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Indonesia: Mucho más que terremotos, tsunamis y atentados

A pesar de los constantes ataques de la naturaleza, el impacto negativo de acciones terroristas y  los elevados por cientos de pobreza que aun afectan a la nación, Indonesia se consolida hoy como una de las tres potencias emergentes del continente asiático

Autor:

Gusel Ortíz Cano

Hay quienes aseguran que el fenómeno de Internet echa abajo los muros que históricamente han dividido a los países y a las personas, porque con las facilidades de la web desaparecen las barreras del idioma, la distancia y los cánones culturales y religiosos que hasta hace unos años hacían imposible la interacción con seres humanos del otro lado del planeta.

De esta forma podemos mantenernos al tanto de lo que ocurre en cualquier parte del mundo, pero... ¿Cuánto tiempo dedicamos a buscar información de personas y lugares que aparentemente no tienen nada que ver con nosotros? No mucho. La mayoría se entera de lo que sucede en esos lugares a los que quizás nunca iremos, cuando tenemos la oportunidad de navegar por internet y leer las noticias que publican medios de prensa extranjeros o cuando ocurre algún suceso de impacto mundial que sea rebotado por nuestros medios nacionales.

De esa misma manera la mayor parte de los habitantes del planeta encierran a Cuba en el estereotipo de país comunista y optan por creer en la versión sintetizada e incompleta que proponen los noticieros o las guías turísticas.

Si pudiéramos profundizar, al menos un poco en las verdades no tan ocultas de cada rincón del planeta,  veríamos que detrás de esa versión estereotipada existen muchas otras. Ese descubrimiento nos hace entender cuán parecidos somos los seres humanos amen de los idiomas, las costumbres, o las creencias religiosas. Y entenderlo es lo que nos acerca sin que importen siquiera las distancias geográficas.

En mayo del presente año tuvo lugar la Conferencia Mundial del Océano en Manado, una de las 17 mil islas que conforman la República de Indonesia: el cuarto país más poblado del mundo con más de 200 millones de habitantes y el de mayor población musulmana del planeta tierra.

Un grupo de periodistas del continente americano estuvimos en el evento que convocó el gobierno del país asiático para debatir sobre el impacto del cambio climático y la necesidad de crear programas regionales e internacionales de cooperación en favor de los océanos.

Solo uno de los colegas había visitado anteriormente el país. El resto, llegamos temerosos de lo que nos pudiéramos encontrar en aquel territorio habitado por musulmanes del que solo teníamos noticias cuando las inundaciones, los tsunamis, los terremotos o los volcanes devastaban aquellas islas.

Las mujeres de la delegación trajimos en el equipaje los atuendos más conservadores que encontramos, haciendo caso a aquellos que nos alertaron de los ataques verbales de los que podíamos ser víctimas si usábamos ropa demasiado veraniega. Y aunque el calor y la humedad, propios del clima de Indonesia te asfixiaran, había que «forrarse», no quedaba alternativa.

Practicábamos durante el viaje técnicas para reprimir nuestro carácter latino pues también nos habían dicho que las carcajadas y el exceso de alegría no eran bien vistos.

El primer asombro sobrevino cuando nos presentaron al grupo que nos atendería. Estaba conformado por funcionarias y funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Indonesia, todos muy jóvenes, en su gran mayoría musulmanes que interactuaban de tú a tú sin aquellos distanciamientos de géneros de los que tanto nos habían hablado.

Luego de casi dos semanas de recorrido, la tierra de las especias nos develó una realidad prácticamente opuesta a la idea que nos habíamos hecho de los indonesios.

Día tras día fuimos descubriendo a un pueblo que convive en armonía compartiendo cinco creencias religiosas oficiales: Islam, Catolicismo, Protestantismo, Budismo e Hinduismo. Los indonesios nos enseñaron que viven la vida sin miedo al próximo fenómeno meteorológico, ni exigen rigores al visitante, más bien abren los brazos a quien llega: sonríen y cantan, muy bien, por cierto.

La capital de todos los indonesios

De cielo gris y colores sobrios, Jakarta respira el ajetreo propio de una metrópoli. Por sus calles transitan mujeres y hombres con vestimentas típicas o modernas.

A pesar de los 30° Celsius, casi invariables, algunas musulmanas se cubren hasta los dedos de los pies con medias oscuras, otras menos conservadoras solo usan el Hijab para cubrir sus cabellos y lo combinan con jeans y sandalias. Sin embargo, también es frecuente ver a las jóvenes luciendo lo más moderno de la moda occidental, con escotes y cortes apropiados para aliviar al cuerpo del sofocante calor de la ciudad.

Entre los hombres son populares las camisas batic: de estampados y colores vivos; aunque los jóvenes, como en todas partes del mundo, gustan de lo más moderno y atrevido.

La población de Jakarta, de mayoría musulmana, ha disfrutado de más de 30 años de continuo crecimiento económico, período en el que la ciudad se ha convertido en uno de los centros más prominentes del continente asiático.

Desde cualquier punto de la urbe se distinguen los rascacielos, los grandes centros comerciales, y las esculturas tradicionales que abundan por todo el archipiélago, logrando una perfecta combinación entre desarrollo y tradición.

De la vida cultural destacan sus museos, guardianes de costumbres y habilidades milenarias y sus casas de comida típica, dispuestas a conservar las delicias que legaron sus antepasados aunque requieran de mayor tiempo y dedicación que comprar una hamburguesa. 

