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Tiempo de servicio y $25 al mes en multas en la primera sentencia de los activistas antinucleares de Kings Bay Plowshares

«No me disculpo por ello», dijo la activista condenada Elizabeth McAlister, de 80 años de edad. «Creo que las armas son completamente destructivas de la vida»

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Juventud Rebelde

Aunque no quieran reconocerlo, Estados Unidos tiene presos políticos y no solo los condena y los encarcela, también trata de ocultarlos al mundo, no dándole espacio en los grandes medios. El lunes 8 de mayo ha sido sentenciada una mujer de 80 años de edad, de larga e intensa vida a favor de la paz, contra las armas nucleares, la guerra y el racismo. 

Elizabeth McAlister, activista antibélica y una de Los Siete de Kings Bay Plowshares fue condenada este lunes a tiempo cumplido y una multa de 25 dólares al mes por su participación en un acto pacífico de desobediencia civil contra la Base de Submarinos Nucleares de los Estados Unidos Kings Bay en el estado de Georgia, el 4 de abril de 2018.

Los activistas seleccionaron entonces el 50 aniversario del asesinato del Dr. Martin Luther King Jr. como fecha para su protesta porque están de acuerdo con él en que los males del racismo, el materialismo extremo y el militarismo están inexorablemente unidos.

«Actué porque tenía que seguir a mi conciencia y mi fe», dijo McAlister a la jueza federal Lisa Godbey Wood en su audiencia de sentencia.

McAlister integra el grupo de los siete activistas que «dañaron» edificios en la base, que alberga misiles nucleares Trident, derramando sangre sobre las superficies del lugar. 

Los pacifistas utilizaron una «defensa de la necesidad» en el juicio, argumentando que el peligro que representaban las armas «homicidas» (que matan a todas las personas y cosas) hacía de sus acciones un imperativo moral; el 24 de octubre de 2019, un jurado los encontró culpables de cuatro cargos separados de «crímenes federales»: destrucción y depredación de propiedades del gobierno por daños superiores a mil dólares, allanamiento de morada y conspiración.

«No me disculpo por ello», dijo la activista católica de 80 años de edad, quien se casó con Philip Berrigan y fundó Jonah House, una comunidad de resistencia no violenta contra la Guerra en Vietnam, en la década de 1970. «Creo que las armas son completamente destructivas de la vida», aseveró.

Elizabeth McAlister, activista antibélica. Foto: Cortesía de Kings Bay Plowshares 7

Aunque los otros seis activistas aún esperan la sentencia, el grupo encontró tiempo para emitir una declaración de solidaridad con el levantamiento en todo el país contra la brutalidad policial y el racismo, protestas nacionales, provocadas por el asesinato de George Floyd por cuatro agentes de policía de Minneapolis, y que ya entraron este lunes en su decimoquinto día consecutivo de tomar las calles de decenas de ciudades de Estados Unidos, reportó Common Dreams.

«Como siete católicos blancos y estadounidenses que han elegido desarmar simbólicamente el arma más mortífera de esta nación, el submarino nuclear Trident, entendemos que hay una conexión crítica entre las armas de destrucción masiva de esta nación y las armas de la policía en la calle», dijo el grupo de desobediencia civil que ha protestado por la continuación del programa nuclear por parte de Estados Unidos.

En la página en Facebook de Los Siete de Kings Bay Plowshares, recuerdan que el comando nuclear de Estados Unidos «está en el comienzo de un esfuerzo de modernización que cuesta decenas de miles de millones de dólares. Nuevos bombarderos B-21 están programados para suplantar a los B-1 y B-2 a partir de mediados de los años 2020. El cohete estratégico basado en tierra, un reemplazo para el Minuteman de los 1960, está en desarrollo.

«El comando nuclear de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos dice que está a punto de someterse a una gran reorganización mientras se prepara para nuevas bombas, misiles, bombarderos y cohetes».

Los siete activistas, que son abuelos, padres y cuidadores, ingresaron a la base —que alberga al menos seis submarinos de misiles balísticos nucleares, cada uno de los cuales porta 20 armas termonucleares Tridente—, armados con martillos, cinta que se usa para demarcar la escena de un crimen y biberones que contenían su propia sangre, así como una denuncia en la que se acusaba al Gobierno estadounidense por crímenes contra la paz.

