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Halitosis, un mal que puede curarse

El mal aliento dificulta las relaciones interpersonales y de pareja. El 90 por ciento de los casos tiene rápida solución, el resto puede ser una señal de alarma de otros problemas de salud más serios

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

En términos médicos se conoce como halitosis al mal aliento de la cavidad oral, fenómeno frecuente al despertar en casi todas las personas adultas, porque las estructuras de la boca en reposo producen muy poca saliva y esa resequedad hace que las células muertas y las bacterias se adhieran a la lengua y al interior de las mejillas y acumulen tan mal olor.

Para un buen número de personas esta incómoda situación va más allá del suceso matinal, y lo peor es que algunas ya ni se percatan de su frecuente aliento «de dragón» porque los receptores de su nariz se bloquean y acaban por no responder al constante flujo de efluvios fétidos.

En cambio el resto de la gente a su alrededor sí los percibe y los sufre con intensidad, pero casi nunca se comenta —al menos con el implicado— por convenciones sociales muy arraigadas. La reacción más común es alejarse discretamente para evitar las conversaciones muy íntimas o saludarle de forma evasiva, lo cual a la larga afecta su autovaloración, pues al no saber el origen de ese rechazo social no puede resolverlo de modo satisfactorio.

Quienes sí son conscientes del problema y no lo han vencido también pueden tener problemas para relacionarse, llegan a perder la confianza en sí mismos y se desvalorizan a la hora de buscar pareja, por lo que de un modo u otro este penoso asunto afecta su calidad de vida.

Según la publicación The British Medical Journal, entre el ocho y el 50 por ciento de la población mundial tiene episodios de mal aliento, que pueden ser fugaces, recurrentes, pasajeros o crónicos.

Sin embargo, esto es fácil de corregir en el 90 por ciento de los casos, cuando el mal olor se origina directamente en la cavidad bucal como resultado de la descomposición bacteriana de restos de alimentos que quedan entre los dientes más saliva, células de las mucosas y sangre, lo cual produce sustancias volátiles como el ácido butírico, el ácido propiónico, el ácido valérico y sulfurados derivados de proteínas como la putrescina y la cadaverina.

Este tipo de halitosis se debe a una inadecuada higiene bucal o a ciertos hábitos incorrectos pero remediables como respirar por la boca, mantener un estrés social prolongado, fumar o beber alcohol en exceso, ingerir muchos dulces o depender de medicamentos que resecan las mucosas bucales, como los antidepresivos y los antihistamínicos.

En el diez por ciento de los casos restantes el mal aliento puede ser una señal de alarma sobre otras enfermedades que requieren atención, como pólipos, gastritis crónica, rinitis, sinusitis, estomatitis, gingivitis o faringoamigdalitis. Incluso puede asociarse a enfermedades respiratorias agudas, disfunciones metabólicas o hepáticas y cáncer de pulmón.

También puede ser causado por la xerostomía o síndrome de la boca seca (frecuente en quienes usan prótesis y en quienes permanecen mucho tiempo en ambientes cerrados sin ingerir alimentos o agua), y del llamado «olor del hambre», típico en personas que abusan de las dietas hipocalóricas con fines estéticos, pues una alimentación muy ba-

ja en carbohidratos genera un uso incompleto de las grasas del cuerpo para producir energía, fenómeno conocido como ketosis.

Para gusto, olores

Si difícil es tratar en el ámbito social con una persona que padece de halitosis y no hace nada para combatirla, mucho más complicado puede ser este asunto en planos más íntimos.

Incluso en matrimonios de varios años hablar del tema llega a resultar peliagudo. Algunos prefieren que la noticia sea dada por un facultativo y tratan de llevar a la pareja al médico con cualquier pretexto. Otros simplemente buscan adaptarse a la nueva condición para no herir los sentimientos del cónyuge, pero si no lo logran se distancian, con lo cual dañan mucho más a la persona en cuestión.

Según confesaron a Sexo Sentido varios lectores, en algún momento de sus vidas creyeron encontrar a la «persona ideal» en muchos aspectos, pero no pudieron establecer una relación prolongada porque para alguno de los dos la sola idea de respirar el aliento del otro era insoportable. Ni pensar entonces en compartir su pasión o amanecer juntos cada mañana.

Claro que un rechazo de ese tipo no siempre implica mal aliento. En materia de besos todo el mundo tiene sus propios gustos y puede que a alguien en particular el aliento de otra persona no le transmita un mensaje erótico positivo sin que haya en ella nada vergonzante.

Otras parejas logran superar ese escollo y tienen una convivencia aceptable y disfrutan mutuamente de sus cuerpos aunque no se besen. Si tal decisión es de mutuo acuerdo y no resulta humillante para nadie, no hay nada que objetar: cada relación establece sus reglas particulares y si son válidas para ambos son dignas de respeto para los demás.

Y como al parecer en este mundo cada oveja tiene su pareja, hay personas para las que el mal aliento resulta excitante, y otras con una baja sensibilidad olfatoria típica de las ballenas, por lo que ni se percatan de esa incómoda cualidad en su pareja. Puede que los demás se alarmen y opten por retener la respiración en casos así, pero si ellos son felices nadie tiene derecho a cuestionarse su bienestar.

Sugerencias para combatir la halitosis

Acudir de inmediato al dentista para que elimine las caries, los daños en la encía y la placa bacteriana.

Usar hilo dental antes del cepillado para desprender restos de comida incrustados entre los dientes y enjuagues antisépticos disponibles en el mercado.

Cepillarse después de cada comida principal y sobre todo antes de ir a dormir en la noche. Cepillar los dientes en todas sus caras y también la lengua.

Masticar chicle o pastillas mentoladas sin azúcar entre las comidas para aumentar la producción de saliva ayuda a enmascarar el olor, pero no lo soluciona.

Ingerir abundante agua, así como evitar el exceso de tabaco, alcohol, café y alimentos de intenso sabor u olor como el ajo y la cebolla crudos. Consumir grasas y azúcares con moderación.

Tener cuidados especiales con las prótesis dentales porque estas contribuyen a aumentar la placa bacteriana.

No permanecer muchas horas sin alimento. Consumir verduras crudas ayuda a proteger las encías. Algunos expertos recomiendan yogurt natural sin azúcar para combatir la halitosis.

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