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Sheinbaum cosecha la buena siembra de Obrador

Una singularidad viene con estas elecciones: por primera vez dos mujeres acuden como candidatas de las principales fuerzas políticas de México. Y son las mejor puntuadas en las encuestas

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Lícito es suponer que la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador abona las encuestas de cara a las elecciones que tendrán lugar en México el 2 de junio, independientemente del perfil, los méritos o las simpatías de los candidatos.

No digo el programa, porque se espera que, en líneas generales, el de Claudia Sheinbaum, la aspirante que va a la cabeza en los sondeos, sea el mismo que llevó a AMLO a la presidencia, una misión que identifica, precisamente, a la alianza que ella encabeza: Sigamos haciendo historia se llama la coalición integrada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, fundado por Obrador), el Partido del Trabajo y el Verde. La frase que lo representa significa continuidad.

AMLO ha cumplido con la advertencia formulada al inicio de su mandato de que no acudiría a la reelección, de modo que si sale triunfadora, como anuncian los estudios de opinión, tocará a Sheinbaum la responsabilidad de seguir adelante —haciendo historia, en efecto—, con la Cuarta Transformación, como denominó López Obrador a su proyecto en favor de la justicia social y la democracia, según anunció.

Ello ha implicado revertir hasta donde ha sido posible el auge neoliberal impuesto por los gobiernos que le precedieron.

En esa dirección han caminado sus esfuerzos por devolver a las manos de México, empresas emblemáticas que antes fueron casi privatizadas, como lo ha hecho con la recuperación de Pemex (Petróleos Mexicanos), su insistencia en retornar a manos del Estado la generación y el servicio de electricidad; el afán por poner a buen recaudo la explotación del litio, que recién comienza, para que sea para siempre y por ley, propiedad de los mexicanos, así como el resto de los recursos minerales de la nación.

Lo ha movido el propósito de revivir el espíritu de la Revolución Mexicana.

Entre sus iniciativas sociales han estado ayudas financieras para los estudiantes y los adultos mayores, planes de formación para los jóvenes de las zonas rurales a modo de paliar el desempleo en el campo, mayor acceso al sistema de salud, y dotar de mejor infraestructura a estados que lo necesitaban y que servirán para abrir nuevos puestos de trabajo, como lo ha sido la obra del Tren Maya en el sudeste mexicano, que se concluye justo con su sexenio, y se propone magnificar la explotación del turismo en la península yucateca, entre otros propósitos.

AMLO denomina ese quehacer que ha mirado hacia los desposeídos, como Humanismo Mexicano.

La aplicación del modelo ha sido exitosa. Y no solo lo demuestran los altos porcentajes que a priori recibe Sheinbaum. Son puntos abonados, desde luego, por las propuestas de Gobierno de la candidata y su trayectoria; pero evidentemente tienen sustento en el proyecto que ella representa, así como que Morena haya conservado la base social que apoyó a AMLO para llegar al poder.

Se trata de un caudal político que la ejecutoria del mandatario saliente no solo ha mantenido, sino incrementado. En julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador conquistó la presidencia con el voto de 56 611 027 personas que significaron el 53 por ciento del padrón. Hoy, la más reciente encuesta al respecto, efectuada por el diario Reforma hace dos semanas, le adjudica una aprobación del 73 por ciento.

También las cifras económicas y sociales, y no solo los programas e iniciativas legislativas puestas en vigor, demuestran el porqué del respaldo.

Según informes del Banco Mundial, la tasa oficial de pobreza multidimensional descendió del 43,9 por ciento que se reportaba en 2020 a 36,3 por ciento en 2022, lo que se tradujo en que poco más de ocho millones de personas salieran de la condición de pobreza.

Pese a la caída abrupta de más del ocho por ciento del PIB en 2020 como resultado del azote de la COVID-19, la economía se recuperó en los años sucesivos con crecimientos anuales del tres por ciento o superiores a esa cifra al término de 2021, 2022 y 2023.

AMLO también ha vestido de gala la tradicional política exterior mexicana de respeto al Derecho Internacional, latinoamericanismo y defensa de la paz como la trazaron los próceres, lo que ha conllevado a una actitud que sin enfrentarse frontalmente al poderoso vecino —socio obligado por la cercanía—, ha hecho valer el fomento de relaciones con quienes ha estimado hacerlo, y transitar sus propios caminos.

