Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Indecisiones

Autor:

Alejandra Morejón Fuentes

Arianna ama hoy el Periodismo. Sus tres años estudiando la carrera lo confirman. En el actual curso académico, ninguna de sus compañeras sobrepasa los 21 años de edad; sin embargo, ella tiene 22 con menor suerte acumulada. Resulta que ese año de diferencia frenó un instante sus sueños, un período que significó el giro radical en su vida, pues Arianna se replanteó entonces el futuro profesional.

Le gustaba mucho dibujar. Por aquellos tiempos en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) de Matanzas, sus notas demostraban, además, destreza con los números. Todo la guiaba hacia esa dirección y, cuando rellenó la boleta en el 12mo. grado, pensó que hacía lo correcto. Arquitectura era la carrera de sus sueños. Entre tantos acertijos tenía como certidumbre, según ella, el camino expedito a «mayores posibilidades laborales y hacia una mejor situación económica».

Estos pensamientos ínfimos estaban ligados a investigaciones solitarias, pues nadie de su escuela conversó con ella sobre el futuro profesional. Ningún arquitecto fue al aula a explicarle sobre la profesión, no vio el proceso de diseño de un plano y ni siquiera supo que la asignatura de los trazos podía ser la que más le costara superar.

Solo indagando en un libro de la biblioteca de su preuniversitario encontró vagamente las asignaturas básicas de la carrera que, finalmente, obtuvo bajo los impulsos pretenciosos que apenas a su edad dejan los instintos.

La entrada a la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría le resultó agradable, novedosa en todos los sentidos. Ese primer día solo dio paso a la familiarización. Arianna conoció a sus compañeros y a la que, desde que le otorgaron su primera opción de boleta, sería la casa de estudios por los próximos cuatro años.

Pero la segunda jornada fue diferente, chocante. Bien sabe ahora esta matancera que las primeras impresiones pueden ser una especie de espejismo cuando el camino resulta largo y rocoso. Y es que un profesor hizo lo que todos los estudiantes de su aula en el IPVCE esperaban que ocurriera antes de su llenado de boletas, explicó con lujos y detalles en qué consistía aquella carrera.

La mudanza hacia su nueva casa en la capital, el cambio de enseñanza y el estrés de tener las dos situaciones unidas, se convirtieron en la excusa que acompañaría a esta joven durante meses para justificar lo que sintió mientras el profesor dibujaba por primera vez en su mente, la profesión que había escogido de cara al futuro.

La decisión por los números, en lugar de las letras, le provocó depresiones, visitas al sicólogo y muchas noches sin dormir. Ella no era la misma en esa aula, intentaba sacar las asignaturas, pero se dio cuenta de que la destreza con los números y la inclinación por el dibujo que tenía en su etapa de estudiante de preuniversitario, no eran razones suficientes para decidir su vocación.

Abril fue el mes exacto para poner en práctica lo que había decidido hacer desde ese segundo día en la Cujae, y lo que había logrado corroborar durante los más de seis meses de estudios en esa Universidad. Ya las pruebas de actitud para Periodismo estaban superadas y solo quedaba el proceso de cambio de carrera, el cual le demandó varios días de papeleo y trámites, pero lo logró.

En septiembre de 2019 comenzó su verdadera vocación, la que pudo descubrir paso a paso. El primer día fue bueno, y para su tranquilidad, el segundo, también. Cuando más de un profesor explicó las vicisitudes que le esperarían como estudiante de Periodismo y como profesional, entendió que la decisión de ubicar a las letras en segundo puesto de la boleta, fue lo que hizo que su sueño tardara un año en cumplirse, justo cuando la formación vocacional, apenas medió en sus instuitivas decisiones.

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