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Un presupuesto en zafarrancho de combate

Trump firmó para el Pentágono 717 000 millones de dólares, con lo que financia la presencia de este en 177 países, donde se emplazan 300 000 efectivos militares estadounidenses

Autor:

Juana Carrasco Martín

Aunque el presidente Donald Trump ha repetido más de una vez que Estados Unidos no quiere ser el policía del mundo, la realidad es otra. El general del Cuerpo de Marines Joseph Dunford, actual jefe del Estado Mayor Conjunto, ha reconocido en un discurso en Kansas City, ante la convención de los Veteranos de Guerra, el lunes 23 de julio, que «hoy, más de 300 000 estadounidenses están desplegados o estacionados en 177 países».

En la ceremonia en que el General del Cuerpo de Marines recibió el Premio Dwight D. Eisenhower, por sus cuatro décadas de servicio, agregó: «Tengo el honor de representar a los más de dos millones de hombres y mujeres que sirven hoy» (…) «Puedo decir con absoluta confianza que la fuerza de hoy puede cumplir todos nuestros compromisos de alianza en todo el mundo, y puedo decir con absoluta confianza que la Fuerza Armada de Estados Unidos tiene una ventaja competitiva sobre cualquier posible adversario».

Las cifras reveladas por Dunford, considerado uno de los mayores halcones de la presidencia Trump, junto al asesor de Seguridad Nacional John Bolton y el secretario de Estado y exjefe de la CIA, Mike Pompeo, sobrepasan en mucho los datos que hasta ahora se conocían y había publicado en agosto de 2017 el prestigioso Pew Research Center, el cual estimaba que en 2016, y por primera vez en 60 años, las tropas estacionadas en el exterior eran menos de 200 000 (193 442 exactamente, o el 15 por ciento de los 1,3 millones de militares en servicio).

Regionalmente, casi el 70 por ciento de las fuerzas activas en el exterior estaban en Asia y Europa; uno de cada siete efectivos se emplazaba en el Medio Oriente y el norte de África y el tres por ciento en África subsahariana y las Américas. Queda un 14 por ciento localizado en el mar o entre territorios.

Los datos de Pew... correspondían a un análisis de la información procedente del Defense Manpower Data Center, el brazo estadístico del Departamento de Defensa; por tanto, es un registro oficial que permite deducir cuánto ha crecido el segmento militar durante el gobierno de Trump, que ya se lleva las palmas en el presupuesto eufemísticamente llamado de Defensa.

Para el año fiscal 2018 que corre hasta el 30 de septiembre y bajo la denominación de Una Nueva Fundación para la Grandeza Americana, incluyeron 626 000 millones de dólares para operaciones básicas y 65 700 millones para misiones en el exterior como Afganistán y Siria, lo que representa un importante aumento respecto a los 619 000 millones del año fiscal 2017.

Esa vuelta de página a su discurso electoral ha llevado a que Trump insista ahora en robustecer las capacidades militares estadounidenses, al punto de que acaba de firmar e hizo ley los gastos bélicos aprobados por ambas cámaras del Congreso para el año fiscal 2019 (National Defense Authorization Act John McCain), que comienza el 1ro. de octubre, bajo el    propósito de reforzar su política de America First (Estados Unidos Primero): 717 000 millones de dólares, un aumento récord del 13 por ciento en comparación con el presupuesto del año todavía en curso.

Con el auxilio del voto de 139 representantes demócratas, la Cámara dio el visto bueno a tan descomunal cifra el jueves 26 de julio, con una votación de 359 frente a 54 votos en contra. «Del total de 717 000 millones de dólares, el proyecto autorizaría 616 900 millones para el presupuesto base del Pentágono, 21 900 millones para programas de nuevas armas nucleares bajo el Departamento de Energía, y otros 69 000 millones en gastos de guerra de la cuenta especial de Operaciones de Contingencia en el Extranjero», informó entonces Politico Magazine.

El 1ro. de agosto, con votación de 79 a favor y diez en contra, el Senado también aprobó ese presupuesto que es cinco veces más que lo gastado por China (175 000 millones) y mucho más que los 61 000 millones de dólares de Rusia.

Como dijo antiwar.com al comentar la información del voto congresional: «Este fue el aumento más grande en gasto militar año tras año en los últimos tres lustros, y es la más reciente pulseada anual entre el presidente Trump y el Congreso para ver quién puede superar al otro en aumentos de gastos».

El colosal presupuesto fue rubricado por Trump en Fort Drum, estado de Nueva York, cuartel de la 10ma. División de Montaña del Ejército, un escenario a propósito para la ocasión.

