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Biden está atorado

La posibilidad de que el legislativo de EE.UU. apruebe más dinero adicional para Israel y Ucrania, cada vez es más remota

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El aumento de indocumentados, pese a lo que Joseph Biden ha llamado el «plan comprensivo» que implementó tras la derogación, en abril, del leonino Título 42 que dejó Donald Trump, sigue constituyendo un problema para la administración demócrata que se hace peligroso de cara a las próximas presidenciales, y ahora mismo podría influir en su política exterior.

Una nueva hornada de asistencia para Ucrania e, incluso, la posibilidad de que el legislativo apruebe más dinero adicional para Israel y su capítulo nefasto en Gaza, según comentó el diario mexicano La Jornada citando a AP, penden de que la Casa Blanca dictamine nuevas medidas para lo que legisladores republicanos en ambas cámaras identifican como la seguridad fronteriza en la línea de demarcación con México y sin las cuales, dicen, no aprobarán los nuevos paquetes financieros.

El condicionamiento está siendo formulado cuando los cruces ilegales superaron el promedio diario de más de 8 000 hace algunas unas semanas, dijo el rotativo mexicano. Otras fuentes aseguran que 309 221 migrantes irregulares ingresaron a Estados Unidos por la frontera sur en octubre, lo que significaría un promedio diario superior a los diez mil. Tal cifra representa 32 000 ingresos menos en comparación con el mes de septiembre, que registró la llegada de 341 392, señaló el Diario de las Américas. Pero, no obstante la disminución, la cifra sigue siendo récord.

Un grupo negociador en el Congreso está buscando un acuerdo mediante la propuesta de reforzar la presencia de agentes en la frontera, y aumentar sus sueldos.

Sin embargo, se sabe que los republicanos apuestan a la mano dura implementada por Trump al estilo del derogado Título 42, que dictaminaba la expulsión inmediata de quienes provinieran de un país azotado por enfermedades contagiosas, y que en los años de 2020 y 2021 tuvo como epicentro la COVID-19. O la puesta en vigor de medidas más insultantes, como el muro, que por falta de aprobación de dinero en el legislativo, no se concluyó, pero que discretamente, el 5 de octubre pasado, la administración Biden anunció que le iban a añadir un nuevo tramo.

Hace pocos meses, legisladores republicanos se pronunciaron con insistencia, incluso, por militarizar la lucha contra la droga en la frontera con México… Es una muestra de lo que podría esperarse si Trump retorna a la presidencia.

El incremento de los indocumentados y, en general, de la migración desde el Sur, sigue remarcando la crisis económica que se cierne sobre las naciones emisoras, y la ausencia de programas coherentes y efectivos del Norte que palien las necesidades y, en muchos casos, la violencia social en esos países. Sin ello, no parece haber solución.

Esa mirada integral al fenómeno ha sido reiterada por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y no parece desconocida por la administración estadounidense y, específicamente, por la vicepresidenta Kamala Harris, encargada por Biden para atender el tema. Pero hasta ahí.

Ahora el asunto es usado por los republicanos como cortapisas para presionar al mandatario y erosionar su imagen a poco de las presidenciales del año que viene, a pesar de que el declarado enfoque comprensivo del asunto por Biden no ha impedido las deportaciones, que llegaron a 380 000 en los últimos seis meses.

Mientras, la política de Occidente en relación con Ucrania, espera. Veremos qué pasa con el respaldo adicional a Israel, fiel guardián de sus intereses en el Medio Oriente.

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