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De sacudida en sacudida

La información sobre los terremotos en Haití, Chile y los recientes temblores en la región oriental, ha tenido un efecto psicológico significativo entre la población cubana, sostiene el doctor José Alejandro Zapata Balanqué, del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— De sacudida en sacudida anda desde comienzos de año el oriente cubano, desde que el 12 de enero un terremoto de magnitud 7,2 grados en la escala de Richter sembrara el horror y la destrucción en tierra haitiana.

Según reportes del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS), desde entonces suman 23 los eventos sísmicos perceptibles registrados y vividos en el extremo este del archipiélago.

Mientras muchos santiagueros y guantanameros devenidos sismólogos empíricos, acuden a las más diversas teorías para intentar una explicación coherente, el real riesgo que entraña para la Isla, particularmente para el territorio sudoriental, su cercanía al sistema de fallas transformantes Bartlett-Caimán, responsable de la sismicidad entre placas que ocurre en la zona, ha pasado a ser un enigma para los habitantes de este extremo del archipiélago cubano.

Consciente de que muchas de las respuestas que se esperan hoy en torno al tema pueden encontrarse entre los archivos del CENAIS, institución con larga data de estudios y aportes científicos a la investigación sismológica, Juventud Rebelde acude al doctor José Alejandro Zapata Balanqué, investigador auxiliar de dicha institución, incansable en el examen minucioso de cada detalle que permita dar cuenta de la dinámica de este escenario en el tiempo.

—¿Hasta dónde estos 23 sismos que hemos vivido los habitantes del oriente son consecuencia del terremoto de Haití y hasta dónde constituyen reflejo de actividad normal en la zona?

—En mi opinión estos eventos son el reflejo de la sismicidad normal del área, de la acumulación de energía en una zona que se mueve 17 milímetros por año. Nosotros nos encontramos en el sector norte de la microplaca de Gonave y el terremoto de Haití ocurrió sobre la falla de Enriquillo, en el sector sur de dicha placa; estudios de alta precisión realizados por reconocidos especialistas de nivel mundial, empleando métodos geológicos, geodésicos, geodinámicos y sismológicos, han demostrado que este es un sector donde se acumulan tensiones y por tanto se dan fenómenos sismotectónicos de gran complejidad.

«Así, tembló el 12 de enero en Haití (7,2); el 19 de enero en Caimán (5,8); el 12 de febrero en Imías, Guantánamo (4,4), y después se sucedieron una serie de eventos con magnitudes entre 2 y 4 en la escala de Richter; el día 15 de marzo tuvo lugar un evento más en Mar Verde (4,2) y después otro el 20 de marzo (5,5), con sus consecuentes réplicas.

«Se trata, en el caso de los eventos del sur de Santiago de Cuba, de lo que se conoce como un agrupamiento de terremotos en un período de tiempo, con un terremoto principal y sus réplicas. Son sismos de la estructura de movimiento transversal; casi todos han tenido epicentros en los sectores Santiago-Baconao y Chivirico y no es un fenómeno nuevo en la historia sismológica de la región.

«Los estudios demuestran que ha habido grupos de terremotos muy similares a estos en diferentes períodos de tiempo anteriores.

«En una estadística de movimientos perceptibles desde 1969 hasta 2008, hecha por nuestro centro, consta que desde el 6 hasta el 26 de junio de 1996, ocurrió una serie de terremotos, entre los que hubo diez perceptibles, con epicentro en Chivirico.

«Entre el 17 y el 25 de diciembre de 2001 hubo otra serie de sismos perceptibles, cuyo terremoto máximo tuvo una magnitud de 4,7. Y más recientemente, desde el 24 hasta el 28 de enero de 2008, hubo otro grupo de seis eventos perceptibles en cinco días, entre estos uno de magnitud 4. O sea, que aparezca un número que puede resultar alto de terremotos perceptibles en un período corto de tiempo no es ninguna novedad».

—¿La novedad pudiera estar en que lo que parece ser el terremoto máximo de esta serie haya alcanzado magnitud 5,5?

