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El clima cambia, ¿y nosotros?

Cuba cuenta con el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, conocido como Tarea Vida, a partir del cual mucho se ha logrado. Sin embargo, existen aún deficiencias y limitaciones que deben superarse para conseguir lo que necesitamos como nación insular

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

El clima cambió en el planeta. En Cuba, aunque no ha perdido su estacionalidad, sabemos que será más cálido cada vez y la tendencia es a seguir cambiando. Se augura que en 2050 la temperatura promedio estará entre 30 y 31 grados, y que la lluvia podrá disminuir en un 40 por ciento. Cuba seguirá siendo un país tropical, pero con un clima más seco, más árido y hasta con huracanes más intensos.

Así reflexionó el Doctor Eduardo Planos Gutiérrez durante su ponencia en el 8vo. congreso sobre Cambio Climático, realizado en el hotel Habana Libre como parte de la 14ta. Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en julio pasado. «Nosotros somos víctimas. Dependemos de que las naciones emisoras de gases contaminantes asuman compromisos reales para su reducción».

«Lo que ya está en la atmósfera, hay que esperar que ella misma lo depure. Es difícil y, lamentablemente, mucho se queda en el ámbito de las reuniones y tratados firmados. ¿Tendremos que esperar que ocurra una situación de sobrevivencia como la que generó la COVID-19?

«Nos queda adaptarnos, y para ello el primer paso es comprender la situación. No creo que sea irreversible, más bien contenible. Ejecutar es la palabra de orden. Estados Unidos debe comprometerse, al igual que otros países, y cumplir. Ponemos la esperanza en ello, aunque no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Eso siempre lo hemos tenido claro en nuestro país, desde que en la década del 90 se iniciaron los estudios sobre cambio climático».

Por fortuna, contamos con el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático Tarea Vida, adoptado en abril de 2017 como resultado del conocimiento desarrollado durante décadas por la comunidad científica cubana.

Sus antecedentes son los acuerdos aprobados en 2007 y las directivas para la implementación del macroproyecto sobre el ascenso del nivel medio del mar, de 2011.

Sin embargo, existen aún deficiencias y limitaciones. Erradicar unas y superar otras es vital para lograr lo que necesitamos como nación insular.

La tarea vida, ¿se cumple o no?

En una reciente exposición de los resultados de la primera etapa de la Tarea Vida, la viceministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Adianez Taboada Zamora, insistió en que su implementación, en un nivel superior, debe contribuir a la construcción de un modelo de desarrollo que sea resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero, en el contexto de las prioridades económicas y sociales del país.

Al intervenir en la comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su sesión de julio último, destacó los resultados en materia de protección de las aguas, los suelos y los ecosistemas costeros, así como el cuidado de los manglares y los arrecifes de coral y la protección de la atmósfera.

Taboada Zamora aseveró que se avanza en el cuidado de la salud, las energías más limpias, el turismo, la agricultura y la seguridad alimentaria; todo ello con una visión integrada y un sólido sustento en la ciencia.

«También se ha revelado el Plan de Estado como un importante espacio de concertación y sensibilización pública. Ha llevado a todo el país el debate sobre los impactos del clima y cómo prepararse en estas circunstancias para alcanzar el socialismo próspero y sostenible».

La Viceministra precisó que el cumplimiento de la Tarea Vida se reporta, con frecuencia anual, por sectores y territorios. «Las insuficiencias y limitaciones identificadas tienen que ver con incoherencias entre los planes sectoriales y territoriales, la restringida capacidad para formular proyectos viables para ser presentados a los exigentes mecanismos internacionales de financiación climática y, sobre todo, que la mayoría de las medidas previstas son de carácter reactivo, más que preventivo, o están formuladas para el corto período.

«Además, contamos con insuficientes recursos humanos y materiales para todos los diagnósticos y evaluaciones requeridas, sin olvidar que aún es limitada la integración de diversos actores y de la sociedad en general».

Taboada Zamora precisó que no se cuenta con todas las soluciones técnicas para responder a las exigencias de la Tarea Vida, y que sería ideal más participación de las ciencias sociales, con el objetivo de avanzar en el incremento del conocimiento y la percepción de los impactos del cambio climático.

En cuanto al necesario financiamiento, dijo que no se dispone de precisiones financieras para las acciones a realizar, y se constata que todavía es insuficiente la preparación de proyectos para la movilización de recursos provenientes de la cooperación internacional.

Urge avanzar en el Plan de Estado mencionado, enfatizó, porque se prevé que entre los años 2050 y 2100 aumente el nivel del mar y la temperatura media anual a nivel de país, se incremente la variabilidad en la actividad ciclónica en frecuencia e intensidad y cambie el régimen de lluvias.

«Tendremos la salinización paulatina de los acuíferos subterráneos por el avance de la cuña salina de agua de mar; la desaparición de playas arenosas producto de la acción combinada del hombre y los eventos naturales, y algunas afectaciones parciales o totales en asentamientos humanos. También impactos sensibles en la agroproductividad de los suelos y afectaciones en las plantaciones agroforestales cercanas a la costa, así como en las crestas de arrecifes de coral.

«Estos impactos difieren en manifestaciones territoriales, y en muchos casos se requiere aún más precisión sobre sus expresiones a cada nivel y las posibles medidas a tomar. Por eso es necesario fortalecer la dimensión local de las investigaciones y adecuar las respuestas».

Por su parte, el Doctor Planos Gutiérrez advertía en el evento anterior a la Asamblea Nacional del Poder Popular que debe eliminarse la brecha existente entre la ciencia y las decisiones políticas: «Cuba tiene ventajas sobre otras naciones, porque es voluntad del Estado hacer lo que haya que hacer para adaptarnos a las condiciones derivadas de las acciones de otros países y, al mismo tiempo, actuar en el nuestro.

