Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Clamor popular

Autor:

Nelson García Santos

El país, su complejidad y añoranzas, aflora por estos días en los encuentros de los candidatos a diputados con el pueblo. En el verbo revolucionario, perspicaz y de mirada de águila, que se posa en los problemas desde dos ángulos esencialmente: los que dependen de recursos materiales y los que se arrastran más bien por desorganización, dejadez o desmedida benevolencia.

La franqueza y el conocimiento sobre el «ahora mismo» que se vive y se trata de sortear, de una y mil maneras, desde arriba y desde abajo, refleja la  honestidad y valentía de los análisis —alejados de esa apología que tanto daño ha hecho y hace—, con la mirilla puesta en el  futuro para que esta
Revolución, que nació de pie, se mantenga de pie.

Esa expresión resume de manera diáfana el sentir de los diálogos, que muestran cómo las opiniones individuales confirman los temas más debatidos en ese inmenso escenario que es la tribuna de la calle. Obvio que la coincidencia no resulta fortuita, pues identifica los intereses comunes entre los electores y sus candidatos a representarlos. ¡Qué bueno, verdad!

Y el tema económico —¡candela!— resulta uno de los que más preocupa a ambos actores, y sobre el que casi todos, de oriente a occidente, sabemos sus razones por rastras.

Sí, créalo, no hay exageración. ¡Qué clase de dolor de cabeza nos ocasiona a nivel doméstico cuando no alcanza el dinero para todo lo que se necesita y la familia se ve obligada a planificar los fondos y cubrir solo lo imprescindible, dejando fuera ocios y sueños, a pesar de lo que contraría ese molestísimo sacrificio a sus integrantes...

¡Imagínese entonces el dolor de cabeza para quienes se encargan de repartir a nivel de país lo que tampoco alcanza!

El Presidente ha explicado en estos «de tú a tú» en Santa Clara —donde se asienta su candidatura al Parlamento—  a qué se destina cada centavo del presupuesto nacional, y en esencia es lo mismo: se priorizan las necesidades más apremiantes y vitales. Salvando las distancias, igualito a lo que enfrenta el timonel de la economía  doméstica. ¿Alguien lo podrá dudar?

Presiento, afable y sabio lector, su «Está bien...», rematado con un desafiante «¿Cuál es la solución?».

En los encuentros populares, amén de valorar de malignas las zancadillas impuestas desde afuera a la gestión nacional, varias voces han sugerido la posibilidad de aumentar los salarios nuevamente para enfrentar el alza de los precios. En igualdad  de razonamiento se enfatiza en la trascendencia de incrementar la producción y además ponerles, como cuestión vital, un margen tope de ganancia a los revendedores —¡digo vendedores!—, que ahora sobrepasa el 50 por ciento en casi todos los productos en oferta. ¡Increíble! pero cierto...

Otro clamor popular bien conjugado que ha saltado al ruedo es controlar de forma más efectiva el incumplimiento de las leyes. Algunas voces citan cómo se transgrede la ley correspondiente a la protección de los animales; otras hablan de las casas ocupadas ilegalmente, de las normas ignoradas en el tratamiento habitual de la basura y los desechos… 

La máxima dirección del país reconoce que, efectivamente, muchas leyes no se están cumpliendo a cabalidad, y asegura que esa situación se irá revirtiendo, porque corresponde a la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular ejercer una mejor fiscalización de su cumplimiento.

¡Ah!, qué absurdas la desorganización, la dejadez y la desmedida benevolencia... Con lo fácil que puede ser superarlas si se trabaja a galope tendido y volando cercas. Ojalá que les esté llegando la hora definitiva a esos frenos internos. ¡Qué alegrón!

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