—También otras veces hemos tenido en estos sectores sismos de magnitud 5. La periodicidad de estos es menor que la de los de magnitud mayores de 6, como los de 1932 y 1947.

«El último evento de magnitud 5, del mismo orden, muy parecido a este, es de 1940; pero en 1994, en Imías, Guantánamo, muy cerca de donde se registró el sismo del 13 de marzo de este año, ocurrió uno de magnitud 5 y el 1ro. de agosto de 2003 hubo un temblor de magnitud 5,1, con epicentro en Uvero, que se sintió bastante fuerte en Santiago de Cuba, al igual que el del 13 de octubre de ese mismo año, con magnitud 4,5, con epicentro más cercano a la ciudad.

«El comportamiento de la actividad sísmica en los sectores nuestros arroja que en Santiago-Baconao pueden ocurrir, como promedio anual, hasta tres terremotos con magnitud mayor a 4 y entre esos tres, puede haber uno de 5; no siempre pasa, pero puede suceder».

—¿Entonces, esa impresión tan fuerte entre mucha gente, de que ahora sí viene «el grande», podemos desecharla?

—Puede suceder. Que quede claro, yo no he dicho que no puede suceder, la estructura tiene capacidad para que se produzca un terremoto de gran intensidad y magnitud mayor a 6.

En el territorio nacional, desde 1528 hasta la fecha han ocurrido 28 sismos con intensidades de VII a IX, 22 de estos originados en el oriente. Los más recientes: Pilón (1976); Cabo Cruz (1992) y Moa (1998 y 1999).

«De los 22 sismos del Oriente, 20 se han originado en sectores cercanos a la ciudad. El último terremoto con magnitud mayor que 6 en este sector es de 1947, que dio una intensidad de VII en Santiago. Este tuvo la misma magnitud que el de 1932 (6,75), pero con un epicentro un poco más alejado, unos 50 kilómetros más al sur.

«Si se realiza un estimado de peligrosidad a los eventos de esas magnitudes ocurridos en la zona, eso da que como promedio entre 60 y 80 años pueda ocurrir un evento de similar intensidad.

«Pero más allá de lo estadísticamente posible, lo sucedido en otros países recientemente ha tenido un efecto psicológico muy grande en nuestra población, y mucha información con pocas explicaciones genera esas percepciones. Está claro que cuando tiembla, nos toca, pero todo lo que estamos sintiendo ahora, lo hemos sentido antes».

—¿El riesgo sísmico es exclusivo para la parte oriental o alcanza todo el territorio nacional?

—No. El riesgo no es exclusivo de la región oriental. Desde los años 60 del siglo pasado Fernando Boytel Yambú presentó la Carta Sísmica en el Atlas Nacional, que no es más que el mapa de intensidades sentidas en todo el país. Recordemos que en el colegio de Belén, en Ciudad de La Habana, los jesuitas tuvieron instalada a principios del siglo XX una estación sismológica, y la primera estación instalada con la Revolución estuvo en Soroa, Pinar del Río, en 1964.

«Las investigaciones sismológicas históricas (macrosísmicas) realizadas, y el monitoreo de la actividad sísmica reportan terremotos en San Cristóbal, Pinar del Río, Ciudad de La Habana, Caibarién y Remedios, Trinidad, Varadero y  Jagüey Grande.

«Igualmente muchos terremotos de Gran Caimán se han sentido en todo el centro y occidente de nuestro país: en noviembre de 1842, 1ro. de diciembre de 1999, y 19 de enero de 2010».

«O sea que el mayor peligro está en el oriente, por su cercanía a la principal zona sismogeneradora, pero en el resto del país también tiembla».

—¿Con todo ese conocimiento sobre la sismicidad en la región, es posible predecir los terremotos?

—Los terremotos son fenómenos geológicos de impacto súbito, son liberaciones bruscas de energía en el interior de la tierra; por lo tanto, científicamente no se ha desarrollado ningún método para realizar un pronóstico efectivo de este tipo de fenómenos; se realizan predicciones a mediano y largo plazos con los estimados de peligrosidad sísmica, como los presentados por el CENAIS, y se trabaja fuertemente en el monitoreo de la actividad sísmica, el control de las zonas de origen y el estudio del régimen sísmico de estas.

