Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que no tendrá después

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Una de cada seis personas en todo el mundo padece esterilidad en algún momento de su vida, refiere así la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe recientemente presentado en la ciudad suiza de Ginebra, en el que además insta a los gobiernos a incrementar el acceso a los tratamientos y desterrar el estigma de que una pareja fracasa si, por algún motivo, no puede concebir descendencia.

Leo la noticia y de inmediato pienso en nuestra realidad. Sabemos que existen parejas que, por una razón u otra, no han podido abrazar a su descendencia, y nos hemos preguntado tantas veces si se hubieran podido evitar las lágrimas y las angustias asociadas a la incertidumbre de si es exitoso o no el método aquel, o este o el otro.

En el informe de la OMS, su director Tedros Adhanom Ghebreyesus destacó que la infertilidad no discrimina, pues pueden padecerla tanto hombres como mujeres de cualquier rango social, con el consiguiente impacto negativo en el bienestar mental y sicosocial. Y es un fenómeno que marca brechas significativas, pues el costo de los tratamientos es elevado y, en no pocas ocasiones, fallido.

En Cuba, donde el Programa de Atención a la Pareja Infértil es parte del Sistema Nacional de Salud, bajo su precepto de ser gratuito y accesible, se brinda la atención médica requerida, pero no está exenta de limitaciones en cuanto a insumos y recursos, teniendo en cuenta las restricciones impuestas por el bloqueo del Gobierno estadounidense a nuestro país.

Resta entonces prevenir, y sí se puede. La esterilidad puede ser prevenible cuando es consecuencia de infecciones de transmisión sexual no curadas o de los riesgos asociados al aborto usado como método para terminar un embarazo no deseado, aunque sea un proceder seguro en el país.

Incluso, como numerosas investigaciones apuntan, cuando es la obesidad el factor que incide en la producción deficiente de espermatozoides y en la ovulación, y la diabetes mellitus, que también impacta en esa condición, al igual que el tabaquismo, el uso del pantalón muy ajustado, el fomento de formas de exposición testicular al calor en hombres como montar bicicleta en exceso, motos y caballos.

Si podemos prevenir, evitar la existencia de factores que propicien la aparición de la imposibilidad de tener hijos, ¿por qué no hacerlo? Todavía resulta inexplicable que acudan adolescentes, más de una vez, a solicitar la interrupción de un embarazo mediante una regulación menstrual o un legrado, cuando otros métodos pueden emplearse. Cuando el tiempo pase y ello le acarree dificultades para concebir, ya será tarde.

Y antes de que usted espete en voz alta: ¡Pero si apenas se encuentran condones o tabletas anticonceptivas en las farmacias cubanas!, le pregunto: ¿Acaso cuando abundaban al precio de un peso los preservativos y distintas tabletas con ese fin, a 2.10 pesos, no encontrábamos la misma situación en policlínicos y hospitales? Le digo que sí, con total certeza, porque ahí estuve, entrevistándolas, tratando de comprender por qué llegar a ese punto.

A las familias las convoco a hablar de estos temas, con transparencia y entendimiento… Lo menos importante son las estadísticas que publique la OMS mañana, sino lo que usted no tendrá después.

 

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