«Pero unos y otros defienden solo su área y así no obtenemos lo que necesitamos. No comprendemos que las decisiones políticas no tienen que ser las que pensamos nosotros, los científicos, y además los políticos no siempre interpretan correctamente nuestros planteamientos».

Periódicamente se estudian las tendencias y variables que inciden en el clima. Sabemos que la temperatura promedio del aire en Cuba ha aumentado en un grado centígrado en los últimos cinco años, y que la mínima ha aumentado en dos. Las lluvias han disminuido, al igual que la cobertura nubosa, y todo ello, junto a otros factores, hacen que nuestro escenario climático y meteorológico no sea satisfactorio, agregó el experto.

«Ello tiene su impacto negativo en los ecosistemas y sectores productivos, porque el clima tiene implicaciones severas sobre la biodiversidad. Por eso debemos comprender mejor qué es el cambio climático», subraya quien ha sido responsable del Programa Nacional de Ciencia de Cambio Climático durante 12 años.

«En ocasiones estamos preocupados por los gastos y no por los costos. Importar arroz es caro, pero producirlo es muy difícil por las tasas de agua que poseemos. Se ha demostrado que en Cuba ya no tenemos 38 kilómetros cúbicos de agua, sino menos, y por tanto los rendimientos de cultivos como el arroz, granos y frutales han disminuido.

«Cuba nunca podrá ser autosuficiente en la producción de algunos cultivos porque no contamos con el agua necesaria para eso, y además las principales zonas de cultivo del arroz están en las costas y se afectarán por el ascenso del nivel del mar.

«Por eso debemos evaluar el balance hidrológico sin olvidar el nivel de base del agua subterránea, porque la tendencia es a que descienda cada vez. No todos los sectores están evaluados y debemos hacer ese estudio. Se trabaja en muchos sectores de manera general, pero cada uno requiere una evaluación específica.

«El café, por ejemplo, ha ido subiendo en altura de manera natural a 400 metros, así que no podemos resolver el problema del café en los 200 metros, y más arriba no hay condiciones sociales. Una acción preventiva sería crear esas condiciones, y lo necesitamos».

Consolidar la visión integral y analizar el beneficio y la sostenibilidad de cada una de las medidas que se decidan impulsar es una urgencia en estos tiempos, y ante los decisores hay que presentar los resultados de los estudios científicos integrales, con todos los argumentos, puntualizó.

Caminos a seguir

Taboada Zamora, en su intervención en el Parlamento en julio pasado, instó a priorizar determinadas acciones para la segunda etapa de la Tarea Vida, hasta 2025. «Debemos fortalecer la institucionalidad y la gobernanza climáticas, incluyendo el perfeccionamiento de los planes de adaptación y mitigación en todos los sectores relevantes y en todos los territorios, además de asegurar la coherencia entre los niveles nacional y territorial.

«También debe instrumentarse la base jurídica legal para el enfrentamiento al cambio climático, la cual ha sido recientemente actualizada, y emplear los escenarios climáticos de modo que las medidas diseñadas sean consistentes, tanto con las necesidades del desarrollo económico y social como con los impactos complejos del cambio del clima».

La consolidación del modelo local para la gestión de los recursos naturales y el enfrentamiento al cambio climático, y la formulación de estrategias de largo plazo a partir de la internalización del concepto de un «desarrollo más bajo en carbono», es otra de las prioridades, afirmó la científica.

«Debemos enfocarnos en el desarrollo de estrategias financieras integradas, lo cual incluye identificar las necesidades de financiamiento para cumplir con los objetivos nacionales en materia de mitigación y adaptación, así como el fortalecimiento de capacidades para la formulación de proyectos bancables.

«Implementaremos mecanismos de monitoreo y evaluación de las políticas climáticas y trabajaremos con intensidad en fortalecer la educación, la sensibilización y la participación ciudadana en el enfrentamiento al cambio climático.

«Desde el punto de vista de la ciencia, intensificaremos los esfuerzos para desarrollar nuevos programas y proyectos que aporten soluciones científicas, en particular en las áreas vulnerables, y vincularemos el resto de los programas y proyectos con la Tarea Vida, a fin de obtener nuevos conocimientos, tecnologías, metodologías y productos que contribuyan a la adaptación y mitigación al cambio climático en los sectores estratégicos y territorios».

Es importante también, añadió, priorizar en el Programa Científico-Tecnológico Cambio Climático en Cuba, aquellos proyectos que aporten tecnologías, metodologías y productos que permitan la adaptación y mitigación. Entre las prioridades, necesitamos lograr el seguimiento de cierre del ciclo de la investigación, y que los resultados, además del impacto institucional y sectorial que puedan tener, contribuyan directamente al Programa del Estado de Enfrentamiento al Cambio Climático.

«Nos hemos propuesto acercar el horizonte de las evaluaciones climáticas y sus impactos a diez años, para que sean más útiles al desarrollo socioeconómico del país, y establecer indicadores de impacto del cambio climático y de efectividad de la adaptación».

Si los jóvenes que hoy estudian en la secundaria o en la universidad heredarán lo que hagamos nosotros, bien o mal, entonces es fundamental que en sus programas de estudio se incluyan estos temas. Se despertaría en ellos una conciencia futurista, ambientalista y científica, y también podemos servirnos de ellos, aseguró Planos Gutiérrez.

Es vital despertar en los jóvenes una conciencia futurista, ambientalista y científica. Foto: Tomada de la página en Facebook del proyecto Red Verde Cuba

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