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Otro golpe para la economía mundial

Las medidas punitivas que los países occidentales han impuesto a Rusia tendrán un gran impacto económico global

Autor:

Juventud Rebelde

Las decisiones político-militares en el actual conflicto que enfrenta, en el escenario ucraniano, a Rusia con la OTAN liderada por Estados Unidos, posiblemente sean un bumerán que golpee a la economía global y, como siempre, todos perdamos, acrecentando una crisis de la que ya la pandemia de la COVID-19 se había encargado de darle forma. Subieron de inmediato los precios del petróleo de 60 a 100 dólares el barril, sirviendo de locomotora al de otros productos básicos, incluido el trigo, lo que llevó pronto a un comentarista en un medio de comunicación estadounidense a decir: «Siberia arderá, pero no estará sola».

Mehmet Dogan, un experto en energía turco, le exponía hace unos días a Sputnik que cuando el 22 de febrero Alemania retiró la certificación del gasoducto Nord Stream 2 —una acción para castigar a Rusia porque había reconocido la independencia de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk—, esta decisión repercutiría de inmediato en los precios del gas natural, por lo cual la consideraba una medida equivocada.

«Es erróneo introducir tensiones políticas en el equilibrio de poder en el sector energético. Incluso, durante la Guerra Fría, los soviéticos no dejaron de suministrar y los compradores no se negaron a comprar. En la situación actual, esta decisión amenaza la seguridad del suministro para Europa y la estabilidad de la demanda para Rusia. El alcance de la crisis se determinará en función de si esta decisión es temporal o definitiva», señaló el experto, quien también explicó el daño a los programas de enfrentamiento al cambio climático.

«En el marco de esta política, se exigiría utilizar el gasoducto que atraviesa por el territorio ucraniano a plena capacidad. Dado el desarrollo de la tecnología moderna, ninguna otra fuente de energía que no sea el gas natural puede convertirse en una alternativa al carbón y a la energía nuclear en tan corto tiempo», dijo Dogan.

Turquía es una de las naciones que esperaban un decrecimiento de los precios de la energía con la puesta en marcha del Nord Stream 2, y desde otros países llegaban informaciones mostrando ya los efectos o las previsiones de que serán perjudiciales las consecuencias de lo que se avecina.

The Hill publicaba este sábado último de febrero que India, el tercer mayor consumidor e importador de petróleo del mundo con reservas de emergencia de alrededor de 31 millones de barriles, dijo que aprovecharía su reserva nacional de petróleo en un esfuerzo por frenar el aumento de los precios mundiales de la energía.

Ya liberó 3,5 millones de barriles como parte de un acuerdo con Estados Unidos para combatir el aumento de los precios del gas y ahora está «apoyando aún más las iniciativas para las liberaciones de las reservas estratégicas de petróleo para mitigar la volatilidad del mercado y calmar el aumento de los precios del petróleo crudo». Japón y Australia harían lo mismo, decía The Hill.

Para evitar darse un tiro en el pie

Durante una mesa redonda del influyente diario The New York Times, uno de los participantes decía respecto al castigo económico que comenzó a imponer Washington y sus aliados a Moscú: «…hasta dónde se puede llegar con las sanciones, qué estarán dispuestos a hacer los países europeos y qué tipo de dolor estarán dispuestos a soportar todos en la bomba de gasolina en particular».

Italia, que ya venía sufriendo inflación por los gastos energéticos en particular, se estremeció de inmediato con la nueva situación y el efecto más evidente de este encarecimiento es el aumento de las facturas: según algunas estimaciones, en el primer trimestre de 2022 los italianos deberán pagar un 48 por ciento más por la luz y un 61 por ciento más por el gas. De seguir así, para finales de este año un hogar medio habrá gastado en estas facturas 3 368 euros más que en 2021.

Como es sabido, el encarecimiento de los combustibles tiene un impacto directo sobre el resto de las producciones y llega hasta donde más duele al ciudadano común, los estantes de los supermercados, y en el caso italiano sentirán de inmediato la tirantez en la cadena, pues el 85 por ciento de las mercancías se transportan en vehículos consumidores de gasolina.

El caso de la bota geográfica europea sirve para mostrar lo que puede ocurrir a nivel planetario. Importa más del 90 por ciento del gas que necesita, y su primer proveedor es Rusia con una cuota superior al 40 por ciento. También importa casi dos tercios del trigo blando y el 44 por ciento del trigo duro que consume.

Una información al respecto decía que con la nueva situación y la crisis vinculada a Ucrania, la Bolsa de Milán, la más importante del país, se precipitó en un 4,25 por ciento en un día.

Italia es un ejemplo, pues casi el 40 por ciento del gas y el 26 por ciento del petróleo que consumen las naciones de la zona euro proviene del territorio ruso y el temor subyacente es que el gobierno ruso pudiera cortar el suministro energético como respuesta al acoso y aislamiento económico a que está siendo sometido, incluida la decisión alemana sobre el Nord Stream 2, cuya capacidad anual es de 55 000 millones de metros cúbicos.

La economía familiar de los europeos del Este y del Oeste (y mucho más allá en la geografía terrícola) pudiera convertirse en el primer daño colateral del conflicto.

Al mismo tiempo, resulta irónica la posición oportunista o aprovechada de Estados Unidos expuesta a Bloomberg por el enviado especial y coordinador para Asuntos Energéticos Internacionales, Amos Hoschstein.

El funcionario estadounidense dijo que no impondrán castigos a las exportaciones de crudo ruso para evitar una escalada de los precios de la energía global. «Las sanciones no apuntarán a los flujos de petróleo mientras avanzamos» (…) «si afectamos el sector del gas y el petróleo a Putin, y en este caso el estamento de la energía rusa, los precios se dispararían», lo cual afectaría a EE. UU. y sus aliados, que «sufrirían las consecuencias».

El diario The New York Times, cuando analizó las consecuencias globales de la operación rusa en Ucrania señaló que Europa del Este es fundamental para el engranaje económico y no concluyó con buenos augurios:

«Los países que dependen de la vasta oferta de energía, trigo, níquel y otras materias primas de la región podrían experimentar escasez y un aumento en los precios, lo que podría impulsar el descontento social», aseguro el diario neoyorquino que recordó que Rusia es el mayor proveedor de trigo en el mundo y junto con Ucrania, suman el 25 por ciento del total de las exportaciones a nivel global.

De acuerdo con datos de CME Group, el 24 de febrero los futuros del maíz, el trigo y la soya alcanzaron precios límite a consecuencia de las operaciones militares rusas en la región del Dombás, en Ucrania. Los futuros del trigo rojo, por ejemplo, subieron 5,7 por ciento.

Entonces, el resto del mundo no quedará ileso. Todos perdemos con la inflación, pues el petróleo todavía no es obsoleto e innecesario, y el pan nuestro de cada día no debería faltar en la mesa.

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