Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Un futuro de idiotas?

Autor:

Julio Martínez Molina
Durante el verano la televisión nacional estrenó una comedia norteamericana llamada Idiocracia, la cual lamentablemente pasó sin penas ni glorias ante los ojos de nuestros medios, pese a ser todo un símbolo del estado actual de la cultura en el planeta.

La cinta es una metáfora —sagaz y sustanciosa—, sobre las alarmantes cotas ganadas por la idiotez en los tiempos de la posmodernidad globalizadora, donde la cultura está sumida en una crisis profunda, como considera Frei Betto en su artículo Generación posmoderna (publicado por el servicio informativo digital Alai-amlatina en junio de 2006).

Jordi Costa, lúcido crítico español, estimó que Idiocracia corrige las dos antiutopías más influyentes del siglo XX —1984 y Un mundo feliz— para proponer un futuro que no está regido por el control del pensamiento, ni por la administración del placer, sino por el triunfo de la estupidez.

«Se trata de una visión apocalíptica a la medida de los tiempos del YouTube (sitio web de videos), las bebidas energéticas y el tribalismo de grada», escribió en El País el 15 de junio.

Si bien se ambienta en el futuro, la película está hablando de ahora mismo, de los tiempos de televisión basura las 24 horas, fast-books y comida chatarra, época donde en la prensa se leen cables como el siguiente de AP, fechado el 1ro. de septiembre:

«El afamado grupo RBD lanzó una variada línea de 400 productos que incluyen desde ropa, zapatos, accesorios y joyería, hasta cremas para el cuerpo, uñas postizas, carteras, maquillaje, libretas, cartucheras y álbumes, entre muchos otros».

El despacho sostiene que los artículos se venderán principalmente en las tiendas Wal-Mart, así como en algunas asociadas como Suburbia, Vips y Bodegas Aurrera.

«RBD es una gran marca mexicana», dijo en rueda de prensa Manuel Gilard, vicepresidente de imagen y publicidad del Grupo Televisa, quien agregó (saboreen esto) que «la idea es que al momento de crear un producto de entretenimiento ese concepto tenga la posibilidad de desdoblarse en diferentes plataformas y se extienda más allá de la propia experiencia de haberlo vivido en la pantalla».

Pedro Damián, creador del «concepto» que comenzó con la telenovela Rebelde, también dijo que vender productos relacionados con los artistas «crea un acercamiento que se traduce en amor hacia su artista».

La selección de los productos, indica el cable, se basó en lo que los seguidores de RBD pidieron a través de correos electrónicos a la revista Rebelde.

¡Cuánta manipulación en tan pocas palabras¡ ¿Qué amor a los artistas ni dos naranjas verdes? Esto es puro negocio, mondo y lirondo, típico del mercantilismo de la industria capitalista vinculada al arte desde hace décadas.

RBD, uno de los fraudes artísticos más desalmados de los últimos años en Latinoamérica, representa en realidad una megaempresa de múltiples medios y redituables perfiles de negocios que tiene embaucada a buena parte de la juventud de su país y del resto de la región, entre otras causas, por su bombardeo promocional en los más diversos frentes.

Jamás un solista de Chiapas tendrá el 0,1 por ciento del respaldo mediático del gran engaño Rebelde.

Frei Betto también afirma, en entrevista para ENcontrARTE publicada por Rebelión el 4 de septiembre, que «la resistencia cultural no debe ser contra lo bueno que hay en el arte, en la literatura, la arquitectura, la filosofía», sino que dicha resistencia precisa enfocarse contra esa industria del entretenimiento que «mcdonaldiza» la cultura, con producciones de muy baja calidad y sin ningún sentido.

El autor de Fidel y la Religión recalca que debemos oponernos a esa «hamburguerización» de la cultura, si bien la lucha es harto difícil cuando las personas escuchan cómo se propala cada día en los medios occidentales, sin misericordia alguna, el elogio de lo soso, lo nulo y lo anodino en desmedro de lo válido y legitimable.

La concreción de los personajes tipificados por Idiocracia en el futuro ya está moldeándose desde el presente. Solo queda impedir la victoria definitiva de la imbecilidad.

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