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¿Vivir con VIH o vivir con dudas?

Los seropositivos reconocidos y bajo tratamiento no son hoy la causa de que la epidemia de VIH/sida se mantenga como espada de Damocles sobre nuestras cabezas, al menos en Cuba

Autor:

Juventud Rebelde

La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino la negativa a adquirirlo.

Karl Popper


«Nunca me he hecho una prueba de VIH. No quiero saber si tengo el virus. Prefiero no cambiar mi estilo de vida», nos confesaba hace unas semanas un lector de 56 años. «Siempre hablo claro sobre los riesgos, y si mi contacto quiere protegerse es su decisión».

Según me contó en una consejería telefónica este tunero residente en la capital, él vive orgulloso de su trabajo, de su tradicional porte masculino y de su «discreción», pues nadie cercano conoce su preferencia por los transexuales.

«Para mí son mujeres y me gustan así. Respeto sus derechos, aunque no haga activismo. Una vez me enamoré, pero me daba pena andar abiertamente con ella. Luego me pesó dejarla. Sé que toma antirretrovirales y se ve muy bien. Si hubiera imaginado estos cambios sociales seguiríamos juntos».

Este lector lleva 24 años expuesto al contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), y como posible portador asintomático debe haber infectado o reinfectado a numerosas personas con las que practicó sexo transaccional sin protegerse, y estas a su vez a sus contactos posteriores.

Sabe muy bien que el grupo de los trans femeninos se valora como población clave para detener la epidemia porque es alta la prevalencia del virus entre ellos, en tanto su entorno socioeconómico hace a muchas vulnerables a todo tipo de violencia, incluyendo la exposición a ITS a causa de los prejuicios de muchos contra el uso del condón.

Sin embargo, no quiere hacerse la prueba porque no sabe cómo presentar el resultado a sus familiares, amigos y colegas, y de ningún modo se reconoce a sí mismo en la categoría de hombre que tiene sexo con sus pares biológicos (HSH).

Además, tendría que cuidarse en lo adelante, dice, y esforzarse para bajar su carga viral, porque «una cosa es vivir en la ignorancia voluntaria, como ahora, y otra esparcir una enfermedad a conciencia», como si la certeza del papel fuera más importante que el virus en sí mismo.

Así de subjetivo resulta para muchos la decisión de conocer su condición serológica ante el VIH, y así de irresponsables se comportan quienes no rebasan esa fase de negación y ponen en peligro su salud, a sus parejas y a la sociedad.

De tal duda se sale con una prueba gratis y de respuesta inmediata que además se acompaña de consejería para enfrentar emocionalmente el proceso y aclarar dudas sobre el resultado, y una invitación a no depender de la suerte en lo adelante.

Saber o no saber

Los seropositivos reconocidos y bajo tratamiento no son hoy la causa de que la epidemia de VIH/sida se mantenga como espada de Damocles sobre nuestras cabezas, al menos en Cuba. Quienes se saben infectados y optan por atención médica y sicológica, además de asumir una conducta sexual más responsable, tienen poca probabilidad de contagiar a otros.

Tampoco infectan quienes se saben seronegativos porque su sangre es testeada con sistematicidad y toman todas las precauciones posibles para mantenerse así, como usar condón siempre o practicar sexo solo con personas inocuas.

El caldo de cultivo para la pandemia está en la gente indecisa: la que prefiere no saber de un drama mundial que ya dura 40 años; la que se sabe en la cadena de una persona portadora del virus, o de alguien que murió por sida, y aun así tienen miedo de enfrentar su propio potencial de peligro.

También en quienes no exigen constancia de seronegatividad y se guían por las apariencias, o pasan por alto que su pareja pudo haberse involucrado en una situación vulnerable (antes o durante la relación) porque equiparan fidelidad a protección, o no ejercen su derecho a exigir para no perder privilegios.

Para este tipo de personas, jóvenes y adultos, se intenciona la Jornada Nacional Hazte la prueba, del 21 al 27 de junio, impulsada por la Unidad Nacional de Promoción de Salud, Prosalud, y otros proyectos y organismos sensibles al tema.

Aferrarse a la condición de serodesconocido es un error que se paga con calidad de vida. Aun si no te identificas con ningún grupo clave y confías en tu estilo de vida, puedes haberte infectado en una relación que dabas por segura tiempo atrás, y te conviene saberlo para prevenir tu deterioro o frenar tu capacidad de hacer el mismo daño a otros.

Hazlo rutina

En este afán de promover responsabilidad serológica, el personal sanitario de las comunidades e instituciones debe jugar un rol más proactivo y no esperar un cambio espontáneo de actitud en quienes no piden la prueba por miedo o desidia.

Les toca naturalizar el diálogo sobre VIH con las familias a su cargo (sobre todo si hay adolescentes y jóvenes), y resaltar (desde el ejemplo incluso) la tranquilidad que aporta este tipo de pruebas, tanto si es negativa como si es positiva, porque te motiva a mantener o mejorar tu situación.

Es importante presentar el examen como derecho y oportunidad, sumarlo a otros chequeos de salud, previo consentimiento informado, y resaltar su carácter confidencial y preventivo.

Además, la jornada sirve para evaluar necesidades de los Servicios de Pruebas de VIH (SPV), como horarios más flexibles, mejores condiciones de privacidad y funcionalidad de sus recursos en espacios de confluencia de las poblaciones clave, a las cuales deben acercarse con ética y creatividad.
Ayuda mucho también asociarse a proyectos que defienden estilos de vida saludable desde el autocuidado o la fe, los grupos de autoayuda y otras comunidades, incluso virtuales, porque mientras más personas logren hablar del tema y sepan dónde solicitar las pruebas, más se multiplicará su uso.

De las modalidades de los SPV y otros servicios de prevención como la PrEP y la PEP, tratará la primera infografía del verano en Sexo Sentido.

 

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