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Acalorado estoy

Estudios y opiniones científicas demuestran que el calor también afecta nuestra siquis y estado de ánimo

Autor:

Iris Oropesa Mecías

No firmes el divorcio en verano, y definitivamente, pase lo que pase, no importa cuánto te sientas insultado, nunca, pero nunca te fajes con el cocinero de tu trabajo si estás en la etapa estival.

Sí, ya se sabe que cada verano vamos con la cantinela de tratar temas de calor, y los efectos del sol y el protector solar, pero esta vez nos hemos preguntado si las altas temperaturas realmente son capaces de manejar los hilos de nuestra salud mental. Y si es así, ¿en qué medida las peleas de tu mamá son justificables con la canícula?

Cambio climático y suicidio

Comenzando con un tema de suma sensibilidad, un estudio reciente se atreve a revisar las posibles conexiones del cambio climático con el suicidio. La autoagresión, por sí sola, ha sido un verdadero misterio para los especialistas de la salud mental, debido a la compleja combinación de factores subjetivos y externos que se entretejen entre las causas posibles; pero en esta ocasión los expertos de la Universidad estadounidense de Standford, en California, han analizado cientos de datos para llegar a un pronóstico poco feliz: la tasa de suicidios debe incrementarse en la medida que se sientan más los efectos del cambio climático.

Si usted pensó que un reconocido siquiatra fue el autor de este tipo de investigaciones, o algún meteorólogo entraba en juego, se equivocó. El economista Marshall Burke, de la Universidad de Stanford, fue el líder del proyecto que comparó las tasas de suicidio con los registros de temperatura de miles de condados de Estados Unidos y en municipios mexicanos, durante décadas.

Pero esto no fue suficiente; en la primera fase, además, los investigadores acudieron a otra disciplina tan «distante» como la filología. El análisis del discurso de miles de tuits detectó la frecuencia de palabras elegidas como marcadores depresivos: suicida, atrapado y solitario.

En un segundo momento del estudio, el análisis de los cambios de temperatura estimados de los modelos climáticos globales sumaron datos para llegar a la conclusión de que, con el incremento de temperatura, en 2050 podrían aumentar las tasas de suicidio en el 1,4 por ciento para Estados Unidos y el 2,3 por ciento en México.

Los autores estiman que el cambio climático sin control podría terminar resultando en un rango de entre 9 000 y 40 000 suicidios adicionales en Estados Unidos y México desde el presente hasta 2050.

Los autores de la pesquisa han aclarado a la revista Nature Climate Change, la cual publicó el artículo, que los efectos medioambientales no son capaces por sí mismos de generar una respuesta de agresión y autoagresión, pero varias investigaciones durante años han demostrado una correlación entre altas temperaturas y violencia, y ahora es posible afirmar que el calor también coadyuva a la autoagresión, en unión con otro tipo de factores estacionales.

No hay que exagerar

En efecto, si creíamos que los estudios científicos solo demuestran el daño que provoca el calor a nivel físico nos estábamos quedando cortos de imaginación. Más de un acercamiento ha dejado claro que la salud mental se ve resentida en los meses de más altas temperaturas, y los efectos no son pocos.

Si bien normalmente el calor moderado tiene un impacto estimulante sobre las personas y provoca un humor amable, las altas temperaturas, en casos extremos, pueden actuar de manera negativa sobre ciertos colectivos, según ha explicado a Efe el Doctor en Sicología por la Universidad Complutense de Madrid, Valentín Martínez-Otero.

El proceso por el que pasa la siquis humana ante la exposición a temperaturas extremas es muy similar al que vivimos en situaciones estresantes. Un estudio emprendido por Cara Beattie y Pilar Zurita, responsables de la ONG Sicólogos Voluntarios de Chile, explicaba recientemente este proceso.

Las altas temperaturas provocan un aumento de la adrenalina en nuestro sistema nervioso y preparan al organismo para huir o defenderse de un peligro, en este caso inexistente, de manera semejante a lo que ocurre cuando experimentamos ansiedad.

En esta situación aparece la agresividad. Esta emoción entra en acción para defendernos de ese peligro potencial que en realidad no existe, y precisamente esta impotencia de no tener el control de la situación, y de no poder luchar contra algo amenazante, pero intangible, como es el calor, potencia la frustración, que se traduce en violencia.

Síntomas como la confusión, el descenso del rendimiento físico y síquico, y la menor capacidad de reacción y concentración, pueden desencadenar esta frustración entre algunas personas, antes de que lleguemos a identificar que se trata de un efecto en parte debido al agobio provocado por el calor.

La luz también desempeña un papel

Después de descubiertos y estudiados los ciclos circadianos del organismo humano, ese que conecta la percepción de la luz solar con dinámicas del metabolismo en cada individuo, no es extraño pensar que también la exposición a la luz tenga mucho que ver con las reacciones síquicas en tiempos calurosos.

El profesor de Sicología de la Universidad San Pablo CEU, en España, Amable Cima, ha explicado en algunos de sus estudios publicados que es necesario distinguir las reacciones ocasionadas por las altas temperaturas de las causadas por la incidencia de la luz solar.

«Los seres humanos tienen una gran capacidad de adaptación al medio en que se encuentran, por lo que la clase de problemas que se ha mencionado suele surgir por un cambio brusco de situación. Este cambio radical —argumenta Cima— provoca incomodidad, cansancio e incluso cambios de presión arterial».

La ansiedad, la irritabilidad y la agresividad creadas por el calor, añade, provocan en buena medida los cambios de humor, y destaca que cuando estos se producen, al pasar de calor extremo a un clima templado, con una modificación lumínica de menos a más brillo, el individuo tiende a sentirse más relajado. Parecería una contradicción, pero en realidad otros estudios ya han comprobado que los individuos que viven en regiones menos iluminadas tienden a presentar más síntomas depresivos. Así que la magia estaría en buscar la luz sin dejarse vencer por la temperatura. Difícil, ¿no? 

Recientemente también se ha descubierto una relación entre menor capacidad cognitiva en tiempos de altas temperaturas. Foto: Tomada de El País

No deje su sombrilla 

Para que luego no diga que Juventud Rebelde lo justifica para que discuta con sus familiares o compañeros de trabajo; más bien, este tipo de estudios y opiniones son útiles para tomar medidas preventivas en meses como los que vivimos. 

 —Si usted es de los que tienen prejuicios con los métodos de relajación, tal vez el verano sea un buen momento para dejarlos de lado.

—Tenga siempre a mano su música preferida para momentos como la parada de guaguas o la estancia en una cola.

—Beba líquido en abundancia, que esto no pasa de moda.

—Limite la actividad física a las horas de la mañana y la noche, pero evite hacer ejercicios o entrenamiento entre las 10:00 a.m. y las 3:00 p.m.

—Use un sombrero de ala ancha o sombrilla, pues la cabeza absorbe el calor fácilmente. Llévese las gafas de sol a todas partes.

—Preste especial atención a enfermos mentales en los meses de más altas temperaturas, porque son más vulnerables a tener recaídas y crisis.

—Programe con frecuencia descansos de cinco minutos y a la sombra, cuando sea posible.

—Y sobre todo, recuerde, no se divorcie, no pida la baja, ni se faje con el cocinero de su trabajo mientras sea verano; puede que luego se arrepienta.

 

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