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Reproductores Blue-Ray, la muerte en azul

Este nuevo formato óptico de disco compacto tiene muchas bondades respecto al DVD, pero la competencia contra el rayito azul se hace cada vez más cerrada con la próxima aparición del USB 3.0, así como de los televisores de plasma con discos duros incorporados y puertos USB

Autor:

Amaury E. del Valle

Para muchos fue una sorpresa total escuchar al pianista chileno Claudio Arrau jadear y protestar mientras tocaba su música, algo que hasta entonces ni siquiera se había percibido en las grabaciones.

Comenzaban los años 80 del siglo XX y por primera vez Polyagram, una compañía disquera, utilizaba un formato de grabación de música que pretendía superar a los hasta entonces triunfantes discos de vinilo y casetes de cinta.

Según narró a la prensa Frank van den Berg, miembro del equipo de Polygram encargado del desarrollo del entonces novísimo Compact Disk o Disco Compacto (CD), «en los vinilos los ruidos del pianista no se oían, pero en los CD’s el sonido era más cristalino».

De esta forma, el 17 de agosto de 1982, el primer CD salía de la fábrica del grupo electrónico Philips, en Hanover, Alemania, asombrando a muchos con su capacidad de grabar hasta 70 minutos de música en alta definición.

Desde entonces se calcula que en el mundo se han vendido más de 500 000 millones de compactos, aunque la exclusividad del CD como formato solo para música duró muy poco, pues pronto se le encontró utilidad para almacenar datos, imágenes y videos, algo muy necesario dado el vertiginoso desarrollo de las computadoras personales.

El imperio del CD tampoco se extendió mucho, ya que los ingenieros se apresuraron a fabricar en la década de los 90 a su hermano mayor, el Disco Versátil Digital (DVD). Este logró capacidades muy superiores aprovechando, paradójicamente, la posibilidad de grabar más contenido en un espacio menor, al utilizar para ello un láser rojo de 650 nanómetros, que puede guardar hasta 4,7 gigabyte (GB) de datos por capa, y 9,4 GB si es de doble capa.

Así, y con la alianza en 1995 de tres grandes del mercado, Toshiba, Sony y Philips, el DVD no solo le pasó por el lado al CD, sino que resolvió una de sus grandes limitantes: poder guardar tanta información como para almacenar películas digitales, dejando atrás, de paso, al antiguo VHS.

Pronto quedaron obsoletas en las casas las caseteras de video que fueron moda, en buena medida porque los mencionados gigantes de la industria convencieron a los magnates del cine de que el DVD era el futuro, no sin aflojar argumentos y buena cantidad de dinero.

Además de respetar todos los estándares técnicos internacionales y permitir contenidos interactivos, el disco versátil tenía una esperanza de vida de entre 50 y 300 años frente a los exiguos diez años de las cintas magnéticas VHS, y los 15 o 30 del disco compacto.

Ha pasado apenas una década y el DVD ha caminado, aunque su llegada a las casas no ha sido tan rápida como se quisiera, al menos en Cuba, donde hasta hace relativamente poco tiempo no se vendían en las tiendas en divisa.

Ahora muchos se apresuran a comprar reproductores de DVD cuyos precios comienzan a ser más económicos, pero pocos se detienen a pensar en el futuro de su adquisición. El DVD ya está condenado a muerte con el nacimiento de un sucesor de nombre terrorífico para quienes han gastado sus ahorros. Al asesino le dicen Blue-Ray o Rayo Azul.

El Blue-Ray (BD) es el nombre de un formato óptico de disco compacto desarrollado para permitir la grabación, reescritura y reproducción de la HDTV (televisión de alta definición, por sus siglas en inglés).

Su nombre se deriva de la utilización de un tipo específico de láser, el azul-violeta, que permite leer y escribir datos en un área menor del espectro electromagnético con una separación entre los haces de apenas 405 nanómetros, mucho menor a los 650 del DVD.

Además permite grabar hasta 25 gigabyte de datos por capa y superponer varias de estas, lo que ha dado la posibilidad a los fabricantes de presentar discos de 50 GB y ya están a punto de salir comercialmente los de 100 GB y más.

Su nacimiento, azaroso, no ha estado exento de una guerra tecnológica, comercial y de propaganda, en la cual se han enfrentado gigantes de la industria tecnológica, liderados por un grupo de varias compañías principales de la electrónica de consumo: Hitachi, LG, Matsushita, Mitsubishi, Pioneer, Philips, Samsung, Sharp, Sony, TDK y Thomson, entre otras.

A estas se les unieron en 2004 los fabricantes más grandes de computadoras personales, HP y Dell, quienes han contribuido a derrotar de forma definitoria al competidor del Rayo Azul, el HD-DVD, un proyecto dirigido por Toshiba, que pretendía mejorar el DVD.

