Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con la verdad en la cara y el alma

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

El estado del camino entre Gibara y Caletones constituyó el principal asunto abordado en aquel debate, organizado en medio de objetos de obra de la nueva base de Campismo Popular gibareña, porque si se mejora la ruta, varias problemáticas pudieran ser enfrentadas y erradicadas, aseguraban los lugareños.

También se habló sobre los servicios de Salud, Educación, abasto de agua y transporte. De las ofertas del agro y la industria alimentaria. De la disponibilidad de puestos de trabajo y las posibles transformaciones en la Ley de Pesca —de gran implicación en la geografía y economía de ese paraje—, y hasta de la localización del sitio turístico que allí se erige, ahora en pausa por la imposibilidad de conservar intactos los materiales constructivos durante el traslado a través del accidentado paso nororiental.

Nadie se guardó nada ese lunes en que los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio gibareño recorrieron la comunidad costera de Caletones. Hasta hubo consejos medioambientales, un tema que los seres humanos vamos priorizando, en cuanto a la pertinencia o no de retomar alternativas para arribar y salir de ese poblado que atesora playas, pozas y tanques naturales de evidente belleza, además de emotivos momentos familiares y arraigados eventos culturales.

Incluso propusieron la presencia constante en el territorio de un representante de la Asamblea Municipal del Poder Popular, alguien que vele por la atención especial que exige un lugar en el que los veraneantes casi doblan en cantidad a los residentes permanentes en determinadas etapas del año.

Muchos pobladores esperaron la visita de sus candidatos sentados frente al inmueble en que se concentra la placita, el consultorio médico, la farmacia y dos tiendas, tal vez rumiando la palabra precisa, el ejemplo ilustrativo, la urgencia y el agradecimiento (porque también se han visto cambios positivos).

A la cita acudieron amas de casa, pescadores, propietarios de paladares, obreros de la construcción, gente jubilada, madres, abuelas, vacacionistas... Y no pocos llegaron a brindarse como ejecutores y cooperantes en la reparación técnica de la vital vía de acceso, adornada en sus comienzos por molinos de energía eólica apreciables a varios kilómetros a la redonda, a la vera de un mar usualmente bravío.

Decir que luego del diálogo todos partieron con el semblante conforme sería exagerar, pero se advirtió certidumbre y receptividad. Fueron escuchadas todas las intervenciones y muchos responsables se despidieron de los electores con fechas ya fijadas para chequear acciones de solución parcial o definitiva.

Sobre todo quedó la sensación de que hay que hacer partícipe al pueblo de cualquier decisión o intervención, sin negarle u ocultarle detalles, con la verdad en la cara y el alma.

Fue una mañana para informar, y para aceptar retos que se repiten en otras partes de esta nación, orgullosa de su pasado y de su estirpe actual, pero también bloqueada sin clemencia desde hace más de seis décadas por un prepotente y asfixiante sistema de medidas extraterritoriales, y varias veces estremecida por fenómenos naturales, pandemias, caídas económicas globales, conflictos bélicos a miles de kilómetros y, como se reconoce a todas las instancias, por no pocos errores internos.

Si algo ha de distinguir al próximo Parlamento cubano, cuyos candidatos andan ahora por calles y fábricas, escuelas y cooperativas, es ese contacto con la gente fuera de sesiones ordinarias o extraordinarias, porque esas horas con el pueblo respaldarán cada intervención con conocimiento de causa y convicción profunda, cada aprobación o disenso, un sentir donde tengan cabida la cercanía, lo popular y el optimismo ante la circunstancia adversa.

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