Claro que quedan desafíos, entre los cuales descuella la violencia, propiciada por un auge heredado del narcotráfico y de las bandas delincuenciales que convirtió al país en otros tiempos no muy lejanos, según el propio Obrador, en un narco-Estado por los denunciados
vínculos de funcionarios gubernamentales con la delincuencia.

Ese y otros retos esperan a quien obtenga la presidencia el 2 de junio.

A punto de dejar el mando, lo que ocurrirá el primero de octubre, AMLO ha presentado ante el Congreso una carpeta de 20 reformas a la Carta Magna para darle carácter constitucional y, por tanto duradero, a iniciativas de orden social muchas de las cuales ya han sido puestas en marcha durante su mandato, como las mencionadas pensiones a los adultos mayores, las becas estudiantiles, el derecho de los campesinos que trabajan la tierra a un jornal seguro y permanente, la garantía del derecho a la educación y al trabajo, y otras como el reconocimiento y la legitimidad jurídica para los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas.

Puede que el tiempo restante de mandato no alcance para su aprobación; de cualquier modo, implementarlas será labor del próximo presidente… ¿o presidenta?

Dos mujeres frente a frente

Una singularidad viene con estas elecciones: por primera vez dos mujeres acuden como candidatas de las principales fuerzas políticas de México. Y son las mejor puntuadas en las encuestas.

Con Sheinbaum, acapara las mayores intenciones de voto Xóchitl Gálvez, quien encabeza la peculiar alianza que, de nuevo por ocasión primera, ha unido a partidos hasta ayer antagónicos que funden ahora esfuerzos para desbancar a Morena, como lo han hecho durante los últimos años como oposición desde el Congreso.

La coalición electoral que disputa la presidencia a Morena la integran el derechista Partido Acción Nacional (PAN), al que pertenece Gálvez; el histórico y emblemático Partido Revolucionario Institucional (PRI), que en una etapa lideró Lázaro Cárdenas, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), encabezado luego de su fundación por su hijo Cuauhtémoc, y que en un momento capitalizó el sentir de los sectores más progresistas de México.

Claudia Sheinbaum, quien como López Obrador en su momento se postula a la presidencia con el halo de haber sido hasta junio pasado la gobernadora de la Ciudad de México, es presentada como científica y académica, y en su programa de Gobierno presenta nuevas iniciativas sociales que prosigen lo iniciado por AMLO, así como el enfrentamiento a la inseguridad, programas ambientales, la gratuidad de la enseñanza, regular el uso de las concesiones en el sector del agua para que el acceso a ella tenga como prioridad el interés del país y sus habitantes, y un mayor uso de las energías renovables para acelerar la transición energética.

Por los mismos sectores, en líneas generales, se mueven las propuestas de la ingeniera en Computación Xóchitl Gálvez, al frente de Fuerza y Corazón por México, quien ha hecho énfasis durante su campaña en la seguridad pública, y la garantía de que no eliminará los planes sociales en vigor. También anuncia la implementación de políticas públicas en materia de justicia y derecho, apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas y, como su contrincante, energías alternativas.

Aunque ha mejorado su puntaje en los estudios de opinión hasta un reciente 32 por ciento, Gálvez se ha mantenido por detrás de Sheinbaum con más de 20 puntos de diferencia entre ambas.

Sondeos recientes adjudican a la candidata de la continuidad un 56 por ciento de las intenciones de voto, cifra que significaría una contundente mayoría absoluta, aunque otros anuncian 48 por ciento. Pero esa cifra sería igualmente exitosa para ella, pues en México basta con la mayoría relativa para obtener la presidencia.

En otro acápite poco visto, una investigación del instituto Expansión Política, que combina los resultados de más de 40 firmas encuestadoras, valora las probabilidades de ganar, que benefician también a Sheinbaum con 98 por ciento.

Lejos de ellas, en tercer puesto, se ubica Jorge Álvarez, de Movimiento Ciudadano, a quien a última hora, funcionarios de la alianza opositora le pidieron que renunciara a favor de Gálvez, lo que pudiera mover las previsiones. Tras la propuesta, las expectativas de voto para él subieron a un 13 por ciento.

Las encuestas nunca son totalmente infalibles. Pero, de momento, algo puede asegurarse: no podrá decirse que en esta campaña electoral ha primado el machismo.

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