Aunque fueron los de Toshiba quienes primero sacaron al mercado en el año 2006 los nuevos reproductores HD-DVD, que muchos amantes de la tecnología con dinero se apresuraron a adquirir a precios que oscilaban en los 1 500 euros la unidad, Sony dio un golpe magistral al nuevo formato cuando a su consola de juego Play Station 3 le incorporó una unidad lectora Blue-Ray. Desde entonces la historia cambió y empezó a balancearse a favor del Rayo Azul, algo que trató de frenar Toshiba asociándose con Microsoft y su nueva consola, la XBox 360, aunque solo logró que fuese una costosa opción que a muy poca gente interesó.

Ante eso, ya el año pasado el HD-DVD tuvo que bajar la cabeza y renunciar a su producción, dejando en la estacada a quienes habían adquirido películas y equipos en este formato, y poniendo a temblar a los que todavía tienen un DVD, viendo el imparable avance del Blue-Ray.

A todo rayo

La esencia de la ventaja del vencedor azul no está en su mayor capacidad de almacenamiento, su velocidad de grabación y más protección contra rayaduras y dedos sucios, sino en la posibilidad de aprovechar al máximo las nuevas ventajas de la televisión digital de alta definición.

Para entender mejor esto se debe analizar que la tecnología de un televisor en colores común, como los que hoy existen en muchas casas, también conocida como Televisión de Definición Estándar (SDTV, por sus siglas en inglés), ofrece una resolución de 500 líneas verticales.

Sin embargo, los televisores de plasma de alta definición o Hight Definition Television (HDTV), que poco a poco se han ido imponiendo, llegan a las 1 080 líneas.

Eso significa que si bien los DVD normales son buenos para los equipos de TV actual, porque le caben grabaciones de 500 líneas, no tienen la calidad suficiente para los de plasma, que son el futuro, a los cuales solo podrían llegar los novísimos Blue-Ray. Este último permite almacenar en un disco de 25 GB unas dos horas de HDTV, y casi 13 horas de la SDTV.

Muchos pudieran pensar, viendo lo anterior, que por el momento es mejor entonces no correr a comprar un Blue-Ray porque habría que cambiar además el televisor. Y tienen razón. Pero solo a medias y por otras causas.

Con el avance impetuoso de la tecnología, aupada en especial por la industria filmográfica y de videojuegos, el Blue-Ray parece tener un futuro asegurado ante la necesidad de ambas de mayor definición de imagen y sonido, y por ende de un incremento en la capacidad de almacenamiento.

Si el DVD convencional apenas admite una película en buena definición, y quizá dos o tres en un formato comprimido, el Blue-Ray deja la puerta abierta a cinco o seis filmes con excelente calidad.

Mientras, sus grabadores-reproductores ofrecen otras prestaciones, como las de buscar, hojear y ver rápidamente programas de antemano grabados en tiempo real, crear listas de reproducción aleatoria, cambiar el orden de los programas grabados, corregir la imagen o una mayor calidad de audio con sonido surround.

Sin dudas las bondades son mayores, pero… que nadie se lance de cabeza a buscar desesperadamente un Blue-Ray.

Reproductores con tumba

La descarga de películas, música y juegos por Internet, junto al crecimiento en la capacidad de almacenamiento de los discos duros, hace dudar si el Rayo Azul durará mucho tiempo como para aventurarse en una inversión todavía muy costosa.

Actualmente han comenzado a aparecer discos duros con altas prestaciones, que alcanzan capacidades de hasta un terabyte (igual a mil gigabyte), pero también equipos como los HD-Player, que incorporan un disco duro y nos dejan visualizar fotos, videos, películas y música en el televisor, u otros dispositivos como el iPhone y teléfonos celulares similares que posibilitan la descarga de televisión por Internet.

Agréguele a ello la próxima aparición del ya anunciado USB 3.0, que daría la posibilidad de transferencia de datos a una mayor velocidad, así como de los televisores de plasma con discos duros incorporados y puertos USB, y verá cómo el cuadro de la competencia contra el rayito azulado se hace cada vez más cerrado.

Recientemente la industria anunció que para 2012 podrían emerger nuevos discos compactos basados en el llamado almacenamiento microholográfico, con capacidades de hasta 500 GB, y además compatibles con los lectores DVD y Blu-Ray, gracias a un formato que permite guardar la información en tres dimensiones.

Ante tanta incertidumbre, lo mejor es no apresurarse. Un sano consejo es asegurarnos que los reproductores de DVD que adquiramos tengan puerto USB para que dure un poco más nuestra inversión; y por el momento esperar a ver qué pasa… pues es muy posible que el Blue-Ray haya nacido con un pie en la tumba.

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