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Imaginar y crear entre todos el mundo posible

El libro Passeur de mondes, de Rodrigo Arenas, es una afirmación radical de una democracia a la altura de los desafíos más inquietantes de nuestro mundo

Autor:

Reynaldo Lacámara

Rodrigo Arenas, diputado elegido en julio de 2022 en las elecciones parlamentarias francesas (por el partido La France Insoumise), ha publicado este año su primer libro como autor único, Passeur de mondes. Député citoyen (Pasante de mundos. Diputado ciudadano, Éditions Montparnasse, Paris, 2023). Hijo de exiliados chilenos, Arenas ha tenido una meritoria trayectoria en organizaciones de la sociedad civil y el servicio público, habiendo sido presidente de la Federación de Consejos de Padres y Apoderados de Francia durante dos años (hasta el 2019). Ya había publicado el año 2020, junto con Édouard Gaudot y Nathalie Laville, Dessine-moi an avenir: plaidoyer pour faire entrer le 21ème siècle dans l’école (Dibújame un futuro: un alegato por hacer entrar el siglo XXI en la escuela, Actes Sud, Arlés).

En Passeur de mondes, Arenas presenta con detalle y lucidez las múltiples problemáticas que aquejan, ya no a Francia o a Europa, sino a nuestro mundo, para centrarse en cuáles son las decisiones a tomar en el plano de la educación. Lejos de la ingenuidad, o la complacencia, el autor abarca de manera sustancial los múltiples aspectos que se presentan, sin evitar los más inquietantes de nuestro tiempo: problemas globales tales como la civilización digital, las carencias en la integración cultural de los migrantes, los desafíos ecológicos. Cabe destacar su defensa de una repolitización de la educación, que tenga un impacto real en la sociedad completa, a través del rol de los padres, en torno a la dimensión política de su misión. No es común hallar una reflexión tan fluida con respecto al estrecho enlace entre la escuela y la sociedad civil que rodea a la institución educativa, y de hecho en este libro estos dos espacios jamás se encaran separadamente, como espacios estancos, de la forma aparentemente «técnica» en que estamos acostumbrados a pensar en nuestro país, como materias que hay que dejar a los expertos. La reciprocidad de estos dos espacios socio-culturales, supone para el autor una clave fundamental en el rol protagónico que le cabe al ciudadano consciente en el ejercicio de la parentalidad.
La doble nacionalidad de este pasante de mundos, como se define Arenas, le ayuda a comprender la complejidad de culturas nacionales dispares, pero que se ven forzadas a abrirse al aporte de lo nuevo y lo diferente. En este sentido, podernos entender su planteamiento acerca de la necesidad de comprender al mundo en toda su profundidad y desafíos, sin ocultar una aguda crítica (a ratos feroz) ante un ejercicio de liderazgo político que no desea comprender las consecuencias de su propia ignorancia o su paternalismo.
Sobre el modelo de escuela en que el profesor obtiene su legitimidad y de la ignorancia de los alumnos que tiene a cargo, la política moderna ha construido y proyectado, un estilo y perfil operativo: el gobernante es un profesor, cuya legitimidad se apoya, se enraíza y autovalida en la ignorancia del pueblo. Basta recordar, a modo de ilustración, las salidas insultantes de los presidentes de la República en Francia, los «sal de acá, pobre imbécil», los «sin dientes» o la «gente que uno cruza y que no son nada». Expresiones infelices, torpes y violentas que caracterizan el trato despreciativo hacia los sin-diplomas, condenados a tareas subalternas en una sociedad que mantiene una ecuación cruel y desbordada, entre mérito escolar y mérito social.
Esta puntualización, por parte de Arenas, desnuda también una concepción de meritocracia sesgada y puesta al servicio de una educación exclusivamente funcional al sistema económico y que, por lo mismo, forma a sus alumnos más como mano de obra calificada que como ciudadanos. En nuestro entorno educativo nacional, en todos sus niveles, es de fácil comprobación la vigencia de esta concepción y praxis formativa.
Abstención, populismos, clientelismo electoralista… desde hace decenios, el abismo no ha cesado de crecer entre la sociedad y la política. El divorcio democrático es profundo entre lógicas partidarias completamente desenraizadas, que funcionan por encima y al margen de una sociedad activa, diversa, creativa, mas sin ilusión sobre la naturaleza y las formas del poder que se ejercen sobre ella. Los partidos políticos de ayer eran auténticos lugares de socialización y aprendizaje sobre la ciudad. Hoy en día se reducen, a menudo, a estructuras endogámicas aisladas de la sociedad, esterilizadas por lógicas estrictas de conquista del poder, incapaces de pensar y de acompañar el cambio social, y menos de contribuir a la conciencia y conquista del mismo. A esto nos lleva el sistema instaurado.
De aquí el urgente llamado a afirmar la democracia en libertad y diversidad, lo que implica la defensa de una democracia deliberativa, que trascienda a una democracia formal claramente en crisis. Esta realidad supera, en mucho, la contingencia o el escenario político de una nación o continente. Por lo mismo, el autor nos invita a inaugurar un nuevo modo de habitar la tierra y a repensar el humanismo. El desafío no es otro que aprender a ser de nuevo humanos.
Arenas no duda en plantear la experiencia de la Unidad Popular chilena, en su dimensión profunda de cambio cultural, económico y social, como un ejemplo a seguir:
En torno a lo cotidiano, a lo virtual y a las relaciones humanas renovadas, un mundo nuevo está emergiendo. En lugar de buscar como fin el modo en que la nueva cultura popular y el cambio social, pueden volver a entrar en las formas de sus categorías obsoletas, la izquierda francesa debe hacer el esfuerzo de ponerse a su escucha. Para comprender y pensar este mundo que viene.
Para traspasar la esperanza desde el discurso a los hechos, esta debe volver a convertirse en la expresión de una cultura popular viva y protagónica. Es esta la lección de Allende que la izquierda debe encarnar y protagonizar. Es la experiencia y el sentido de un mundo que debemos reafirmar día a día.
El libro de Rodrigo Arenas es una afirmación radical de una democracia a la altura de los desafíos más inquietantes de nuestro mundo. Al hablar de Francia, parece estar también pensando -como el buen observador que ha sido del proceso político chileno- en nuestro lado del mundo, asumiendo la historia de victorias y derrotas, morales y reales, de nuestro país, América Latina y el Caribe. Estamos ante una mirada necesaria y cuestionadora para todos aquellos que aún sentimos, en cualquier lugar del mundo, la urgencia de derrotar la desigualdad y la injusticias. Esta es la invitación entonces para imaginar y crear entre todos, el mundo posible.

* El autor es escritor, poeta, ex presidente de la Sociedad de Escritores de Chile

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