Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Mi Apóstol

Autor:

Susana Gómes Bugallo

Quisiera haber sido su esposa. ¿Cuántos sueños no le hubiese cobijado entre mis brazos en esas noches de insomnio, con la cabeza sostenida entre las manos intentando reproducir todo lo que quería dar? ¿Cuántos desvelos no le hubiese acompañado con un abrazo tibio?

Quisiera haber sido su amante. ¿Cuántas sonrisas no le hubiese provocado en sus momentos de incontrolable angustia? ¿Cuántas tristezas suyas no hubiese echado en mis bolsillos y cargado a mis espaldas para acompañarlo en su andar?

Quisiera haber sido su amiga. ¿Cuántas dificultades no le hubiera disuelto, disminuido, desaparecido, ayudado a soportar? ¿Cuántos poemas suyos no hubiese convertido en ilusión para regar su alma con el propio amor que desbordaba?

Quisiera haberlo conocido. ¿Cuántas miradas suyas habrían cambiado mi vida y cuánto brillo de mis ojos le hubiese calmado un poco la oscuridad triste de cada corazón cerrado a su reclamo de lucha? ¿Cuántas bromas le hubiese regalado y cuántas ocurrencias mías habría puesto a los pies de su alma, de sus oídos, de su presencia?

Quisiera haber tropezado con él. ¿Cuántas millas de su camino hubiese hecho mías? ¿Cuánto de mi vida le hubiese dado, de mis pensamientos, mis suspiros, mi fuerza para luchar que no era tanta pero era algo más, que no era mucha porque la de él era toda, pero era más?

Quisiera haberlo visto pasar. ¿Cuánto no hubiera corrido detrás de ese andar ligero, de esas manos edificando mundos, de esa voz calando corazones, de ese actuar construyendo vidas, dando vidas, dando su vida, dando…? ¿Cuánto no me hubiese enorgullecido, completado, hecho, ser un instante de su tiempo, alguien que cosió su camisa, construyó su sortija, limpió sus zapatos, sirvió su copa de agua?

Quisiera haber sido algo en su vida. Pero no tuve la suerte. Quizá el destino fue mucho mejor y permitió que fuera él algo inmenso en la mía. Una especie de ícono o padre del que se sueña aprender o llegar a ser una buena persona, un luchador, un amigo. El destino fue sabio y diseñó para mí un hombre grande, una guía, una inspiración y un montón de hermanos por todo el mundo para seguir por el buen camino que construyó el Apóstol.

Un camino que me hace andar. Un montón de libros que consultar cuando me agobian las penas del mundo, o bajo el brazo para abrir ante cada situación de duda, dolor, rabia, amor... El destino fue sabio. Pero me siento egoísta. Todo suyo para mí y yo para él… Si tan solo hubiese sido su sombra…

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