Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bob M y los lingotes de oro

Autor:

Juana Carrasco Martín

Bájate del curul, le están diciendo sus colegas del Congreso y de Partido. Pero se aferra a la silla senatorial como una lapa. Niega los cargos, afirma que el Departamento de Justicia actúa de manera «lasciva». Quiere zafarse por segunda vez de una investigación federal que muestra su reincidencia. Hace unos años atrás logró que un juicio por corrupción fuera desechado.

¿Podrá hacerlo nuevamente? Su experiencia de viejo camaján pudiera darle resultado, pero la verdad es inexcusable, Bob Menéndez, el senador demócrata por Nueva Jersey y obcecado halcón de la política, está en la picota pública porque es un redomado rufián, deshonesto y corrompido; pero está tan seguro de sus poderes —y probablemente sabedor de que no es el único en la «impoluta» clase política estadounidense—, que ha dicho: «No solo seré exonerado, sino que seguiré siendo el senador principal de Nueva Jersey». «Nadie puede reunir fuerzas para destruir a Bob Menéndez», dijo alguien al comentar la situación dentro de los cuerpos legislativos del sistema político estadounidense.

Pagos de cientos de miles de dólares en efectivo, lingotes de oro, pagos de hipoteca de una suntuosa vivienda, un Mercedes de lujo y otras cosas de valor están en los sobornos recibidos por Bob Menéndez y su esposa Nadine Arslanian de tres empresarios y del Gobierno egipcio, según dicen las investigaciones de la Fiscalía, seguidas de cerca por la prensa estadounidense. En el registro a su residencia salieron de los closets los fajos de dólares que dijo eran sus ahorros de años.

Los cargos penales a los que se enfrenta la pareja son específicamente tres: conspiración para cometer soborno, conspiración para cometer fraude y conspiración para cometer extorsión. Chanchullos que tenían antecedentes en las acusaciones de vieja data y de las que el senador salió «libre de pecado» en 2017, cuando fueron presentados correos electrónicos, listas de embarques, facturas de hoteles, declaraciones de tarjetas de créditos y documentos de la Comisión Federal de Elecciones en un intento, al final fallido, de demostrar 18 cargos de fraude y soborno, junto al oftalmólogo de Florida, Salomon Melgen.

Entonces también se le señaló otra trama de corrupción, una relación de quid pro quo que se remontaba a 2006 y en detalle consistió en que a cambio de lujosas vacaciones y grandes donaciones a los fondos de su campaña, Menéndez usó su poder para defender diversos intereses personales y comerciales de Melgen dentro del Gobierno. Por cierto, en su defensa entonces, los acusados utilizaron teorías conspirativas en las que involucraban a Cuba e Irán. La justicia ciega es igual para todos, se descubrió un ojo y exoneró al truhán.

Ahora, nuevamente, los apaños y trampas de quien ha presidido el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y ahora es el demócrata de más alto rango, hizo bullir un aquelarre que abre brechas en las filas de su partido, en buena parte porque los temblores secundarios pueden afectar las elecciones de 2024, las que casi están al doblar de la esquina.

Aunque a decir verdad no tienen por qué alegrarse los republicanos, toda vez que el aquelarre armado hace decrecer la confianza ya mermada en los entes de la política estadounidense. Una encuesta del Pew Research Center, a mediados de este 2023, reflejó desconfianza en el Gobierno, profundo disgusto tanto con demócratas como con republicanos y, para describir la política estadounidense, utilizaron, fundamentalmente, dos términos: «divisiva» y «corrupta». Se le preguntó entonces a los encuestados cuál palabra utilizarían para el mayor problema del sistema político del país y la más común fue «los políticos», lo que no es una respuesta cínica, sino realística de sus instituciones.

Bob Menéndez es el perfecto retrato de lo que está podrido en Washington, un pequeño cambio de ubicación a la frase de Horacio en la tragedia Hamlet, de William Shakespeare, que a siglos luz sigue vigente cuando se habla de política y políticos, en este caso, de Estados Unidos de América, ladrona hasta de un patronímico continental. La corrupción es corrupción.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.