Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ecos de Catar

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Al concluir uno de los partidos de la Copa del Mundo de fútbol de Catar 2022, que acontece por estos días y tiene paralizado a medio mundo, una periodista argentina decide prescindir de las preguntas y confesarle a Lionel Messi todo lo que ha significado para su generación. Con palabras cargadas de elogios y verdades, mientras le cuenta como los niños crecen con una camiseta del 10 correteando por los caminos de su país, logra sonrojar al astro de Rosario.

En el rostro de Messi aparece un rictus de suma vergüenza, se le nota incómodo ante tanto halago. Messi es una estrella acostumbrada a todo este tipo de cosas, pero superado por una timidez que solo le perdona dentro de la cancha. Allí, con el balón en los pies, al heredero de Maradona poco le importa todo lo que no tenga que ver con la pelota. La pelota no se mancha, decía Diego. Y Messi aprendió bien la lección.

Por estos días de Mundial, incluso hasta aquellos indiferentes al deporte, han sido contagiados de esta «enfermedad futbolera» cuatrienal. Cuba, por ejemplo, un país eminentemente beisbolero, no ha sido inmune a la pasión de goles, bicicletas, fintas… Me han preguntado algunos escépticos, ajenos a la parafernalia de Catar 2022, qué tiene el fútbol de especial, si son solo 22 hombres pegándose entre sí para ganar un balón y meterlo dentro de tres palos.

Esta es la parte epidérmica del fenómeno, lo que se ve desde fuera. Y el Mundial, para entenderlo, hay que vivirlo desde dentro, con vehemencia. Por eso, a lo mejor, la cita balompédica universal motiva reacciones que el fútbol no consigue de manera habitual en su formato de clubes y partidos todos los finales de semana. Quizá esperar cuatro años agiganta el frenesí.

La Copa del Mundo, además de todas jugadas que pueden gustar menos o más, regala historias como un David que tumba gigantes con ímpetu y se adueña de los corazones de la gente por la nobleza con que lo consigue (Marruecos), o una leyenda que agota todas sus fuerzas porque no quiere decir adiós al deporte sin levantar el trofeo que le falta (Messi).

¿Se imagina si todo esto fuera de «colar la esférica dentro de la portería», si el Mundial careciera de las historias que destacan su lado más humano? Tendría menos gracia y a lo mejor no llevaría a sentarse delante de la televisión a millones de personas que en otro momento ni siquiera valorarían hacer semejante cosa.

Y todavía queda la interrogante que levanta expectativas, incluso en las calles de Cuba: ¿Será el Mundial de Messi? El domingo habrá que evaluar las audiencias de Tele Rebelde para calcular el número aproximado de cuántos y cuántas quieren saberlo. Los ecos de Catar han llegado hasta aquí.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.