee el 60 por ciento de las riquezas, en tanto alrededor del 70 por ciento de la ciudadanía clasifica dentro de la pobreza.

Vale la pena retratar así, de soslayo, el entramado, porque sin ese cuadro sería difícil entender cómo una fuerza política que recién se estrena, autoproclamada de izquierda, y que de cara a las elecciones promete un «socialismo democrático» figure, según las encuestas, entre los principales contendientes que este día pugnan por la primera magistratura hondureña.

Difícil de entender, sobre todo, cuando hablamos de un país donde el ejercicio del poder ha estado secuestrado hasta hoy por los mismos grupos oligárquicos que concentran el dominio económico, y que ha transitado históricamente entre los dos partidos que representan a esa oligarquía nacional: el Liberal y el Nacional, alternándose un Gobierno al que por primera vez en estas elecciones le ofrecen «pelea» otras agrupaciones políticas.

El golpe —que ya se sabe trascendió a la derecha compuesta por los magnates hondureños y contó con las mentes calenturientas de la reacción continental e importantes grupos de poder de los Estados Unidos— fue el catalizador para esto que puede ser incipiente, pero significa ya una toma de conciencia.

El rechazo al bipartidismo tradicional e, incluso, su ruptura, es precisamente el otro punto focal de los comicios, y no corre solo a cuenta de Libre.

Nueve partidos representados por ocho candidatos —pues dos van en coalición— y entre los que se anotan cuatro de nuevo cuño, dan la batalla a nacionalistas y liberales en las urnas. Para muchos analistas ello expresa el cansancio del electorado con la política tradicional, un descontento expresado también, habitualmente, en altas cuotas de abstencionismo.

En ese amplio y heterogéneo abanico donde aparece, incluso, Romeo Vásquez Velásquez —el hombre que encabezaba las Fuerzas Armadas en el momento del golpe, aliado del usurpador Roberto Micheletti y comandante en jefe de la represión— no todos tienen posibilidades, a tenor con las encuestas que, entre los nuevos, solo ofrece expectativas de figurar en los primeros lugares, a Libre.

Aunque algunos sondeos ubicaron a su candidata, Xiomara Castro de Zelaya, a la cabeza de las intenciones de voto, otros la situaban en el segundo puesto detrás del aspirante del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, por menos de cinco puntos de diferencia, en tanto uno de los más divulgados, dado a conocer ya avanzado el mes de noviembre por la firma CID-Gallup, colocaba a ambos en un virtual empate técnico, aunque sin superar ninguno el 30 por ciento de los sufragios.

Pero eso no tiene por qué ser problema. Para las leyes electorales de Honduras no hace falta la mayoría absoluta a la hora de anunciar vencedor, razón por la cual será proclamado presidente o presidenta quien obtenga hoy la mayoría simple de los votos, sin necesidad de segunda ronda. Se especula que el otro mejor puntuado sea Mauricio Villeda, del Partido Liberal.

Más allá de la primera magistratura también están en liza 128 asientos del Congreso y 298 alcaldías, donde los aspirantes de Libre podrían ocupar los más importantes espacios.

Por la constituyente

Figura que representó el poder robado a Manuel Zelaya cuando este fue sacado del país en la madrugada del 28 de junio de 2009 a punta de bayoneta —lo que significó la mejor prueba de que aquello era un golpe y no una simple democión congresional, como se quería hacer ver desde una institucionalidad burlada— su esposa, Xiomara Castro, no solo tiene el mérito de haber encabezado, junto a líderes sociales y populares, las manifestaciones y marchas que durante meses protagonizaron quienes resistían.

Su autenticidad como aspirante a la Presidencia se asienta mejor en el hecho de haber asumido la principal demanda enarbolada por el que después sería Frente Nacional de Resistencia Popular. Ello la convierte en una candidata con ascendencia en las masas. Además, la compañía del prestigioso líder social Juan Barahona, otra de las figuras visibles en el desafío a los golpistas, y quien aspira junto a ella en la boleta a una de las dos vicepresidencias, afinca a Xiomara más cerca de las bases populares y campesinas.

En cuanto a su programa electoral, no han hecho falta demasiadas promesas. La instauración de una Asamblea Constituyente de la que emerja una nueva Carta Magna que permita refundar al país ha sido el punto principal de su  campaña, y resulta consecuente con los derroteros del depuesto Manuel Zelaya.

Aunque no pocos políticos y observadores respaldan la tesis de que la asonada buscó golpear la integración regional desgajando del ALBA a su eslabón más débil, también es cierto que el detonante, a lo interno, fue la instalación por el ex mandatario de la llamada «cuarta urna». En aquellos comicios frustrados de 2009, se pretendía recoger allí las papeletas donde el electorado se pronunciaría sobre una consulta popular para preguntar, a su vez, sobre la conveniencia o no de una Asamblea Constituyente.

Claro que en un país donde también el poder mediático ha sido hegemonizado por los pudientes, muchos temerán al socialismo, aun bautizado de democrático, que propugna Libre, pese a que en ese partido no solo está el grueso de las fuerzas populares y sociales que integran el Frente de Resistencia, sino, además, personalidades del Partido Liberal al que pertenecía Zelaya en el momento de su democión, y que ahora le acompañan.

Pero los seguidores de Libre saben que el camino para un cambio profundo en Honduras es arduo. En declaraciones a este diario cuando aún no había comenzado la batalla electoral, la ex canciller de Zelaya, Patricia Rodas, inmersa también en la consolidación del partido, no desconocía los múltiples obstáculos que tendrían que sortear.

«Sabemos que ganaremos de espacio en espacio, paso a paso, de batalla en batalla, de camino en camino, de casa en casa».

Uno de esos pasos tiene lugar este domingo sean cuales sean los resultados, porque Libre ya se ha empoderado en el panorama político hondureño.

Los ocho candidatos a la Presidencia y su orden en la boleta

1- Orle Solís, candidato del Partido Democracia Cristiana

2- Romeo Vásquez, candidato del Partido Alianza Patriótica

3- Mauricio Villeda, candidato del Partido Liberal

4- Salvador Nasralla, candidato del Partido Anticorrupción

5- Xiomara Castro, candidata del Partido Libertad y Refundación (Libre)

6- Andrés Pavón Villeda, candidato del Partido Faper-UD

7- Jorge Aguilar, candidato del Partido Pinu

8- Juan Orlando Hernández, candidato del Partido Nacional

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