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¿Quién le pone el cascabel al ladrón?

Estados Unidos y su insaciable vicio de petróleo lo llevan a robarle esa riqueza a Irán, Siria y Venezuela

Autor:

Juana Carrasco Martín

Es petróleo iraní robado por Estados Unidos en el Golfo Pérsico el pasado mes de abril. Son 800 000 barriles y los fiscales federales de EE. UU. quieren vender el cargamento a bordo de un tanquero griego Suez Rajan, que se dirigía entonces a China y fue obligado a desviar rumbo hacia Galveston, Texas, porque Washington asumió que podía confiscarlo por las sanciones ilegales y unilaterales que le ha impuesto a Irán.

Parece que no encuentran receptadores para el valioso botín que les reportaría ganancia total. Según The Wall Street Journal las empresas que lo descargan temen a su vez las posibles y lógicas represalias a sus naves y negocios en el Golfo.Pérsico.

No es la primera ocasión en que el grosero pillaje estadounidense hace presa en el combustible iraní. En febrero de 2021 Estados Unidos se apoderó del MT Achilleas y sus dos millones de barriles, cerca de la ciudad de Fujairah, en los Emiratos Árabes Unidos, alegando que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC) iba a vender el hidrocarburo a China. Aquella carga llevada a Houston y vendida en mayo de ese año por 110 millones de dólares.

La administración Biden adujo para justificar la incautación dolosa y provocadora, que la Guardia iraní había sido designación por Trump como «organización terrorista».

Por supuesto, Trump había hecho lo suyo en 2020 robándose el combustible iraní de cuatro petroleros de propiedad privada que se dirigían a Venezuela con aproximadamente 1,1 millones de barriles. Un golpe doble, porque la nación bolivariana está afectada seriamente en su producción y economía por las sanciones estadounidenses, que se amparan en la selectiva calificación de «terroristas». Para apoderarse de aquellos tanqueros pudo Estados Unidos haber utilizado la amenaza, la cohesión o el soborno, como propiciaban asesores de Trump por entonces, frente a la invasión armada que sugerían otros.

También roban en tierra

Con total desfachatez, frente al rostro de la Humanidad y con la anuencia de quienes viran el rostro hacia el lado contrario para no ver, el perpetrador ejecuta la gran rapacería. 

Con similar impunidad, convoyes militares transportan hacia Irak y otros lugares del Oriente Medio, extraído de los pozos petroleros de Siria, en los territorios ocupados por tropas de Estados Unidos o por los grupos extremistas como ISIS y al-Qaeda, que financió la CIA con millones de dólares en armas bajo la administración de Barack Obama, en una operación de guerra para derrocar a Bashar al-Assad, intentó fallido pero que desde entonces ha costado muchas vidas, destrucción de ciudades, de infraestructuras y el robo de las riquezas sirias por parte de Washington.

En 2015, las fuerzas militares estadounidenses tomaron el control de campos petrolíferos en Hasakah. Desde entonces, periódicamente, esas tropas dan protección a las caravanas de camiones cisternas cargados de petróleo robado —que según estimados son 66 000 barriles diarios—, por una ruta ilegal y con rumbo no identificado, pero que señala a Irak.

En junio, un analista político sirio, Muhammad Al-Omari, explicaba a cgtn.com: «El saqueo del petróleo forma parte de la política regional de EE. UU. en Siria. Vino con sanciones económicas, destrucción de infraestructura y saqueo de alimentos. El objetivo es principalmente poner al pueblo sirio en contra del gobierno, e intensificar la pobreza del país. Conduce al caos y fomenta aún más el terrorismo. Y, lo que es más importante, bloquea el acceso del gobierno sirio a los recursos financieros, con lo que dificulta el regreso de los refugiados sirios y la reconstrucción de Siria».

Y no se trata solo de que Siria denuncie el saqueo. El propio Donald Trump, cuando administraba los intereses de Estados Unidos —citado por la BBC— dijo con total desfachatez: «Nos vamos a quedar con el petróleo, recuérdenlo. Queremos quedarnos con el petróleo. US$45 millones por mes».

Trump ha sido desvergonzadamente locuaz sobre el tema del petróleo. Ya no es Presidente, pero aspira a volver a ocupar la Casa Blanca, y en un evento del Partido Republicano en Carolina del Norte el mes pasado dijo que su intención con Venezuela, había sido hacer colapsar al país y «haber tomado todo su petróleo».

Ya lo había revelado Mark Esper, quien fue Secretario de Defensa de la administración Trump desde julio de 2019 hasta noviembre 2020, en su libro titulado Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa en momentos extraordinario, Trump, «lo único que quería era adueñarse del petróleo venezolano», y para ello se confabuló con el golpista Juan Guaidó a quien le pidió «lealtad personalísima, y Guaidó se la ofreció», como recordaba el diario caraqueño Vea en un artículo.

Una y otra vez, Estados Unidos colma su propia desvergüenza, porque se cree infalible e inmune. Una buena parte del mundo no quiere o no se atreve a ponerle el cascabel al gato.

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