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Los «Me gusta» atrapados en granjas

El fenómeno de las granjas de clics invita a cuestionarse las interacciones que apreciamos en redes sociales

Autor:

Yurisander Guevara

Es un hecho que las redes sociales de internet están rotas. Lo sabemos desde hace años. Por un lado, quienes las controlan tienen a su disposición la información personal de miles de millones de personas, y la usan según sus intereses. Por otra parte, las facilidades de comunicación y entretenimiento que ofrecen estas herramientas atrapan. De ahí que estemos tan «enganchados» a esos productos.

Y no es que esté mal distraerse un rato, comunicarse o trabajar con Facebook, Instagram, Twitter o YouTube. Sin embargo, cuando se mira al fenómeno de las granjas de clics, uno no puede dejar de preguntarse hasta qué punto algo es en realidad popular o genuino en el mundo digital.

La pasada semana un usuario de Reddit compartió un video en el que se observa el funcionamiento de este mecanismo fraudulento, destinado a «inflar» algo más que el ego. Con ello volvió a reavivarse el debate sobre las granjas de clics y la responsabilidad que tendrían las redes en torno a impedir que estos mecanismos funcionen.

Me gusta por doquier

En el citado video aparecen dos mujeres que interactúan con una docena de smartphones a la vez, en los que dan Me gusta y comparten publicaciones en varias redes sociales. Cada celular con los que trabajan dispone de una cuenta de usuario diferente. Así, el influencer que ha contratado los servicios de esta empresa puede aumentar sus seguidores y, por lo tanto, su monetización.

No es el primer video de ese tipo que aparece en redes. Existen, incluso, mecanismo más sofisticados. Según un metraje compartido en Instagram por la publicación española Xataka, existen lugares donde centenares de teléfonos celulares están conectados en red a una computadora.

Desde el ordenador se maneja un software que es capaz de dar Me gusta, retuitear, compartir publicaciones, votar masivamente, valorar aplicaciones o correr videos para que ganen visualizaciones.

La publicación explicó que allá por 2018 se podía contratar a una de estas empresas para obtener 2 500 likes en una publicación en Instagram por solo 15 dólares.

Hoy día, algunos de estos servicios se pueden encontrar en internet, pero la mayoría de ellos se anuncian a través de grupos de mensajería y recomendaciones a través de redes sociales.

En 2017, tres hombres de nacionalidad china fueron arrestados en Tailandia por no tener permiso de trabajo, y por haber importado móviles sin pagar impuestos. Durante el operativo, la policía encontró una granja de clics. En total se confiscaron 476 móviles y más de 347 000 tarjetas SIM, pertenecientes a las tres operadoras más importantes de ese país.

Más allá de la inflación

Si miramos más allá de las interacciones falsas en internet, es un hecho que las granjas de clics pueden convertirse en difusores de información falsa. Y es cierto que desde hace mucho tiempo han existido las fake news, pero hoy día las redes sociales son los principales medios para propagarlas. Un puente ideal entre los productores de información engañosa y los consumidores de contenidos.

Para tener una idea de lo rápido que puede extenderse este tipo de males, un reporte de la empresa VPN Mentor detalló en 2020 que había descubierto una granja de clics en Asia central, ubicada posiblemente en Kazajistán, con capacidad para operar 10 000 cuentas falsas.

En este caso particular, la granja utilizaba servidores proxy y direcciones IP falsas para ocultar su actividad. De no haberlo hecho, esas cuentas que se abrieron de un solo golpe en un mismo lugar hubiesen levantado sospechas y habrían sido bloqueadas casi inmediatamente por Instagram.

En mayor detalle, VPN Mentor determinó que además de las IP falsas e información para las cuentas, también tenían códigos SMS de verificación y números de teléfono —más de mil tarjetas SIM fueron identificadas— que se utilizaron dentro de las operaciones, las cuales estuvieron «completamente centralizadas y controladas por una sola entidad». Esto les permitía que cualquier integrante de la granja iniciara sesión en básicamente cualquier parte del mundo. Con una instalación como esa a la mano, difundir una noticia falsa toma solo minutos.

Un vacío legal

Desde el punto de vista ético sabemos que lo que se hace en una granja de clics está mal. Ninguna red social nace para tener interacciones falsas. Sin embargo, la monetización de los servicios, vitales para mantenerse a flote, llevan a estas situaciones.

Lo sucedido en Tailandia en 2017 no pasó de ahí. Es decir, los responsables de la granja de clics no fueron arrestados por fraude en redes sociales. Y es que no existe ley alguna que impida el funcionamiento de estos negocios. Lo descubierto en 2020 por VPN Mentor no sabemos si terminó siendo cerrado por Instagram o Facebook.

Redes como Twitter o Instagram han anunciado medidas cuando detectan actividades inusuales de Me gusta o retuits, pero eso solo se activa si saltan las alarmas para los algoritmos que monitorean estas actividades.

Lo cierto es que el alcance de las granjas de trolls, clics y fake news es alto, y ello puede afectar desde nuestra salud mental hasta nuestra economía. Acaso lo más sano, por ahora, sea estar atentos a la información que leemos en la web y en las redes. Recuerde siempre ir más allá, buscar fuentes confiables y no guiarse por la cantidad de clics, comentarios, Me gusta o reproducciones que pueda tener una publicación. Nunca sabremos si, en realidad, ese alcance es fabricado desde la comodidad de una granja de clics.

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