Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Chicas gato en Cuba?

¿De dónde vienen? ¿Quién impuso esta práctica en el gusto de la población cubana? 

Autor:

Jorge Sánchez Armas

Ella estaba a la salida del Jardín Botánico Nacional, esperando el ómnibus de regreso a la Habana. Su cintillo con orejas de gato llamó mi atención, pero al preguntarle si sabía su significado respondió de manera poco cortés: «No lo sé ni me interesa». Otras también encogieron sus hombros en gesto de indolencia hacia el trasfondo de la nueva moda. No es primera vez que algo llega a nuestro país y las personas lo usan y punto, sin conocer su procedencia o connotación.

Estas «orejas» están entre «lo más pegado» para niñas y adolescentes, aunque se ven también en mujeres no tan jóvenes. Son de disímiles tamaños y colores, en siluetas o de peluche. Las hay desde discretas y de colores suaves hasta escandalosas o muy sugerentes, tanto como sea la necesidad de llamar la atención de quien las porta.

¿De dónde vienen? ¿Quién impuso esta práctica en el gusto de la población cubana? Los modernos medios alternativos de comunicación tienen su parte en el asunto al extender el consumo de los dibujos manga y anime japoneses, sobre todo en la teleaudiencia infantil. Sus familiares, que compran o aceptan de regalo cualquier novedad sin pensar en simbolismos, tienen el resto de la responsabilidad. 

Son muchas las heroínas de los afamados muñequitos asiáticos que físicamente parecen humanas con orejas y colas de gato; algunas además tienen garras y poseen habilidades muy parecidas a las de los felinos. En Japón, a este rasgo particular se le denomina nekomimi, palabra compuesta por los vocablos neko (gato) y mimi (orejas).

Pero no es una imagen nueva: Bastet, diosa egipcia de la armonía y la felicidad en el hogar, es de los personajes híbridos más antiguos de la Historia. Se le representaba como una mujer con cabeza de felino y fue adorada en los templos a orillas del Nilo en el año 2890 a.n.e.

La tendencia a ensalzar estas mezclas de humanos y gatos continuó su camino hasta llegar al extremo Oriente, sobre todo al archipiélago japonés, donde la fascinación y el amor por estos animales forma parte de su cultura ancestral. En la también llamada Tierra del Sol Naciente, se usaron los gatos domésticos desde la antigüedad para combatir a los roedores en almacenes y cultivos (sobre todo de arroz), práctica reforzada alrededor del año 600, por los monjes budistas, para quienes estos animales eran sagrados.

Tiernos sí, inocentes no

En el mundo cibernético también son venerados por su apariencia y comportamiento. Las fotos y los videos de gatos proliferan en las redes sociales. La industria más allá del anime decidió darle un valor agregado a la parte que más fascina a la mayoría… y ahí viene lo controversial del asunto, porque estos adornos también tienen connotaciones sexuales no tan inocentes.

Algunas modernas tribus juveniles urbanas usan diademas de gato para indicar que alguien es virgen aún. En la industria pornográfica la imagen es explotada como fetiche para las prácticas de bondage (sadomasoquismo menos rudo) sobre todo en chicos y chicas más tiernos y «sumisos».

En Inglaterra, por ejemplo, existe una comunidad de más de 300 muchachas fetichistas que viven vestidas de gata y se dedican a ese tipo de prácticas. Dicen que su condición de felinas las empodera para hacerlo de una manera más libre, y para ello se reúnen en una casa victoriana cuyo nombre se ajusta a la parafernalia que representa: The Chateau (El Castillo). En su página web muestran qué es ser una gata en el sentido erótico: desafiante, atrayente y diversa.

Esa modalidad de las complacientes kitties (gaticas) ha llegado a otras ciudades, como San Francisco, con similares propósitos lascivos. Entre sus referentes está la leyenda de Hello Kitty, una muñeca muy demandada en ropas y objetos para niñas cuyo origen se asocia a un pacto supuestamente diabólico de una madre japonesa. 

Aunque las chicas cubanas usan estos cintillos solo por su valor estético, es bueno llamar la atención sobre posibles atajos que utilizan los «lobos» del mercado con intenciones nada inocentes, tal como ocurrió antes con el conejito de la revista Playboy, las ligas de colores y los tirantes de silicona para exhibir la ropa interior. ¿Serán las nekomimi una nueva estrategia para erotizar la infancia, o es pura casualidad?

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