«En nuestro país existe una red integrada por varias estaciones de banda ancha: Soroa, Pinar del Río; Manicaragua, en Villa Clara; Cascorro, en Camagüey; Moa, en Holguín; Maisí, en Guantánamo; y Río Carpintero, en Santiago de Cuba, junto a otras estaciones asistidas y un colectivo de especialistas que hoy se integra cada vez más a las estaciones del área en función de un mayor desarrollo de los estudios y la puesta en práctica del conocimiento a mayor velocidad.

«Hacer pronósticos implica un mínimo de 30 a 40 años de información medida desde diferentes variables de las Geociencias, la Química, la Física y otras, de forma regular en el mismo sitio y cotejadas con la aparición de terremotos, para poder diseñar los modelos que permitan después hacer las predicciones. Aún así existe un nivel de incertidumbre muy elevado.

«De ahí que la tendencia principal sea trabajar por la capacitación, por la disminución de los elementos de vulnerabilidad y por los sistemas de alerta temprana, en los que la incertidumbre es mucho menor. Si se consigue disminuir los elementos de vulnerabilidad, disminuyen los riesgos».

—¿Quiere decir eso que para los cubanos lo importante debe ser prepararnos para asimilar el fenómeno cuando llegue?

—Así es. Yo sugiero, primeramente, calma; si no todo se hace muy estresante y complicado, y la vida tiene que seguir su ritmo normal. Las personas sí tienen que preocuparse por saber, cuando llegue el momento, qué hacer en el sitio en que estén y trabajar por disminuir los elementos vulnerables en su vivienda, en su centro de trabajo; pero no hacerlo ahora y ya, sino accionar regularmente hasta que estén convencidas de que no existen vulnerabilidades a su alrededor.

«Tú puedes saber cuáles son las paredes peores y cuáles las mejores y hacia allí tratar de mover los muebles. Igualmente puedes preocuparte por ubicar los muebles y demás objetos de manera que tengas espacios libres para moverte, de ser necesario; puedes prepararte psicológicamente para no de-

sesperarte ni darle crédito a todo lo que se diga en la calle; y sobre todo, puedes y debes educar desde temprano a tus hijos en estas ideas, pues la respuesta de los muchachos depende de la formación que le den los padres. Esas cosas no cuestan y son las que ganan la batalla».

—¿Hay algún cambio en las medidas que debemos adoptar los cubanos?

—Para nosotros las medidas siguen siendo las mismas de siempre. Los conceptos de la llamada teoría del Triángulo de la vida, que dicen que en caso de un terremoto es mejor colocarse al lado y no debajo de los muebles, no son absolutos. Sus ideas solo son válidas en caso de que no haya un mueble o algo resistente debajo del cual colocarse.

«Sigue siendo importante tratar de tener algo encima o alrededor de uno que pueda amortiguar los golpes que puedan ser causados por los objetos que caigan, y partes o estructuras completas que puedan colapsar. Los defensores del Triángulo de la vida argumentan que de colapsar el techo, este te caerá encima; eso es cierto, pero si estás al lado del mueble y el techo se viene abajo, igualmente te caerá encima y la diferencia es prácticamente nula.

«Lo imprescindible es que las personas desarrollen la capacidad de evaluar rápido y de forma ecuánime, qué hacer en cada sitio».

—¿Es posible que siga temblando la tierra en la región oriental?

—Puede suceder; de hecho ha ocurrido en muchas ocasiones anteriores, y seguimos aquí. Las características sismotectónicas y la actividad sísmica en la región dan para eso y mucho más.

¿Cómo se mide un sismo?

Magnitud: Energía liberada durante la ocurrencia del fenómeno. Se registra en las estaciones sismológicas en forma de ondas según su amplitud y período. En Cuba generalmente se emplea la escala de Richter.

