Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El basurero y la desidia

Autor:

Luis Sexto

Caballero es el título que le dio el caballo al hombre, según definición de un clásico que en eso de arrojar alfileres fue un notable perito y que no nombro por si la ficha de mi memoria lo ha enmarañado. Y por ello, jinete sobre la caballerosidad, que incluye la honradez, ofrezco disculpas por que el viernes 22 de abril un lector al menos se sintió agraviado o inquieto cuando escribí «mañas de basureros» al referirme a la falta de decencia en ciertas personas. En verdad, no aludía a los trabajadores de la higiene comunal, sino a los espacios donde se vierten los desechos y donde suele haber pestilencia y degradación.

La aclaración me facilita el tema de hoy tras el receso de la semana pasada, condicionado solo por mi ausencia de La Habana, ya habitual cada mes, y que me resulta, como suele suceder, como una recarga de la experiencia. La provincia y el municipio —además de los centros de trabajo— componen, al menos para el criterio del comentarista, el espacio donde se dirimen los problemas de nuestra sociedad. Una vuelta por esas tierras le facilitan al observador y al oidor —que no auditor— las desventuras y venturas de la estrategia por el mejoramiento de nuestra sociedad.

No creo superabundar si menciono que en algún trecho de la Carretera Central el marabú sigue saludándonos con su insolente presencia, y por ese tramo, que ubico de la ciudad de Matanzas hacia el este, ciertos quioscos al pie de la ruta —en mi niñez los llamábamos vendutas— permanecen vacíos, o escasamente surtidos o cerrados. Hace poco me detuve, y pregunté la causa del vacío, y me respondieron que «las cuentas no daban».

Que mis intenciones no confundan. Evito colocarme en la posición de quien desde la orilla arroja piedrecitas. Más bien soy consciente de que el oficio del periodista en la Revolución es servir y coadyuvar al develamiento de las causas de los problemas. Porque aunque las estadísticas son útiles por esbozar cuadros globales, los ojos y los oídos humanizan lo que los números atestiguan insensiblemente.

Y, desde luego, en aquellos lugares me cuentan problemas, y me entregan cartas cuyas soluciones y respuestas no parecen encontrarse en ámbitos tan alejados de los centros políticos principales. La pasividad y la indiferencia se nutren con determinada falta de rigor y control sobre la actividad de los llamados a encauzar y controlar. Uno intenta explicar a los aquejados. Pero hay casos y hechos que no solo necesitan esclarecimiento, sino comprensión y reacciones rápidas. Por supuesto, los procesos de mejoramiento y las reglas de los nuevos términos no se imponen a la velocidad instantánea de los deseos. Pero a tiempo la honradez y la ética del nuevo hacer han de sustituir la vieja rutina por la creatividad actuante.

A veces, nos quedamos en la superficie. El fondo parece que no existe. En esta semana, vi un reportaje de TV sobre determinado pueblito cuyos vecinos echaban la basura casi encima de las líneas de un ferrocarril recién reparado. Justa era la crítica a cuantos pretenden convertir en un vertedero la ruta del tren, tan costosa en su infraestructura inicial y tan barata luego cuando se usa provechosa y disciplinadamente.

Sin embargo, al reportaje le faltaba hacer una pregunta. Por sus preguntas conoceremos a un periodista, a un inspector, a un auditor, a un administrador o a un gobernante: ¿Por qué la gente echa en sitio tan inadecuado la basura? ¿Porque son ciudadanos perversos o maleducados? Me niego a aceptar respuesta tan simplista. La pregunta final hubiera sido: Por fin, qué pasa: ¿en este pueblo nadie se ocupa de recoger y conducir la basura a un vertedero?

Y así vamos enterándonos de que el país sigue marcando su paso allí, en el municipio, la provincia y, desde luego, en los centros de trabajo. Basurero es también el nombre que la desidia le dio a la costumbre.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.