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Francia: ¿Macron o Marine Le Pen?

El electorado galo vota hoy la presidencia. Dos opciones distintas… pero parecidas

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Entendidos dicen que Enmanuel Macron presenta un programa «escorado» a la derecha mientras su rival, Marine Le Pen, usa elementos de izquierda, aunque a la hora de contener la inflación, por ejemplo, acuda a viejas recetas neoliberales apegadas a la más pura derechización.

Hoy se sabrá si rinden frutos, y a quién, los amagos para tratar de ganar la presidencia de Francia luego de que en la primera vuelta ambos resultaran los más votados, aunque con escasos porcentajes que quedaron muy lejos de la mayoría absoluta: 27,8 por ciento para el todavía Presidente de Francia y 23,1 por ciento para Le Pen en lo que se considera, pese a todo, un voto histórico para la derecha gala.

Más porcentaje «ganó» la abstención, que fue del 25 por ciento, tres puntos porcentuales más que en las elecciones de 2017, en una reiteración de ausencia que obviamente expresa falta de credibilidad. Fueron 12 824 169 votantes que no se inclinaron por ninguno de los 12 candidatos presentados, inasistencias a las que deben sumarse 543 609 votos en blanco y 247 151 nulos.

De tal modo, el bloque que no se pronunció representa un 27 por ciento, índice mayor que el obtenido por el aspirante que más votos ganó.

Hoy por hoy se asegura que un gran número de personas pobres o que se sienten discriminadas, se abstienen permanentemente de votar.

Y hay desencanto, sobre todo, entre los jóvenes de cara a esta segunda vuelta, porque otra vez deberán escoger entre lo que ellos consideran «el mal menor», algo que ya ocurrió en el balotaje de 2017, cuando la presidencia se disputó, también, en ronda del desempate, entre los mismos contendientes.

«Estamos cansados de tener que votar siempre al menos malo de los dos, y eso es lo que explica esta revuelta. Ni Macron ni Le Pen», comentó una estudiante de La Sorbona a la agencia Reuters durante una manifestación a las puertas de la Universidad, hace unos días, para pedir que no se diera el sufragio a ninguno de los aspirantes.

Esos estudiantes habrían sufragado en la primera ronda por   el candidato de la izquierda, Mélenchon. Pero podrían abstenerse ahora.

Expertos también han considerado la influencia que tuvo en la primera ronda el llamado «voto útil», ese que el elector deposita no a favor del candidato de sus reales simpatías, sino por el aspirante del partido que consideran con más posibilidades de ganar, algo usual en las elecciones de Francia.

Una consulta en línea realizada después de la primera ronda por la asociación Mieux Voter, en su deseo de promocionar un sistema de votación que sopese la intención del sufragio y, al propio tiempo, la calificación que la gente da al candidato, prueba el peso del voto útil.

Según cuenta france24.com, al pedírseles a los participantes en la consulta que se pronunciaran de acuerdo con el sistema tradicional y, además, calificaran a cada candidato en una escala que iba de Excelente a Rechazado —lo que la institución promueve como «voto mayoritario»— resultó que Jean-Luc Mélenchon, quien quedó en tercer lugar en la primera vuelta con 22 por ciento de los votos, obtuvo el 55,46 por ciento de los puntos entre 30 000 participantes. Le siguió Macron con 14,38 por ciento.

No se sabe cuánto de esa percepción acerca de quién será ganador influirá hoy para definir cuál de los dos finalistas se llevará el gato al agua.

Los sondeos indican un rango que va de una proyección entre el 51 por ciento al 54 por ciento a favor de Macron, frente a un espectro entre el 49 por ciento al 46 por ciento para Le Pen.

Tanto uno como otro han buscado a toda costa hacerse de los sufragios depositados en la primera ronda a favor del resto de los diez candidatos; principalmente, los de Mélenchon (Francia insumisa), tercero en la lista de la primera ronda con 22 por ciento. El destino del voto de sus seguidores se considera trascendental hoy.

Las encuestas recientes muestran que el 38 por ciento de los votos depositados a su favor irían ahora a parar a favor de Macron, y que un 16 por ciento beneficiaría a Le Pen.

Pero ello no significará más seguridades para el mandatario en su aspiración a ser reelecto.

Considerado por como una suerte de outsider al llegar a la presidencia en 2017 y proyectarse como figura «antisistema» dentro del sistema, la ejecutoria del mandatario durante el período que termina no ha complacido a quienes esperaban posturas más consecuentes que un quehacer acusado, por el contrario, de derechización.

No obstante, analistas señalan a su favor que haya hecho descender el desempleo del 9,6 por ciento que halló a su llegada al poder al 7,4 por ciento, a pesar de la Covid-19; que el PIB se recuperara más rápido en que en otros países de Europa después de lo más duro de la pandemia, y que aumentara la inversión extranjera, aunque ello fuera a costa de reformas con tinte liberal que incluyeron el abaratamiento de los despidos y el recorte de los beneficios a los parados, entre otras medidas que ocasionaron más de una protesta, y donde se cuenta el disgusto que significó su finalmente pospuesta reforma de las pensiones, según la cual los trabajadores deberían laborar más años y ganar menos por las jubilaciones.

Del otro lado, muchos analistas advierten acerca del riesgo de confundirse con la ultraderechista Marine Le Pen, quien ha suavizado su discurso en el afán de ganar adeptos, esfuerzo que incluyó en 2018 el cambio del nombre de la agrupación política que fundó su padre, Jean-Marie Le Pen. Así, el ultraderechista partido Frente Nacional pasaría a llamarse Agrupación Nacional.

Pero la heredera política de su padre no ha traicionado su extracción.

Durante esta campaña ha hablado de empleos, desigualdades sociales y servicios públicos, mas «la perspectiva económica de Le Pen es cualquier cosa menos socialista», advierten los analistas de la revista digital CounterPunch.

Así, en el debate televisivo que los colocó cara a cara, Marine Le Pen se presentó como una «tercera vía» y anunció una Francia de la solidaridad en lucha contra la precariedad mientras, en la contraparte, Macron justificó que había tratado de tomar las mejores decisiones en medio de la pandemia y ahora con el conflicto en Ucrania, y prometió una mejoría de la vida cotidiana.

La diferencia entre ambos que muestran los sondeos, no es amplia. Tampoco parecería tan grande la distancia entre sus modos de hacer.

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