Intensidad: Se evalúa solo en sismos perceptibles, según sus efectos en la superficie de la tierra en cada punto y sobre las personas, las edificaciones o el medioambiente. Depende de la distancia del hipocentro, la fuerza del terremoto y la geología del terreno donde se ubica el observador. Cuba utiliza las escalas MSK o EMS.

Hipocentro o foco: Lugar en la profundidad de la corteza terrestre donde se libera la energía del sismo, se mide en kilómetros.

Epicentro: punto de la superficie perpendicular al foco. Se reporta en coordenadas de longitud y latitud.

Fuente: CENAIS

Medidas preventivas

Antes de la ocurrencia de un sismo usted debe

» Conocer la ubicación de los lugares y zonas despejadas, como plazas, parques, plazoletas, patios, terrenos, avenidas amplias y otros que ofrezcan seguridad.

» Conocer cómo y dónde se desconectan la electricidad y el gas del inmueble donde usted reside, trabaja o estudia.

» Tener libre de obstáculos los accesos de salida en viviendas, escaleras, centros de trabajo, etc.

» Tener localizados y a mano linternas, radios portátiles, agua potable y si puede un silbato.

» De ser posible portar siempre la identificación personal.

» En su casa, centro de trabajo o estudio, precisar las áreas más seguras e inseguras.

En caso de sismo

Si se encuentra en su vivienda, centro de trabajo o estudio:

» Si tiene oportunidad de salir del inmueble hágalo inmediatamente, pero sin pánico.

» Conserve la calma y tranquilice a las personas a su alrededor.

» Si tiene oportunidad antes de salir, desconecte la electricidad y el gas.

» Ubíquese en un lugar que ofrezca seguridad fuera del alcance de cables eléctricos, muros, árboles u otros objetos que puedan caer.

» No retorne al inmueble hasta tanto no sea indicado por las autoridades competentes.

» Sintonizar la radio y cumplir disciplinadamente las orientaciones que se emitan.

En caso de encontrarse lejos de la salida

» Ante todo mantenga la calma y transmítasela a los demás

» Ubíquese preferentemente en:

» Marcos de puertas que sean resistentes.

» Debajo de una mesa o escritorio resistente.

» Aléjese de ventanas y puertas de cristal.

» Diríjase a alguna esquina o columna.

» Abandone el inmueble una vez terminadas las sacudidas.

En edificios altos

» No utilizar el elevador.

» Aléjese de los balcones.

» Mantenga las escaleras libres de obstáculos.

» Aléjese de muros y fachadas.

En un automóvil o transporte público

» Permanezca dentro del vehículo y aléjese de los postes eléctricos, árboles, edificios y otros elementos que representen riesgos.

» Detenga el vehículo en un lugar abierto y manténgase alejado de puentes, vías elevadas o taludes.

En lugares públicos

(cines, tiendas, teatros… sin salida próxima o lugares congestionados).

» Quédese en un lugar seguro, cúbrase la cabeza con las manos y mantenga la calma.

» Abandone con calma el inmueble cuando sea posible. Recuerde que su cooperación y solidaridad son más necesarias que nunca. Ayude a los niños y personas mayores de edad.

Después de las sacudidas

» Esté preparado para las réplicas que puedan ocurrir.

» Manténgase alejado del peligro.

» Cumpla con las medidas higiénico-sanitarias.

Si usted quedara atrapado

» Aplique los primeros auxilios en forma de autoayuda o ayuda mutua.

» Emita sonidos fuertes sin cesar…

» Mantenga la calma y la ecuanimidad.

Cuando tenga que salir hágalo organizadamente y sin pánico; no empuje, no grite

» Punto de encuentro familiar: La familia debe acordar y seleccionar previamente un lugar donde encontrarse después de la ocurrencia de un sismo, que deberá ubicarse en un lugar despejado y no vulnerable, así como prever las rutas de acceso por todos conocidas desde los centros de trabajo o estudio de los integrantes de la familia, quienes según lo organizado se buscarán mutuamente.

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