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Una votación récord

Hoy podríamos estar asistiendo a la más alta participación electoral en la historia del firme americano donde el voto no es obligatorio. Nicolás Maduro esperará el resultado de los comicios en el ya sagrado Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías

Autor:

René Tamayo León

CARACAS.— Parece que a veces, vista no hace fe. Las colas en los centros electorales de esta capital han sido continuas, pero relativamente pequeñas, tanto en las urbanizaciones de la clase alta como en los barrios populares.

Igual ha ocurrido en varios estados, según consultas de JR con colegas y amigos en las regiones. En nada se ha parecido al 7 de octubre, cuando las escuelas y espacios públicos donde se situaron las mesas de votación estaban atiborradas de gente, primero en la mañana y luego al caer la tarde.

Sin embargo, pasada las 11:00 a.m., según el Comando de Campaña Hugo Chávez, que dirige el proselitismo del candidato socialista —el presidente encargado Nicolás Maduro—, había ejercido el voto más de ocho millones de personas. Según el equipo de campaña de la oposición, eran siete millones.

Más tarde, pasadas las 2:00 pm, el Jefe de Estado informó que 11 500 000 personas habían ejercido el derecho al sufragio.

El cómputo es variable porque en algunas zonas del país se retrasa la contabilización por problemas técnicos, cuestión aceptada por todas las partes, quienes conocedoras de esto hacen estimaciones estadísticas.

Cada cierto número de horas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) brinda a los representantes de los contendientes un cierre firme del número de votantes, y el resto queda a cuentas propias de los equipos de campaña.

La explicación de las cómodas colas y el alto número de votantes la ofreció el CNE): para esta vez, se colocaron más computadoras en el llamado Sistema de Información al Elector, un paso previo y obligatorio a la mesa de votación, donde se hace un registro previo del elector y se le dan indicaciones sobre la mesa que le corresponde.

El incremento de computadoras portátiles en este punto fue, en realidad, un gran cuello de botella el pasado 7 de octubre, lo que le acarreó críticas y recomendaciones al árbitro electoral para perfeccionar aún más su sofisticado pero accesible sistema automatizado de votación, sin dudas el más moderno del mundo —además de ser invulnerable, transparente y auditable.

Por otra parte, se agrega que la gente está más adiestrada en el proceso. Esta es la tercera vez en seis meses que acuden a una elección. Las personas están más habituadas a la tecnología. Antes del 7 de octubre, la última votación en el país se remitía al 26 de septiembre de 2010.

Números más, números menos, quizá esta sea una elección récord, por encima de los casi 15 millones de ciudadanos que acudieron a las urnas el pasado 7 de octubre, cuando hubo una participación de casi el 82 por ciento de los registros.

De continuar el flujo de personas podríamos estar asistiendo a la más alta participación comicial en la historia de los países del firme americano donde el voto no es obligatorio.

MADURO EN EL PARQUE ALÍ PRIMERA

El presidente encargado de la República, Nicolás Maduro, acudió cerca de las dos de la tarde a ejercer su derecho al voto en la escuela secundaria Miguel Antonio Caro, situada en el Parque del Oeste, el emblemático Alí Primera de Catia.

Catia es una de las más emblemáticas zonas obreras del populoso oeste de Caracas. Más de 500 personas esperaron al Jefe de Estado en las afueras; unos aguardaron tras ejercer su voto allí; otros llegaron de las zonas aledañas. Estuvieron horas para dar la bienvenida al líder revolucionario.

Yorquis Ávila fue una de ellos. Tiene 26 años. Se levantó a las tres de la mañana con la famosa Diana de Carabobo, la que despierta y convoca a las masas revolucionarias de ciudades y pueblos de Venezuela cuando hay contienda electoral.

Lo primero que hizo fue colaborar con la puesta a punto de la Lista 1x10, un sistema de movilización en las bases donde un facilitador comunitario recoge el nombre de diez personas, incluido el suyo, para convocarlas y ayudarlas en lo que requieran a fin de que no fallen en su cita a las urnas. Luego cumplió con el sufragio. Fue una de las primeras.

