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El Buendía de Rosalía Quispe

El neurocirujano holguinero Orestes López operó a una niña del poblado boliviano Iturralbe, quien padecía de una malformación congénita conocida como cola de cerdo

Autor:

José Antonio Fulgueiras

BOLIVIA.— El neurocirujano holguinero Orestes López operó aquí a una niña con cola de cerdo, pero él no asegura que Rosalía Quispe tenga parentesco con los tíos de Úrsula y José Arcadio Buendía, ni alguna dependencia con las referidas relaciones entre parientes que existieron en la ranchería de Macondo.

La nueva historia garciamarquiana se empezó a gestar cuando los integrantes de la brigada médica cubana, en el poblado de Iturralbe, les pidieron a los periodistas de Mundo Latino, que pasaron por allí, que filmaran a una niña malformada para posteriormente analizar el video en la clínica del colaborador en La Paz y ver la posibilidad de que fuera operada.

Pero dejemos que sea el mismo neurocirujano quien nos cuente la historia:

«Tan pronto vimos el video la mandamos a buscar y la examinamos. Tenía una malformación de nacimiento que los médicos acá en Bolivia le habían dicho que no podía ser operada porque, irremediablemente, en el salón se moriría.

«Cuando la reconocimos nos impresionó la especie de cola que tenía y la carencia de región glútea. Ella se sentaba sobre esa cola, semejante a la descrita por Gabriel García Márquez en Cien años de soledad.

«La niña había cumplido 12 años de edad y acomplejada por esa malformación había dejado de ir a la escuela. Contaban sus padres que constantemente se daba contra la pared para tratar de que esa cola desapareciera.

«Formamos un equipo multidisciplinario que incluyó a un especialista en cirugía plástica y decidimos que primero había que ingresarla por espacio de tres meses porque la niña estaba en estado muy desnutricional y durante la cirugía iba a perder más de un 30 por ciento de la sangre.

«Cuando le hicimos una tomografía multicorte observamos que en muchos lugares de la columna había una raquiquisis, es decir que la columna estaba abierta y la malformación entraba sin comprimir la médula espinal.

«Ya en el salón de operaciones le extirpamos toda esa malformación llamada molusculum pendulum, que sobrepasaba los diez kilogramos.

«Acto seguido se le reconstruyó el ano y la región glútea de manera que pudiera sentarse normalmente. La operación devino total éxito y la niña paulatinamente se fue enderezando. Después los especialistas de fisioterapia fueron llevándola a la postura adecuada.

«El costo de esta operación, desde el momento en que la niña fue ingresada y hasta el alta definitiva, sobrepasa los 30 000 dólares y nosotros la materializamos en nuestra clínica totalmente gratis».

Hasta aquí el relato científico de Orestes, quien comparte su vida laboral en el país andino con su esposa Tania Margarita Cruz, eminente neurocirujana y directora de la clínica. Uno y otro poseen el abierto regocijo de saberse útiles sobre una tierra tan generacionalmente herida por la miseria y que busca un suspiro saludable luego de tantos años de agonía.

Ya Rosalía Quispe retornó a su casa y a su escuela, y se descubre entre los niños por su sonrisa constante y sus notas sobresalientes.

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