Punto de encuentro para todos los habitantes del archipiélago resulta el Monumento Nacional, construido en la era del presidente Sukarno. Con sus 137 metros de altura, cornado con una llama de fuego de 35 kg de oro, el monumento adorna la plaza de la Libertad que también exhibe museos de historia, salones de meditación y uno de los mercados más sobresalientes de Jakarta.

Manado, la ciudad de las 1000 iglesias

Al llegar a Manado nos dimos cuenta de que algunos capitalinos no entendían los dialectos locales llamados Bahasa Manado y Bahasa Malay. Nos explicaron que la diversidad lingüística, cultural y religiosa del país, se nota desde el instante mismo en que sales de una isla y llegas a otra, como si estuvieras visitando países diferentes. Y es que en Indonesia existen más de 300 grupos étnicos que hablan 200 idiomas o dialectos diferentes.  

Manado es la capital de la provincia Sulawesi Norte. Rodeada de montañas y mar, se destaca por el malecón que bordea gran parte de la ciudad y por sus más de 1000 iglesias protestantes, religión que practican la mayoría de sus pobladores.

A diferencia de Jakarta, la ciudad de Manado es muy colorida e iluminada con una vida nocturna activa. Ferias, conciertos y karaokes son los entretenimientos favoritos de sus habitantes.

La música es un detalle distintivo de la ciudad, tanto es así que incluso en las cenas oficiales, ministros y personalidades públicas cantan para el resto de los presentes e invitan a los participantes extranjeros a compartir el escenario.

Allí, donde tuvo lugar la Conferencia Mundial del Océano, el recientemente reelegido presidente de la República de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, presentó una canción de su autoría, sobre el tema medioambiental.

Durante nuestra estancia en Manado pudimos conversar con un grupo de adolescentes quienes nos comentaron de sus aspiraciones y estilos de vida. Nos contaron que la educación pública en Indonesia es de muy buena calidad y que te da las mismas oportunidades para optar por carreras universitarias.

Las muchachas del grupo eran menos tímidas y una de ellas nos confesó que sus aspiraciones no tienían límites, pues siente que pudiera llegar a ser presidenta de su país. Mucho optimismo se respira estando cerca de los jóvenes de Manado.

La isla de Bunaken es otro de los tantos atractivos de la región. La fama del Parque Marino Nacional atrae cada año a centenares de turistas. Tanto hacer snorkling como bucear resulta una experiencia única. La increíble variedad de especies marinas y corales visibles en los más de 700 km²  de mar pertenecientes al parque, quedan para siempre en el recuerdo de quienes prueban sus cálidas aguas.

Bali, un paraíso hindú

La ciudad de Bali es un lugar de ensueño que te invita al relajamiento y al disfrute de la playa; la atención esmerada y los masajes, muy populares en toda la isla; donde viven más de 3 millones de personas, de las cuales el 95 por ciento son hindú, aunque también hay musulmanes y una minoría cristiana.

Las ofrendas a los espíritus hindús se ofrecen una vez al día, de esa forma pides cosas buenas para todo el mundo, lo que te garantiza recibir lo mismo de vuelta. Es por esta razón que cada rincón de la ciudad, inundada de ofrendas, huele a incienso, flores y aceites aromáticos.

El gobierno de Bali prohíbe las construcciones de más de 15 metros de altura, con el fin de que nadie viva por encima de los templos, que suelen ser las instalaciones más altas. La ley también pretende mantener un equilibrio arquitectónico en toda la isla, distinguiéndola del resto del archipiélago.

Otra de las leyes balinesas castiga con la pena de muerte el consumo de droga. No son pocos los turistas que hoy residen en las cárceles de la isla.

Para los hindús es ofensivo que le toquen la cabeza y las mujeres no pueden entrar a los templos cuando están menstruando porque «afectan la purificación del lugar».

En lo económico y cultural, Bali es una de las islas más prósperas de toda Indonesia. El trabajo de sus artesanos en madera y piedra alcanza gran fama mundial. La cultura balinesa se distingue además por las danzas típicas de las mujeres, sus trajes de algodón y sus prendas de oro y plata. En las tierras de la isla crece una gran variedad de productos como el azúcar, café, tabaco, frutas, vegetales y arroz; y el turismo es uno de los renglones económicos más importantes.

El director de la Gobernación de turismo en Bali explicó que la isla recibe anualmente cerca de dos millones de visitantes provenientes de Australia, Japón, Corea y China principalmente.

Sobre los efectos de la crisis económica mundial en el archipiélago, Gde Nurjaya dijo que en Bali como en el resto del país no se han visto afectados por tal fenómeno. Y es que  la economía de Indonesia se codea ahora con las potencias asiáticas de China e India.

Recientemente Thomas Rumbaugh, jefe de la división Asia-Pacífico del Fondo Monetario Internacional, aseguró a la agencia de noticias EFE que el gobierno indonesio ha gestionado bastante bien la crisis, incluidas las políticas monetaria, fiscal y de tipo de cambio; competencias de la ministra de Finanzas del país, Sri Mulyani.

Muchos analistas aseguran que la nación saldrá reforzada de la crisis, gracias a su robusto consumo interno, y a que la economía puede alcanzar un crecimiento del 9 por ciento en 2014, cuando concluya la segunda legislatura de Susilo Bambang Yudhoyono, actual presidente del archipiélago.

 Así, Indonesia se consolidaría como una de las naciones del G-20 de más rápido desarrollo, junto a China, cuya economía está previsto que crezca del 7 al 8 por ciento este año, y la India, que se estima un aumento de su PIB del 6,5 por ciento para el mismo período.

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