Foto: Cortesía de Kings Bay Plowshares 7

A los activistas que siguen al profeta Isaías y su mensaje de «convertir las espadas en rejas de arado», no se les permitió en el juicio aducir motivos religiosos ni presentar una «defensa por necesidad» según la cual la violación de la ley era necesaria para impedir el delito mayor que implica una guerra nuclear.

El grupo incluye a:

Martha Hennsessy, nieta de Dorothy Day, reconocida activista social, oblata benedictina, organizadora del Movimiento de Trabajadores Católicos, y conocida por sus campañas por la justicia social y en defensa de los pobres.

Clare Grady, quien describe su activismo Plowshares como una respuesta sacramental al llamado de Dios a desarmar, fue también arrestada y condenada en 1983 por su participación en una protesta de Plowshares en la Base de la Fuerza Aérea Griffiss, junto a Elizabeth McAlister, quien a su vez, junto a su difunto esposo, Philip Berrigan, destruyeron cartas de reclutamiento durante la guerra de Vietnam, otro grave delito federal.

Steve Kelly, S.J., el único sacerdote católico entre los siete, ha pasado toda una vida viviendo y trabajando con gente empobrecida. Ha declarado: «No podemos ser plenamente humanos mientras exista un arma nuclear», según publicaba la revista jesuita América en noviembre de 2019, y considera que la destrucción simbólica de las armas nucleares es «mostrar una salida a la escalada».

Carmen Trotta, pacifista y miembro del Movimiento New York Catholic Worker, se ha opuesto a la guerra en Irak. Ha sido editora asociada del Catholic Worker y ha servido en el comité ejecutivo de la Liga de Resistentes a la Guerra.

Mark Colville es miembro fundador de la comunidad de Trabajadores Católicos Amistad, casa de hospitalidad en New Haven, Connecticut, donde vive con su esposa, Luz Catarineau, y un círculo de amigos que se dedican a la práctica diaria de las Obras de Misericordia, la oración, la no violencia, la justicia ambiental y la promoción de los derechos humanos y la dignidad para todas las personas. Mark y luz han criado a seis hijos juntos en la casa Amistad: Keeley, Soledad, Justin e Isaiah Colville, y Crystal y Mario Fernández. 

Patrick O’Neill, de 61 años de edad y padre de seis hijas y dos varones, es cofundador de la Casa de Trabajadores Católicos Fray Charlie Mulholland en Garner, Carolina del Norte, involucrado en la oposición a las armas nucleares, la abolición de la pena de muerte, el trabajo con los migrantes y en campañnas por los pobres y contra el racismo. Ya ha pasado más de dos años de prisión por su actividad pacifista.

Cada uno de los siete fueron declarados culpables de conspiración (18 U.S.C. n.o 371) —pena máxima de prisión, cinco años; Intrusión en la Propiedad Naval (18 U.S.C. n.o 1382)— máximo, seis meses; depredación de la propiedad gubernamental (18 U.S.C. n.o 1361) —máximo, 10 años por daños superiores a $1,000; y destrucción de la propiedad en la instalación naval (18 U.S.C. n.o 1363) —máximo, cinco años.

A los 7 de Kings Bay Plowshares —se decía en la mencionada revista América—, podrían aplicársele condenas de más de 20 años de prisión, aunque las recomendaciones de la directriz de sentencia probablemente oscilarán entre ocho y 33 meses de encarcelamiento y/o libertad condicional, que incluye el confinamiento intermitente, el confinamiento comunitario o la detención domiciliaria.

La publicación agregaba entonces «La decisión final, sujeta solo a revisión de apelación por abuso de discreción, está en manos de la jueza del tribunal de primera instancia, Lisa G. Wood, una ex fiscal federal. Podía ver la motivación religiosa como un factor atenuante porque los acusados esperaron pacíficamente ser arrestados y no tenían una intención maliciosa, o como un factor agravante porque las sentencias indulgentes podrían alentarlos a ellos y a otros a cometer crímenes similares».

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