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Tres días y 16 niños palestinos masacrados por Israel

Israel bombardeó sin misericordia a Gaza en la primera semana de agosto y al menos 47 palestinos fueron masacrados

Autor:

Juana Carrasco Martín

Fueron solo tres días donde el odio genocida reinó una vez más, oculto tras las bambalinas del escenario ucraniano, punto focal de los medios occidentales. Israel bombardeó sin misericordia a Gaza en la primera semana de agosto y al menos 47 palestinos fueron masacrados en una operación que dijeron tenía como objetivo ejecutar a un líder del grupo de la Jihad Islámica Palestina en esa franja mártir.

No ha sido la única incursión criminal, pero sí el más reciente ataque desproporcionado contra un pueblo al que se le arrebata territorio día a día desde hace décadas y es sometido a un régimen de apartheid, razones suficientes para tener el derecho a combatir por su sobrevivencia e independencia.

Entre las 47 víctimas mortales hay 16 niños, y al menos otras 360 personas resultaron heridas —por el estado de gravedad de algunas de ellas pudiera aumentar el número de fallecidos—, lo que hace recordar un cartel que una mujer enarbolaba como protesta: «Los palestinos no mueren, los matan».

Un artículo de Middle East Eye (MEE) daba a conocer los rostros y los nombres de los 16 menores segados por la saña sionista y en un comunicado, Ayed Abu Eqtaish, director del programa que en la ONG Defence for Children International-Palestine (DCIP) contabiliza daños y víctimas, denunciaba: «No hay un espacio seguro en la Franja de Gaza para los niños palestinos y sus familias y cada vez son más los afectados por las repetidas ofensivas militares de Israel».

Algunos de los infantes, como cualquier pequeño en el mundo, jugaban con sus amigos frente a sus hogares cuando la  guadaña de la aviación israelí los ejecutó, como Alaa Abdullah Qaddoum, inocencia tronchada con solo cinco años en el vecindario de Shujaiya, y Momen Muhammed Ahmed al-Nairab, también de cinco años, quien estaba en el campamento de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza.

Nueve menores murieron en Jabalia, un campamento donde las personas sufren, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, una altísima tasa de desempleo, cortes regulares de electricidad y el agua potable está contaminada.

Salma al-Nairab, quien salvó milagrosamente la vida, describió a The New Arab el instante del impacto de los misiles israelíes que mataron a su primo Momen Muhammed: «Estábamos jugando y riendo cuando el misil cayó sobre mis primos y los mató sin piedad (...). No sabía a dónde correr. Estábamos cubiertos de sangre y no sabíamos quién estaba herido y quién estaba muerto entre nosotros». Una experiencia traumática para esta niña que todavía sueña con vivir una vida segura algún día.

A diario, Jamil Nijm, de cuatro años, llegaba al cementerio de Falluja junto a sus hermanos y amigos hasta la tumba de su abuelo, porque lo consideraban el único lugar seguro de la ciudad. El artero golpe aéreo lo encontró allí el 7 de agosto de este 2022 y cercenó su vida, convirtiéndolo en el más joven entre las víctimas en esta fecha, en que murieron tres de sus primos de la familia Nijm y uno de los vecinitos.  La densamente poblada Rafah, Beit Hanoun y el campamento de refugiados de Bureij, fueron otras de las localidades bombardeadas durante los días 5, 6 y 7 de agosto hasta que por intermedio de Egipto se logró un cese el fuego.

Los asesinos se justifican

Las declaraciones posteriores merecen ser conocidas, porque los culpables también deben ser expuestos.

El primer ministro, Yair Lapid, dice que Israel logró sus objetivos en los «combates en Gaza» y «no se disculpará» por ello, y el ministro de Defensa, Benny Gantz, considera que los militares pueden atacar para defender al país «desde Teherán hasta Khan Younis» y está hablando de un territorio que va desde la República Islámica de Irán hasta la ciudad palestina situada en la parte sudoeste de la Franja de Gaza, que alberga varios campamentos de refugiados palestinos, el más importante es  Al Amal, con miles de desplazados de sus tierras por la guerra árabe-israelí de 1948.

No asombran, aunque indignan, estos infames decires que fueron acompañados del apoyo del socio mayor en el genocidio, el presidente de turno de Estados Unidos.

Joe Biden  tuvo la deferencia con el régimen sionista de emitir una infame declaración el domingo por la noche después de que se anunciara un alto el fuego para Gaza: «Mi apoyo a la seguridad de Israel es de larga data e inquebrantable, incluido su derecho a defenderse de los ataques. En estos últimos días, Israel ha defendido a su pueblo de los ataques indiscriminados con cohetes lanzados por el grupo terrorista Jihad Islámica Palestina».

Ningún israelí murió en esos tres días por tales «ataques indiscriminados» desde Gaza, pero como si no fuera poco, Biden dijo: «Estados Unidos está orgulloso de nuestro apoyo a la Cúpula de Hierro de Israel (sistema de defensa antimisiles), que interceptó cientos de cohetes y salvó innumerables vidas. Felicito al primer ministro, Yair Lapid, y al liderazgo constante de su Gobierno durante toda la crisis».

Año tras año, Washington envía al régimen sionista una ayuda militar de 3 800 millones de dólares, que en ocasiones incrementa sustancialmente, como lo hizo con mil millones el pasado marzo, cumpliendo una petición de Israel luego de la masiva campaña de bombardeo contra Gaza en mayo de 2021 que dejó 256 palestinos muertos, incluidos 67 niños, al parecer víctimas predilectas para garantizar el genocidio cercenando el futuro.

En un discurso televisado, Lapid dijo que «Israel ha continuado su política de tolerancia cero hacia el terrorismo», y afirmó que Israel eliminó a «todos los altos mandos militares» de la Jihad Islámica durante los combates.

Pero la realidad es bien distinta, un tercio de los supuestos terroristas eran menores de 16 años y son los niños los más vulnerables y afectados por esta guerra que Israel desarrolla bajo el espíritu del expansionismo sionista.

Suelen morir o sufrir heridas físicas graves, también el indeleble impacto traumático en sus siquis, que el Director del Centro de Capacitación Comunitaria y Gestión de Crisis en Gaza explicaba así a The New Arab: «Los signos comunes de trauma a largo plazo incluyen pánico, horror, falta de confianza en la vida y una sensación de inseguridad, lo que los hace más introvertidos o más agresivos con los demás».

Luego de la campaña israelí contra Gaza del año 2021, el centro de monitoreo Euro-Med encontró que el 91,4 por ciento de los infantes de Gaza sufren alguna forma de trauma motivado por esta guerra permanente.

Los aterrados niños de Gaza en agosto de 2022. Foto: AP

Cuando la lista de los asesinatos que comete Israel contra la población de los territorios ocupados se hace cada día más larga y dolorosa con tal de sustentar su política ilegal, inmoral e irresponsable, pero que recibe apoyo de quienes miden al mundo con un doble rasero y le permiten actuar con total impunidad, sin rendir cuentas de sus innumerables crímenes, y otros se escudan en un silencio cómplice, la pregunta imprescindible y cierta es ¿quiénes son los verdaderos terroristas? 

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