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FILCuba 2018, una mirada antes del cierre en Santiago

El Tintero considera útil repasar algunos elementos que han marcado este año la realización de la Feria, sin detenernos en cifras que sabemos positivas en casi todos los indicadores evaluados, pero que variarán en los próximos días con la suma de lo hecho en Santiago

Autor:

Albem Fuentes

Se acerca el momento de clausura de la 27ma. Feria Internacional del Libro, Cuba 2018, el domingo 13 de mayo en Santiago de Cuba. Desde el miércoles 9, la Ciudad Heroica acogerá en su territorio la realización de esta fiesta del conocimiento y el placer intelectual que cada año recorre todas las provincias del país, convocando a los más diversos públicos a un intercambio directo con los libros, los autores y su literatura. Finalizadas las jornadas previstas en las demás sedes, corresponde a la capital oriental llevar a sus mejores espacios las propuestas de un evento cultural de amplia repercusión entre la población lectora.

Y antes de que llegue el esperado cierre del próximo domingo, El Tintero considera útil repasar algunos elementos que han marcado este año la realización de la Feria, sin detenernos en cifras que sabemos positivas en casi todos los indicadores evaluados, pero que variarán en los próximos días con la suma de lo hecho en Santiago.

La opinión mayoritaria de los participantes nacionales y extranjeros, y del público asistente a la Feria, es que el evento tuvo un desempeño superior a sus ediciones más recientes, aunque en los análisis internos la dirección del comité organizador se muestre radical y crítica con los resultados alcanzados. Desde las horas iniciales de febrero en La Cabaña y demás sedes habaneras, hasta los días finales de abril en Santa Clara, se hizo notar una mejor organización, un control más efectivo y una cierta amplitud y variedad relativas en las propuestas culturales y comerciales.

La diversificación de espacios, las rebajas de precio donde y cuando fue posible, y la gestión y oferta de inventarios de instituciones educativas, de la salud y del deporte, entre otras, contribuyeron a un aceptable nivel de satisfacción de la demanda. Estas acciones, emprendidas con tiempo por los organizadores, disminuyeron el impacto que pudo generar el atraso en la producción planificada por las editoriales y los poligráficos para ofrecer a los lectores una mayor cantidad de novedades en el evento, cuyas causas fueron casi siempre objetivas y difíciles de superar a pesar del esfuerzo de trabajadores y equipos de dirección, que se hizo palpable con la puesta en circulación de títulos de máxima relevancia, muy esperados por la población.

La dedicatoria de la Feria a un intelectual de gran prestigio público, como es el caso de Eusebio Leal, director de la Oficina del Historiador de La Habana, en el año previo a la celebración del aniversario 500 de la capital de todos los cubanos, y el hecho de que por primera vez Ediciones Boloña llevara sus libros a otras ciudades, fueron un punto a favor. Igual lo fue la condición de País Invitado concedida a China, por el peso de sus tradiciones y aportes a la civilización humana, la pujanza de su desarrollo contemporáneo que supo mostrar, y el significado que ese pueblo tiene en la conformación de nuestra cultura nacional, visible en muchas sedes mediante el quehacer del Instituto Confucio de la Universidad de La Habana y la incorporación en los programas de actividades a lo largo del país de las tradiciones conservadas en los asentamientos de chinos y la activa presencia de sus descendientes.

Atractivos resultaron para el gran público los espacios dedicados a los niños y a la inserción e interacción de otras artes con los oficios del libro; mientras que los espacios profesionales, académicos y literarios se mostraron casi siempre significativos por la calidad de las propuestas ofrecidas y la convocatoria alcanzada entre quienes siempre buscan algo más que adquirir el libro deseado.

Pero quizá lo más distintivo de esta edición de la Feria fue el notable crecimiento de los espacios dedicados a la oferta de libros digitales y de productos informáticos en general. Esta opción intencionada mostró la existencia en Cuba de una creciente demanda para sus realizaciones y sentó las bases organizativas para emprendimientos superiores en los próximos años. En particular los llamados nativos digitales, que ya acceden a la mayoría de edad, mostraron estar a favor de la complementariedad que los nuevos soportes facilitan para el acceso a la lectura y a la cultura toda. Pero también en otros grupos etarios se pudo verificar la viabilidad de compartir contenidos necesarios y útiles para el desempeño profesional y el disfrute personal. En el camino emprendido por Cuba hacia la informatización de y para la sociedad, de forma que todos los procesos contribuyan a elevar el nivel de vida de sus ciudadanos y aseguren la eficacia y el fortalecimiento de sus instituciones públicas, es esta también una señal inequívoca de las capacidades de que se dispone y de las posibilidades que se abren en el país mediante la cooperación característica de ese socialismo próspero y sostenible que buscamos.

El avance palpable en la cooperación interinstitucional, la coordinación eficiente de entidades a veces vistas como alejadas de los sucesos culturales, y la disposición y eficacia de las organizaciones políticas y de gobierno para unir voluntades diversas alrededor del libro, aportó un notable peso específico en la efectividad de la mayoría de las acciones emprendidas durante el evento. Es esta una lección que no se debe dejar de lado mientras se realiza el último e importante acto de un evento imprescindible y noble, que la población respaldó con una mayor presencia de visitantes y una mayor adquisición de ejemplares, y se dan los pasos requeridos en la preparación de lo que a partir del 7 de febrero de 2019 será la 27ma. Feria internacional del Libro, Cuba 2019.

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