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Colombia, incógnitas tras las urnas

Independientemente de quién gane los comicios, un hecho los hace llamativamente «distintos»: el candidato presidencial Antanas Mockus, un bogotano de origen lituano

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El suceso ya está en el tablero, aun cuando falta una semana para la primera parte de las elecciones de las que saldrá el nuevo Presidente colombiano. Independientemente de quién gane al final los comicios, un hecho los hace llamativamente «distintos» y lleva un rato en la palestra: la irrupción de Antanas Mockus, un bogotano de origen lituano, en el paisaje político-electoral, y la posibilidad de que los votos que obtenga lleven al país a una inédita segunda vuelta. Incluso, los sondeos más frescos dicen que se impondría en el desempate…

Sorprendió a muchos su entrada en la contienda por la Casa de Nariño. A priori, casi nadie consideraba que podría ubicarse entre los favoritos punteando junto al ex ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, como lo sitúan las encuestas desde hace varias semanas.

Si bien los estudios de opinión afirman que la mayoría absoluta no la obtendrá en primera vuelta ninguno, todos apuestan a que serán ellos quienes mayores porcentajes acumulen, lo que los llevaría el 20 de junio a la segunda ronda.

La otra sorpresa es que Mockus va postulado por el Partido Verde, una agrupación sin tradición presidencialista a la que recientemente se ha integrado, y con la que parece dejará atrás a candidatos archiconocidos por su desempeño en la arena política colombiana e internacional, tales como la ex canciller y aspirante a la presidencia por el Partido Conservador, Noemí Sanín, o el liberal Rafael Pardo.

Una eventual —y todavía nada segura— victoria de Mockus también rompería la alternancia que, bajo el rótulo de un partido con uno u otro nombres, ha llevado a Colombia de liberales a conservadores desde hace 60 años.

¿Cansancio de la política tradicional? Esa es la otra lectura que sugiere analizar el contexto, aunque paradójicamente ahí esté ese más del 70 por ciento de ciudadanos que da su visto bueno al quehacer del presidente saliente, Álvaro Uribe, ahora respaldado por el Partido de la U que postula a Santos, pero surgido del liberalismo.

Ello también hace preguntarse si el aspirante de los verdes ha sido franco o cuidadoso cuando, al referirse a la ejecutoria no exenta de críticas del actual ejecutivo colombiano, anuncia que mantendrá su política de seguridad nacional, caracterizada por la mano dura hacia la guerrilla, y que matiza diciendo que buscará insertar a las FARC en la sociedad así como Uribe se ha proyectado hacia el paramilitarismo.

Votación sazonada además por los avisos de atentados que, dicen titulares del Gobierno, cometería el movimiento guerrillero para sabotear las elecciones, se ha anunciado que más de 350 000 militares vigilarán la primera votación, el venidero 30 de mayo.

Al propio tiempo, instituciones privadas, como el observatorio Nuevo Arcoíris, aseguran que podrían darse situaciones de fraude observadas durante las legislativas y actos violentos por parte de «grupos ilegales armados».

Tales advertencias, y ese férreo dispositivo de seguridad que se implementará el domingo que viene, también nos recuerdan que no hablamos de una nación cualquiera, sino de un país donde la vida está marcada hace décadas por la existencia de un conflicto interno al que sigue dando vida la insurgencia; los cultivos ilícitos que no han exterminado más de 6 000 millones de dólares entregados por Estados Unidos en virtud del Plan Colombia; las secuelas del narcotráfico; el paramilitarismo con su estela de muerte sobre las bases sociales y las amplias y desprotegidas zonas rurales, y una desigualdad social que tiene en la injusta distribución de la tierra, una de sus mayores deudas.

Matemático y… ecologista

Casi un desconocido hasta ahora a pesar de que fue alcalde de Bogotá entre 1995 y 1998, y luego de 2001 a 2003, de Mockus se asevera que al entrar en esta campaña había más referencias de él en la capital que en el resto del país. Por eso precisamente también, su nombre ahora es noticia rodeada de preguntas…

Matemático con un máster en Filosofía y profesor universitario, algunos dicen que se mira más a Mockus como académico que como político, en tanto otros recuerdan que en la alcaldía bogotana adquirió fama de funcionario eficiente.

Una mirada a su programa muestra una agenda casi elemental en su sencillez, basada en la confianza de que la pedagogía y el cambio cultural transformarán la vida colombiana, y donde los propósitos más contundentes se concentran en sus pronunciamientos por una política económica ordenada y eficiente, la creación de oportunidades de empleo, la facilitación del acceso a la tierra y la promoción de una reforma urbana.

