Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Continuidad con sentido

Autor:

Roberto Díaz Martorell

En el complejo escenario actual, la Revolución Cubana enfrenta retos que reclaman mucho más que resistencia: exige renovación con sentido coherente de la continuidad. Eso es una certeza. 

Como cubano comprometido con la historia y el presente de mi país, veo en este momento no solo un desafío muy grande, sino también una oportunidad crítica para demostrar que nuestros valores fundacionales no han envejecido, sino que siguen siendo brújula y pedestal.

La historia de muchas naciones del mundo y la de Cuba, fundamentalmente, demuestra que los momentos de mayor incertidumbre han sido también los de mayor creatividad colectiva. Y si algo distingue a nuestro pueblo es su capacidad de sobreponerse sin perder el rumbo.  

Por eso hoy, más que nunca, la unidad debe ser un elemento consciente, primario, participativo; no se trata de cerrar filas acríticamente, sino de preservar el consenso desde la autenticidad del diálogo en todos los ámbitos: físico y digital, porque en un país con tantos saberes y experiencias, el pensamiento diverso enriquece. 

Las redes sociales, esas que tantas veces anuncian el odio, las mentiras y llegan a convertirse en entramados bien hostiles son, sin embargo, escenarios virtuales muy concurridos en materia de comunicación. 

La batalla cultural que ahí se libra contra Cuba apuesta al descrédito, la banalidad y a una superficialidad intencionada estratégicamente. Por eso la defensa de la Revolución debe nacer desde esos espacios digitales. 

Recordemos que el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, nos llamó a hacer una vindicación de Cuba todos los días en las redes.

La defensa de nuestros ideales, además de ser un deber ineludible, pasa también por saber comunicar mejor lo que somos, sin triunfalismos vacíos, pero tampoco autodesprecios.

Soy de los que creen que el modelo cubano no debe quedar estático, sino adaptarse sin traicionar su esencia; preservar la cohesión social es un imperativo ético, una responsabilidad compartida que nace del amor al proyecto que tantas generaciones han defendido y de seguro seguiremos defendiendo.

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