De la explanada de La Piragüa, en el malecón capitalino, voy hasta el motel Vista Hermosa, en Bahía Honda, y llevo conmigo aquella frase convertida en etiqueta para las redes sociales en julio de 2021, con la invitación de que a «Cuba, a la Patria, a la paz, a la soberanía, a la unidad, ¡ponle corazón»
¿Cómo hacerlo desde tantas carencias, con un bloqueo cada vez más fuerte desde el exterior, y para ser sinceros, muchas veces desde quienes nos tocan los talones aquí? ¿Cómo crecernos ante las dificultades e ir más allá del discurso a la acción?
Puede que unos lo definan como una estrategia, otros lo conciban como una táctica o innovación, da igual el calificativo que llevó a la Empresa de Alojamiento de Artemisa a que otras entidades afines con el grupo empresarial «apadrinaran» cabañas en el motel del reparto Las 40, Vista Hermosa, para, además de garantizar las condiciones en estas, se les posibilitara a sus trabajadores acceder a dicha opción de recreación, lo cual no cierra las puertas a otros artemiseños.
En los tiempos difíciles hay que ingeniárselas para sobrevivir, y desde las mejores experiencias, desempolvar a héroes sencillos y anónimos, que en cualquier rincón demuestran el Sí se puede, al ser capaces de bombear más sangre y oxigenarlo todo con el carisma de los cubanos.
Como son tiempos de unir fuerzas, existe un complemento que no debe fallar, pues cada reservación se realiza desde el buró que funciona en calle 27, entre 50 y 52, en Artemisa, o en la propia instalación, pues tener cubiertas las capacidades de alojamiento en la totalidad de las habitaciones es reto para todos.
El otrora coliseo familiar del doctor Coro, desde donde Fidel, el 6 de agosto de 1960, junto al Che y Raúl, nacionalizó 26 empresas yanquis radicadas en Cuba, según una placa en la habitación 8, suma a esa historia, la de hoy, cuando un colectivo pequeño
resume sus maneras de ponerle corazón, y no anclas a la creatividad.
Y ahí, en querer hacer, está el secreto de los platos, comunes por estos días en cualquier mesa, pero que con un decorado y sabor exclusivos provocan el paladar de los alojados; de esa actividad infantil que poco a poco reunió a chicos y no tan chicos en un ambiente con dulces y libros intercalados entre juegos de participación y la agradable conducción de una joven dependiente, quien por vez primera soltó riendas a su talento escondido.
En querer hacer y hacerlo con juicio colectivo, en no quedarse inmóviles ante tantos aprietos, en sentir esa pertenencia por dar lo mejor, en que un líder, sea el jefe o no, movilice al resto, y el colectivo de trabajo más que problemas ofrezca soluciones a estos, también va el ponerle corazón.
No hay que tapar el sol con un dedo. Queda mucho por hacer, incluso, por parte de las propias entidades que hoy apadrinan las habitaciones y
desde la Empresa de Alojamiento, para garantizar mejores condiciones a quienes apuestan por una estancia allí.
Un organopónico en la instalación abarataría el precio de las ensaladas, casi lo de mayor costo debido a la opción de comprarlas a terceros; la limpieza de ambas piscinas debe ser más sistemática; opciones de alimentos y bebidas a nivel de cafetería se deben convenir para complacer a los hospedados, recomendaciones que en breve serán agua pasada, pues están en el camino, y no en el borde, solo hay que seguir el paso.
El corazón, esa bomba que suele latir entre 60 y 100 veces por minuto, y en cada latido envía sangre a todo el cuerpo, funciona en Vista Hermosa, en Alojamiento y para bien del grupo empresarial de los artemiseños. ¡Qué se mantenga, se multiplique e irradie en el resto!, pues no será todo lo que necesitamos, pero mucho avanzamos si a cada pedacito le ponemos corazón.