Mockus ha asegurado también que buscará cambiar la forma de hacer política, y alude a la limpieza institucional cuando reivindica que «los recursos públicos son sagrados».

Puede pensarse que a su favor esté ese segmento social que, sin su presencia, tal vez se habría inclinado por el Polo Democrático, con cuyas posturas —representadas por su candidato Gustavo Petro—, la actitud de los verdes muestra por momentos algunos puntos de contacto, aunque analistas que siguen de cerca el proceso también los hallen, como flashazos, entre el discurso de Mockus y lo que llaman «el uribismo».

Incluso se ha dicho que Petro adheriría al Partido Verde su respaldo si, como se pronostica, hay segunda vuelta electoral. El Polo, una agrupación también relativamente joven, se nutrió en su nacimiento de los sectores sindicales, es identificada como de centro izquierda y ya tiene algún camino en lides electorales. Habría sido la fuerza llamada a «la alternancia».

Precisamente, uno de sus ex dirigentes, Luis Eduardo (Lucho) Garzón —conocido ex líder sindical y también ex alcalde bogotano que aspiró infructuosamente a la presidencia en 2002—, disputó la aspirantura a Mockus en las primarias de los ecologistas, junto a Enrique Peñalosa. Pero, según reflejó el diario colombiano Tiempo, el clima era «muy cordial» entre los correligionarios, a quienes calificó de «tres competidores de peso». No debe extrañar entonces que la experiencia de Garzón esté ahora en función de la candidatura de Mockus.

De los redobles al vallenato

La otra figura fuerte de cara al domingo es Juan Manuel Santos, aspirante por el Partido de la U y carta de Uribe, quien cerraba campaña este fin de semana al son del vallenato, luego —dijo el periódico digital El Espectador— de algún escarceo con el cantante Juanes por, presuntamente, haber copiado su música para amenizar los actos.

«Nosotros sabemos cómo obtener resultados», promete Santos, quien ha adornado sus alocuciones con la afirmación de que es importante «soñar y filosofar», y que «esos sueños se conviertan en hechos tangibles».

En un reconocimiento de las carencias,  ha asegurado que dará empleo «digno» a millones de colombianos y espera ser recordado, si es electo, como «el Presidente del trabajo».

Pero nada asegura que tales posturas, ni los acordes del pentagrama, logren borrar el ruido de las armas con que seguro muchos le identifican todavía, ya que hace apenas un año dejó el Ministerio de Defensa.

Detentaba Santos esa cartera cuando se efectuó el ataque contra un campamento de las FARC en Sucumbíos, Ecuador, en marzo de 2008; un operativo que aún suena luego de violar las fronteras territoriales ecuatorianas, y que mantiene tensas las relaciones con la vecina nación, donde hay una demanda judicial en su contra.

No era ya el Comandante de las Fuerzas Armadas cuando se suscribieron los acuerdos que abrieron a los militares de Estados Unidos el uso de, al menos, siete bases militares de Colombia, y autorizaron su desplazamiento por todo el país. Pero la decisión, cuestionada por no pocos colombianos inconformes porque el convenio no se discutió en el Congreso —entre otras quejas—, fue asumida por el partido que lo postula... y ha preocupado a buena parte del concierto regional.

Ello podría estar pesando también en el razonamiento de los ciudadanos a la hora de darle a Santos el voto.

Por demás —y pese a todos los retos que encierre Colombia— el acuerdo, pactado para que sea válido durante diez años, será la más pesada herencia que recoja el presidente electo entre los seis contendientes, a quienes debe agregarse Germán Vargas, de Cambio Radical.

Definir ya

Pero así como se insiste en la aparentemente cercana probabilidad de la segunda ronda, otros llaman a evitarla, sabedores de que el desempate dará lugar a alianzas que polarizarán el voto.

Sería ese un entramado donde quienes apuestan al cambio tendrían menos probabilidades de ganar si, como indica la lógica, el espectro partidista tradicional se uniera para frenar a Mockus. Así se ha pronunciado Gloria Gaitán (la hija del asesinado líder popular Jorge Eliécer Gaitán*) quien, dirigiéndose a la izquierda, la ha invitado a apoyar el próximo domingo a Mockus y no gastar balas en salvas, para que «nos la juguemos toda en la primera vuelta».

*Jorge Eliécer Gaitán: Político, abogado, fue alcalde de Bogotá y ministro de Educación, así como candidato a la presidencia. Encarnaba las esperanzas de los más pobres. Su muerte por disparos de bala en 1948, desencadenó gigantescas manifestaciones reprimidas con violencia, lo que se ha conocido como El Bogotazo.

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