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Los medios en la era Murdoch

Autor:

Julio Martínez Molina
Aún está fresco en la memoria el abrupto giro del periódico estadounidense New York Post, que de tabloide de crónica roja se convirtió en adalid de la invasión a Iraq y paradigma de un pensamiento reaccionario e imperial, sin dejar a un lado su amarillista marca de fábrica.

Eso sucedió después de ser absorbido por la compañía News Corp, del magnate mediático Rupert Murdoch.

El mismo peje, número uno de este negocio en el planeta y fuerte aliado del discurso de exclusión que pretende instaurar como verdad la maquinaria política de Bush, hizo otro tanto al acaparar el canal de cable Fox News Channel, de igual mensaje beligerante y conservador.

Murdoch también es dueño de los estudios fílmicos 20th Century Fox, la cadena televisiva homónima, el canal de satélite Sky, la franquicia American Idol, la editorial HarperCollins, Tv Guide, el Weekly Standard, el canal de televisión por cable de divulgación científica National Geographic y del muy en alza sitio virtual MySpace.

Además al magnate le pertenecen un grupo de diarios australianos y los periódicos ingleses The Sun, The Sunday Times y The Times, y selló en agosto un acuerdo para adquirir la editorial norteamericana Dow Jones y The Wall Street Journal por un monto de 5 000 millones de dólares.

Para amplificar más sus dominios, esta semana inauguró Fox Business, cadena de televisión dedicada a las finanzas.

Columbia Journalism Review (CJR), publicación de análisis de medios editada por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, reflexionó:

«Como hemos dicho más de una vez, Murdoch tiene una larga historia, en cuatro continentes, de acomodar su estilo de periodismo al poder político para obtener favores de los gobiernos».

En tanto la revista The Nation opinó: «No practica el periodismo. Moldea diversos medios para que solo expresen una voz. Es una uniformidad peligrosa: amenaza la discusión democrática que garantiza una prensa libre y fomenta las guerras por su complicidad con políticos belicistas».

Aunque resonantes por su magnitud, las megaadquisiciones de este hombre no son las únicas del giro.

La periodista Marie Bénilde argumentaba recientemente en Le Monde Diplomatique que el proyecto de compra del grupo de prensa francés Les Echos por Bernard Arnault, primera fortuna de Francia y dueño del líder mundial de productos de lujo Vuitton-Moët-Hennessy (LVMH), presenta numerosas similitudes con el caso Murdoch.

Arnault —escribió— fue testigo de matrimonio del actual presidente francés, Nicolás Sarkozy, con quien además festejó su victoria en el restaurante parisino Fouquet’s la noche de su elección al Eliseo, y recibió el apoyo político inmediato del gobierno.

Días atrás se anunciaba la compra del 55 por ciento de las acciones del diario colombiano El Tiempo (el de mayor difusión allí) por la Editorial Planeta, de España.

También la totalidad de Iberoamerican Radio Chile —la principal cadena de la nación austral— por parte de Unión Radio, empresa al frente de los negocios radiofónicos del grupo español Prisa.

El acuerdo con la editorial del diario de mayor circulación de Colombia contempla que el Grupo Planeta comprará el 40 por ciento de la propiedad del canal de televisión privado CityTV, de Bogotá, el cual también forma parte del conglomerado, dijeron las empresas en un comunicado de prensa, según DPA y Reuters.

Según las mismas fuentes, el Grupo Planeta, dueño de más de un centenar de empresas, dispone de 6 500 colaboradores en el mundo y es definido como líder del sector editorial de España y América Latina.

Unión Radio, en tanto, tiene alrededor de 1 200 emisoras propias y asociadas en España, Estados Unidos, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Argentina y Chile, y pretende seguir ampliando su presencia en América.

Las megafusiones y grandes compras encontraron en los últimos tiempos un espacio lucrativo y estratégico en los medios de comunicación, donde la incidencia del fenómeno resulta particularmente dañina.

Pues, como reflexionara recientemente la periodista Stella Calloni «la información se ha transformado en un arma de destrucción masiva. La manipulación informativa se ha convertido en el arma más poderosa que antecede al disparo de los misiles y a los bombardeos».

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