Con razón, Rasmussen Reports, una importante compañía encuestadora estadounidense, en una indagación realizada el pasado junio con personal militar en servicio activo y veteranos, encontró que el 53 por ciento considera que el presidente Donald Trump es el comandante en jefe más fuerte entre los presidentes recientes y empuja la política de Estados Unidos primero más duro que sus predecesores. Solo el 34 por ciento de ese grupo de votantes lo consideró más débil y el nueve por ciento dijo que su actuación era similar a la de otros mandatarios.

No hace falta tal indagacion entre las empresas de la industria militar, las ganadoras del premio gordo otorgado por la actual administración.

Por ejemplo, Lockheed Martin se lleva 7 600 millones de dólares por los 77 aviones de combate F-35, mientras Sikorsky, su unidad en Stratford, Connecticut, obtiene 85 millones por los helicópteros UH-60M Black Hawk.

No se queda atrás Northrop Grumman con el bombardero pesado B-21 Raider, capaz de lanzar proyectiles convencionales o armas termonucleares, cuyo costo es de 564 millones de dólares por unidad.

Para tres buques de combate en litoral —aunque la Armada solo había pedido uno— están autorizados 1 560 millones de dólares; y se autoriza el cuarto portaviones de la clase Ford, cuyo costo es de aproximadamente 12 900 millones de dólares y que saldrá del Newport News Shipbuilding.

A ello se añadirán seis rompehielos y un submarino de misiles balísticos clase Columbia... y siga sumando.

Las operaciones especiales

Ahora bien, la presencia de Estados Unidos en 177 países del orbe es «un intento de dominación global del mundo», dijo David Swanson, activista y autor de War Is A Lie (La guerra es una mentira) y de casi una decena más de libros contra la guerra, en una entrevista con Russia Today, en la que también afirmó que esa presencia global estadounidense daña la paz y la estabilidad y «aumenta el terrorismo con la guerra contra el terrorismo».

Esta aseveración nos lleva a otra cifra entre signos de interrogación divulgada en diciembre del pasado año en la publicación militar estadounidense Stars and Stripes. De nuevo era el Defense Manpower Data Center el que tenía los datos imprecisos… más de 44 000 efectivos de su personal en el exterior estaban etiquetados en la categoría de destino «desconocido».

¡Desconocido!, y esto levantó suspicacias. ¿Dónde queda «Desconocido»? ¿Es un solo lugar o muchos? ¿Cuál es la situación que lleva a los uniformados hasta esos sitios? ¿Están en territorio en guerra o qué? ¿Cuáles son sus objetivos y misiones?

El vocero del Departamento de Defensa, coronel Rob Manning, presentó la incógnita como «seguridad operacional», porque «hay que negarle cualquier ventaja al enemigo». Por supuesto, tampoco especificó quién es el «enemigo» al que no podía dársele la información exacta de sus fuerzas.

El jefe del Pentágono, James Mattis, en una conferencia de prensa en agosto de 2017, había dicho: «Hay un procedimiento de contabilidad muy extraño que heredé… Lo que probablemente terminaré haciendo es poner a todo el mundo en su lugar y decir: “Aquí están cuantos hay ahora realmente”». ¿Será que la ciudadanía estadounidense ya sabe la verdad sobre la fuerza de su músculo bélico?

Stars and Stripes apuntó en su edición del pasado 7 de diciembre que prácticamente había personal militar estadounidense en cada país del mundo; y esto no es una exageración, sino una realidad que muestra su autoproclamada misión de ser el gendarme del planeta para poner en práctica el intervencionismo más descarado.

Como ejemplo, la publicación presentaba un rango desde «dos oficiales de enlace en Fiyi hasta decenas de miles en todas las ramas de servicio en Japón y Alemania», pero los indicios llevan a que del Medio Oriente, las fuerzas especiales se deslizan también a África y a América Latina.

La neblina en la información se despejaba, hasta cierto punto, en África, donde el 4 de octubre del pasado año, en una emboscada en Níger murieron cuatro miembros de las fuerzas especiales, al parecer uno de esos destinos «desconocidos», pues fue entonces cuando la ciudadanía, y hasta sus legisladores, se enteraron de que más de mil de esta tropa están emplazados en el país africano, para enfrentar a «extremistas islámicos».

Esa situación provocó un «escándalo» en la colina del Capitolio, pero al final parece que todo quedó en balas de salva… y de fuego vivo, dado el presupuesto otorgado.

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