Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La construcción balanceada

Autor:

Luis Sexto

Parece que hablábamos ayer del Día de la prensa cubana y ya nos hallamos ante la misma fecha, como si el 2010 se hubiera deslizado sobre un trineo nieve abajo. ¿Y porque el tiempo nos produzca la sensación de resbalar como vasija entre dedos engrasadas, tendremos que decir anualmente lo mismo? Quizá en ese temor a decir lo mismo radica uno de los conflictos de los periodistas.

Parto, sin embargo, arriesgándome a repetir cuanto dije el pasado año, en igual momento en esta columna o en algún otro medio. Y sin levantarme a consultar el archivo, o registrar carpetas de mi ordenador, sé que me he referido a que el 14 de marzo, cuando Martí fundó Patria en 1892, definido certeramente como Día de la prensa cubana, necesita imbricarse esencialmente con el legado martiano. A veces uno lee a Martí, reflexiona, y siente vergüenza de cuanto escribe. Porque uno no suele alcanzar las esencias de la realidad, percatarse de las necesidades y conveniencias, y expresarlas de modo que atraiga, convenza o conmueva.

En estos días me preguntó una joven y aventajada colega de la TV si el periodismo era arte o literatura, y le respondí que ni uno ni otra, pero ambas a la vez. Y con la paradoja intentaba decir que el periodista —especialista de la actualidad— ha de escribir o hablar o fotografiar o filmar como el pintor mezcla sus colores y el poeta o el narrador concilia versos y palabras, pero sin renunciar el periodista a sus funciones primordiales: informar e interpretar, y luego movilizar y educar. ¿No es el reportaje de Martí sobre el terremoto de Charleston, una confirmación de que el periodista puede ser poeta, y narrador, y pintor, todo a la par sin que por ello se adultere o esconda la verdad noticiosa? Es decir, hay que hallar la ruta para mover y conmover la conciencia de cuantos nos leen, ven u oyen.

Y aunque ello parezca claro, suele creerse que mediante la cantidad o la desmesura propagandística, la prensa suma voluntades en torno de este o de aquel propósito; más bien, la cantidad, cuando no implica la variedad, se convierte en saturación, en aglomeración repetitiva de hechos e ideas, con lo cual, a veces, más que sumar o atraer, resta o despierta la indiferencia.  El agua en demasía, pudre las raíces…

A este comentarista lo seducen lo armónico y lo equilibrado. Cuántas veces me han pedido que escriba las cosas con las palabras gruesas del diario decir. Y para qué. ¿No es más provechoso aglutinar argumentos, proponer sugerencias, aludir equilibradamente a actos cuya negativa reincidencia en los sitios más alejados del centro, amenaza la supervivencia de la nación y sus aspiraciones de mejoramiento?

Viendo hoy al país en su peculiar y delicada situación económica y social, afrontando las llamas de un mundo ardiendo e intentando corregir la cola de conceptos vencidos por el tiempo o la inefectividad, uno comprende que la prensa ha de ser no el papel o el micrófono o la cámara que se conviertan en eco, sino más bien, además de informar con creatividad y exactitud el quehacer y el decir de la sociedad, ejercer como una alternativa de criterio, como una visión esquinada y responsable que ayude, con otra propuesta, desde ángulos no tenidos en cuenta, a desmantelar la mentalidad esclerosada y la incapacidad para comprender aquello que se necesita nuevo y mejor.

Tras 40 años de ejercicio este periodista ha aprendido que el más hábil para convencer, no es el que dice: “esto es así, porque lo digo yo”, o “porque es así”… Más bien, es así, porque aún no nos hemos percatado de que puede ser de otra forma y alcanzar un estado superior. Ante la opción, ante el juicio sugeridor, o ante el señalamiento leal de la prensa, el lector, el oyente, el televidente tendrán también la ocasión de pensar y decidir.

Ahora bien, conozco el conflicto de receptores y periodistas: escribir estos lo dicho y redicho sin aportar un nuevo matiz o cambiar el lenguaje, y aquellos, los destinatarios, desear hallar la construcción balanceada de nuestra circunstancia y no solo toparse con un reflejo pasivo de la vida. A veces será necesario repetir, pero repetir para proponer un peldaño más hacia arriba y no más hacia abajo. Las lealtades de la prensa pasan también por la lealtad al que lee o ve u oye para saber y entender. En fin, me he repetido, y espero que me perdonen y que de algo sirva otra cucharada de la misma cuartilla.

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