El mecanismo, que a veces es blanco de mofa de la oposición, es sumamente eficaz. Le ha permitido al Gran Polo Patriótico, el conglomerado de partidos revolucionarios, el alto número de boletas que ha acumulado en estos últimos meses.

Así se evidenció el pasado 7 de octubre. Horas antes de ese día, el Comandante Presidente Hugo Chávez y su comando de campaña pasaron revista a las listas 1x10; el cómputo arrojó algo más de ocho millones de electores... Y algo más de ocho millones de electores fueron los que le dieron el triunfo al líder bolivariano ese día. Es una estrategia a tomar en cuenta por todos los partidos progresistas y de izquierda de la región.

Yorquis confía en que la Revolución gane hoy de nuevo.

«Ya este pueblo no es el mismo de hace 14 años. Ha aprendido. Está más instruido y educado políticamente. Tiene una mayor conciencia. No tengo dudas, vamos a ganar, de lo contrario, seríamos muy malagradecidos con el legado del Gigante».

«Sí, no vamos a fallarle al Gigante», dice Juan Carlos Osuna, quien se agrega a la conversación.

El Gigante es otro de los muchos nombres con el que el pueblo venezolano llama ahora a Chávez, luego de que su hija María Gabriela lo usara en varias de las tantas cartas y mensajes hermosos que ha desgranado en estos días, a través de Twitter y en manifestaciones bolivarianas.

FUEGO EN EL 23

Tras ejercer su derecho al voto y sostener una ronda informativa con los periodistas que aguardábamos en el parque Alí Primera, el presidente (e) Nicolás Maduro se disponía a subir la Colina de Chávez, al Cuartel de la Montaña, en el barrio 23 de Enero, donde descansan los restos del Comandante.

El 23 de Enero es famosa en Venezuela y el mundo. Se le conoce como la parroquia más viril y combativa de Caracas.

Luego de dar un recorrido por los aristocráticos barrios de El Hatillo, Baruta y Chacao, en el oeste del Distrito Capital, por zonas en el centro —tanto por la opositora La Candelaria como por las barriadas y los cerros chavistas—, fuimos para el 23 de Enero.

Las colas fluían en los centros electorales del barrio. De ahí muchos salían para el cercano Cuartel de la Montaña. Es un ritual. El también conocido como Cuartel 4 de Febrero, es ya un lugar sagrado para sus habitantes.

No obstante, cuando Diosdado Cabello, líder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), anunció que Maduro y el equipo político de la Revolución trabajarían la tarde de hoy allí, donde esperarán los resultados que emita el Consejo Nacional Electoral del ganador de los comicios, al Cuartel de la Montaña empezaron a llegar más gente de la parroquia.

Es pronosticable que miles pasen la noche allí.

TENSIÓN EN LA TARDE

El proceso eleccionario ha transcurrido de forma relativamente tranquila y en paz. Se han dado algunos episodios aislados de violencia y delito electoral, no obstante, hay tensión en Caracas.

En algunos centros de votación donde la mayoría es antichavista, las colas seguían siendo cortas y rápidas, pero decenas de personas aguardaban en las afueras.

Según pudo verificar JR, militantes de la oposición están asumiendo el llamado de la dirigencia de la derecha para preservar el voto. Y es legítimo. Los chavistas también lo están haciendo.

Solo que: la estrategia de los grupos más beligerantes de la reacción no tiene nada que ver con un ejercicio democrático y de paz: han estado antecedidas, incluso hoy, de ataques al Consejo Nacional Electoral (CNE) y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

El propio Henrique Capriles Radonski, tras ejercer el voto en su centro electoral, denigró de forma indirecta el talante imparcial y constitucional del árbitro electoral, y agredió a la FANB. Echó, así, más combustible al fuego.

Esperemos que las cosas no pasen a más. Pero, si la oposición cruza los límites, podrían ocurrir en Caracas y otras zonas del país hechos violentos que nadie quisiera. Las fuerzas populares de la Revolución no se quedarían con las manos cruzadas. Y el que las podía parar, ya no está.

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